Llegó a mis manos -antes a la vista por el color azulado de su tapa- Golowin de Jakob Wassermann (1873-1934). La editorial Navona, desconocida para mí hasta ese momento, había conseguido, con finura y precisión, destacar su libro entre el vasto bosque literario. El color, «tan azul como si de él pudieran crearse mil años de cielo azul», hace honor a una de las frases más poéticas del relato. Una sentencia certera, inamovible e incontestable de Tomas Mann en su portada: «Wassermann es la estrella mundial de la novela»; aporta el veredicto final, ya poco importaba de qué tratase, Golowin se había convertido en un ineludible.
[Seguir leyendo] Golowin (y María von Krüdener)