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De pandemias y escritores ilustres (I). Animales de costumbres

Margarita Sánchez Martín 18 de Febrero de 2021 a las 10:24 h

Miniatura de Pierart dou Tielt (c 1353). Ciudadanos enterrando víctimas de la Peste Negra en la ciudad belga de Tournai. CC0.

Casi setecientos años después de que la peste negra sacudiera Europa con su brote más mortífero, la Historia nos vuelve a colocar en un contexto que, por más que parezca extraordinario, no es ni mucho menos nuevo. Pese a los siglos transcurridos entre aquella epidemia y la covid-19, sorprende la fidelidad con que las personas replicamos los comportamientos del pasado. Aun siendo épocas tan distintas y distantes, hay aspectos de entonces que resultan hoy familiares.

 

Ambas epidemias tienen su origen en Asia y se extienden rápidamente por el continente europeo. La peste negra llegaría desde el sureste de China al puerto de Caffa –en la costa del Mar Negro–, una colonia genovesa sometida al asedio de los mongoles, quienes ya portaban la bacteria causante de la enfermedad. Estamos en 1347. Al abandonar la ciudad, los genoveses llevarán la epidemia a las ciudades ribereñas del mediterráneo; de ahí se extenderá a las regiones del interior y a los países del centro y norte de Europa.

 

Ha pasado poco más de un año (aunque pueda parecer un siglo) desde el confinamiento de la región china de Wuhan, primer foco de la covid-19. Como es sabido, los intentos por contener su propagación resultaron vanos y en poco tiempo la enfermedad alcanzó a todos los continentes. Se propagó rápido, tanto como permitieron los aviones, trenes, barcos y el incesante ir y venir de turistas y otros viajeros. Esta pandemia deja a fecha de hoy algo más de 2,4 millones de fallecidos, si bien el coste en vidas que supuso la peor oleada de peste resulta más impactante aún. En la Baja Edad Media, la población quedó tan diezmada que la sociedad tuvo que afrontar entre otras crisis la demográfica.

 

Para los habitantes de la ciudad, expuestos a un contagio seguro por la aglomeración, el hacinamiento y la falta de higiene en la que vivían, escapar era la única opción de mantenerse a salvo de la Peste. Giovanni Boccaccio partirá de esta realidad para escribir el "Decamerón", una colección de 100 relatos narrados por diez jóvenes que abandonan la ciudad de Florencia en plena pandemia y se aislan durante diez días en una villa campestre; para sobrellevar el encierro cada uno de ellos contará una historia por día. Boccaccio será testigo de los estragos que causó la enfermedad entre una población desasistida frente a la muerte, el hambre y la miseria y enfrentada a una crisis social y a la pérdida de valores morales. Los robos y el saqueo de bienes serán prácticas habituales.

 

En aquellos años, como hoy, el aislamiento fue el remedio empleado para frenar el avance de la enfermedad. Muchos quedaron retenidos en su ciudad, sin poder salir del recinto amurallado, las puertas cerradas al tránsito de personas, animales y mercancías. Pero los que pudieron pusieron en práctica la expresión Cito, longe, tarde (huir pronto, lejos y volver tarde). Ese aislamiento obligado de la ciudad medieval sería hoy nuestro cierre perimetral, roto también en ocasiones con huidas a hurtadillas de la ciudad.

 

En una columna titulada El ‘Decameron' ("El País") Julio Llamazares habla del "temor" y de las "reacciones infantiles" de muchas personas que, viendo alteradas unas costumbres asumidas como "derechos", se niegan a aceptar lo que ocurre a su alrededor. Ejemplos hay de sobra y, junto a los desplazamientos que infringen cierres perimetrales, cada fin de semana se denuncian fiestas ilegales en domicilios y locales de ocio, aforos superiores a los permitidos, bodas que no respetan las medidas sanitarias...

 

En el siglo XIV el miedo y la angustia se edificó sobre la base de la ignorancia. Para unos, la peste era el producto de la cólera divina en justo castigo al hombre por sus pecados; otros atribuían este mal a la conjunción de los planetas. Quienes han estudiado este episodio de la Historia reconocen un ambiente de conflictividad social que dará origen a conductas de todo tipo.

 

En aquellos años la gente moría sin saber la causa: apenas había información, ni protocolos que seguir. Hoy conocemos los factores de propagación; las medidas sanitarias para evitar el contagio; disponemos en un tiempo récord no ya de una, sino de varias vacunas. En mitad de esta epidemia que altera nuestras costumbres y todo lo condiciona -hasta el modo en que nos relacionamos- justo ahora que las bibliotecas universitarias comienzan a recuperar espacios que habían sido cerrados, debemos ofrecer nuestros servicios en las mejores condiciones de seguridad para todos. Es imprescindible cumplir las normas sanitarias y respetar las recomendaciones establecidas contra la covid-19. Recuperar nuestras costumbres más pronto que tarde va a depender en gran medida de cómo nos comportemos.

 

BIBLIOGRAFÍA

• LOMBARD, Maurice. "Caffa Et La Fin De La Route Mongole". Annales. Histoire, Sciences Sociales, vol. 5, no. 1, 1950, pp. 100-103.

• BLANCO, Ángel. La Peste Negra. Anaya, 1988.

• CARRERAS PANCHÓN, Antonio, et al. La Peste Negra. Grupo 16, 1985

 

 

 

 

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