Este 14 de abril, en el que se cumplen 90 años de la proclamación de la Segunda República española, viene precedido a muy corta distancia de otro aniversario: los 80 años de la muerte de Manuel Azaña en el exilio. A pocas semanas de terminar 2020, el Ateneo de Madrid y miembros del ejecutivo rendían homenaje a quien fue presidente de la República en los peores años de nuestra historia reciente (1936-1939). Hay conmemoraciones que dejan más resaca que otras, hombres y mujeres de sobra conocidos y recordados (con mucho, poco o ningún aprecio). Pero, ¿es nuestro político uno de ellos? A juzgar por sus biógrafos, no parece. Cipriano de Rivas Cherif, su cuñado y amigo, cuenta la vida de Azaña en una obra que, no en vano, lleva por título "Retrato de un desconocido".

Este libro lo escribió Rivas Cherif en los años que pasó preso en las cárceles franquistas y lo mantuvo oculto hasta que pudo publicarse en México, en 1961. En los años de posguerra era una cuestión de prudencia y supervivencia evitar manifestarse sobre personas consideradas "enemigas" del nuevo régimen, a las que había que silenciar y negar como si nunca hubieran existido. A pesar de los años transcurridos, la vida de Azaña continúa siendo un enigma para muchos de nosotros. Encontramos un ejemplo cercano en el tiempo: en 2017 el diario "El País" relataba una escena, al parecer, habitual en la ciudad natal del político. En Alcalá de Henares, a pocos metros de la casa donde vivió Miguel de Cervantes, nació Azaña un 10 de enero de 1880. Lo recuerda una placa en la fachada que, sin embargo, no evita que los visitantes pasen de largo. "La curiosidad que despierta el hogar de Cervantes contrasta con el de Azaña. Pocos saben que está ahí", escribe el autor del artículo, Fran Serrato.

Azaña fue muchas cosas: político, intelectual, escritor, jurista, liberal-burgués, gran orador... y pese a todo, "un ignorado más en la larga lista de españoles ignorados o inentendidos", afirma el sociólogo y político Marcos Sanz Agüero en su libro "Manuel Azaña". No es posible trazar en pocas líneas un retrato, ni siquiera aproximado, de esta figura clave de la política española del siglo XX, aunque sí fijar un punto de partida para que quienes tengan interés en indagar en su personalidad y en su perfil político puedan hacerlo.

Perteneció a una familia acomodada y quedó huérfano muy joven. Con 13 años se trasladó como interno a El Escorial, donde cursa estudios con los monjes agustinos. La formación de Azaña lo vincula a la Complutense, institución con la que comparte su origen alcalaíno. En esta Universidad se doctoró –en Derecho– siendo ya conocida como Universidad Central tras el traslado de la sede de Alcalá a la capital. La materia elegida para su tesis será "las masas" y pese al temor que le provoca la muchedumbre, Azaña concede a la multitud un papel activo, al contrario que Ortega y Gasset, para quien la masa es negativa y debe dejarse guiar por una minoría selecta. Azaña defendía que cualquier proyecto debe construirse en común y ser mutuamente elaborado y mutuamente aceptado. Su memoria doctoral lleva por título "La responsabilidad de las multitudes".

Pasante en un famoso bufete de abogados de Madrid, su carrera de jurista culmina en el Ministerio de Gracia y Justicia como alto funcionario. ¿Qué le hizo abandonar este camino por otro de futuro mucho más incierto? Juan Marichal, uno de sus principales biógrafos, explica que siempre fue un hombre con una clara vocación política, a pesar de los recelos que mostró. Azaña hace política mucho antes de entrar oficialmente en ella. Su vinculación con el Ateneo de Madrid, lugar de reunión de los políticos e intelectuales más destacados del momento, primero como secretario y después como presidente de la institución, le va a proporcionar la relevancia pública de la que carecía.

Azaña ha ido trazando su pensamiento social y su ideario político y lo narra y escribe durante su madurez en múltiples documentos: en libros como "Estudios de política francesa contemporánea", el primero que publicó (1919); en obras autobiográficas como "El Jardín de los frailes", donde expresa los sentimientos y experiencias de su etapa como estudiante en el Escorial; en sus conferencias desde el Ateneo, siendo especialmente significativa la que pronunció en 1930 al tomar posesión de su presidencia; en el manifiesto "Apelación a la República"; en los diarios que escribió... Dentro de su plenitud política, encontramos también sus discursos parlamentarios y electorales pronunciados durante los años 1931-1936, sin olvidar el que ofreció en Barcelona, "Paz, Piedad y perdón", en 1938.

A esta producción del Azaña orador y escritor hay que sumar la extensa obra escrita por historiadores, amigos, políticos, sociólogos, periodistas, entre los que se encuentran los ya mencionados Rivas Cherif y Juan Marichal; más la importante aportación de Santos Juliá, autor, entre otros, de "Vida y tiempo de Manuel Azaña: 1880-1940".

Manuel Azaña fue el político que intentó reformar España en uno de los momentos más complicados y quebró en su empeño; el intelectual que formó parte de la generación del 14; el hombre que dijo querer a su país, pero no a la España que conoció; el fundador de Acción Republicana; el jurista nieto de notarios; el burgués de familia acomodada que acabó sus días en una habitación de hotel de un pequeño pueblo al sur de Francia llamado Montauban, donde murió en compañía de su mujer un 3 de noviembre de 1940.

Hay múltiples caminos para aproximarse a este hombre tan polifacético, para conocerle un poco mejor y reflexionar sobre nuestro pasado como país. Quizás una manera sea a través de las muchísimas frases que nos dejó, entre ellas, esta: "La Historia es enseñanza, espejo en el cual debemos mirarnos si queremos poseer una imagen veraz, completa, de nuestro propio presente".

BIBLIOGRAFÍA:

• RIVAS CHERIF, Cipriano de. Retrato de un desconocido : Vida de Manuel Azaña. Oasis, 1961.
• MARICHAL, Juan. La vocación de Manuel Azaña. Cuadernos para el diálogo, 1971.
• SANZ AGÜERO, Marcos. Manuel Azaña. Círculo de amigos de la Historia, 1975.