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Medicamentos contra los homosexuales

Biblioteca de la Facultad de Farmacia. UCM 15 de Febrero de 2012 a las 13:41 h

Sin duda alguna, Internet ha supuesto una gran transformación social, al abrir fronteras e incrementar de manera extraordinaria los cauces de comunicación entre las personas. El comercio a través de la red se ha visto también beneficiado, permitiéndonos comprar en países que nunca hemos visitado y en tiendas hasta ahora vetadas a nuestras posibilidades como consumidores. Sin embargo, no todo lo que acompaña a la revolución de Internet podemos considerarlo tan positivo, como nos demuestran algunos casos relacionados con la promoción de ciertos "medicamentos"...

En efecto, es muy habitual que los médicos nos aconsejen que no leamos nada en Internet sobre una  enfermedad que nos afecte, pues a menudo la información que podemos encontrar es inexacta e incluso peligrosamente errónea. Es importante por tanto, evaluar cuidadosamente la fuente de información que estamos manejando, puesto que la Red permite prácticamente a cualquier persona o grupo organizado de personas, colocar información a disposición del internauta.

La libertad de expresión, inherente a Internet, lógicamente también viene acompañada por la posibilidad de que colectivos determinados expresen opiniones que, aunque entren en contadicción con las admitidas en los foros científicos y profesionales, al lograr la extraordinaria difusión que facilita la Red, consigan hacerse eco en grupos de personas especialmente vulnerables.

En lo relativo al consumo de medicamentos, un aspecto muy importante a tener en cuenta, es la necesidad de contar con todos los controles de calidad y seguridad a la hora de adquirir un fármaco. Aunque la venta de medicamentos en Internet está muy restringida, a veces determinadas sustancias consiguen llegar al consumidor, bien directamente por venta a través de páginas web de dudosa legalidad o bien simplemente en forma publicitaria bajo la promesa de efectos difícilmente demostrables.

Todos estos aspectos, el científico, el ético, el comercial y el social se conjugan en el caso concreto de supuestos medicamentos que se promocionan en la Red con la promesa de cambiar la orientación sexual de las personas.

Productos como Normalix o Hetracil prometen en distintos foros "curar" la homosexualidad. Algo difícil de creer si tenemos en cuenta que no se puede curar lo que no es una enfermedad, ya que desde 1973 la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) dejó de considerar la homosexualidad como un trastorno mental o desviación sexual, línea que ha continuado posteriormente la comunidad científica internacional hasta su exclusión por parte de la Organización Mundial de la Salud, en 1990, de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Otros Problemas de Salud.

Aunque existen estudios que con base científica siguen intentando demostrar una causa fisiológica de la orientación homosexual, esta hipótesis aún no ha conseguido ser demostrada, y a veces es abanderada por noticias que obtienen una repercusión desmesurada en los medios de comunicación, no tanto por su alcance científico como por el morbo que en la sociedad despiertan estos temas, siendo utilizadas como argumento por determinados colectivos  que siguen pretendiendo estigmatizar determinadas formas de sentir, ahora ya no bajo el calificativo de vicio, sino por el más admisible de enfermedad, olvidando que los únicos trastornos que pueden demostrarse médicamente en la población homosexual por el simple hecho de tener dicha orientación afectiva son los resultantes de la presión social y el acoso al que estas personas se ven sometidas frecuentemente por el hecho de sentir de forma diferente a la mayoría.

Ciertamente no ayuda a erradicar esta lamentable situación la promoción de fármacos que no sólo obstaculizan la autoaceptación de las personas sino que pueden incluso atentar contra su salud física y mental, identificando de manera errónea conceptos como la homosexualidad y el afeminamiento o el género y la orientación sexual, y circunscribiendo la homosexualidad a una concepción negativa y por supuesto exclusivamente masculina, ya que estos mismos foros que abogan por "curar" a los gays, frecuentemente perpetúan la invisibilidad de la sexualidad femenina, y por tanto la de las mujeres homosexuales.

En España, la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria confeccionó en 1998 un Código de Ética Farmacéutica que posteriormente fue adoptado también por la Asociación Española de Farmacéuticos Analistas, la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria y la Asociación Nacional de Especialidades Farmacéuticas Publicitarias, de acuerdo con el cual, El farmacéutico es un profesional sanitario que contribuye a la mejora de la salud, la prevención de la enfermedad y el buen uso de los medicamentos, siendo su primera responsabilidad procurar el bienestar del paciente.

Esta garantía, similar en otros códigos deontólogicos del resto de los titulados en Ciencias de la Salud, debe llevarnos a focalizar la búsqueda de información con bases científicas en los foros profesionales, científicos y académicos, procurando evaluar con espíritu crítico la procedencia de la información que llega a nuestras manos.

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