Gnacio Manisco, destinado a una vida de bracero, decide probar suerte en América, cuando comprueba que para su amo -y para Dios- no es más que un piojo, animal del que ni siquiera Noé se había acordado de salvar del diluvio. Gnacio es un hombre de tierra adentro que odia y teme el mar, pero a pesar de ello -voluntad no le falta- emprende la travesía a Nueva York.
En Estados Unidos consigue una pequeña fortuna y decide volver a su tierra, Vigata (lugar imaginario, en Sicilia, donde Camilleri sitúa muchas de sus obras), y comprar una finca donde establecerse. Se enamora de un terreno o más bien de un olivo milenario que hay en el mismo y, aunque la finca está junto al mar, la compra, la trabaja y se construye una casa -una habitación, luego otra y otra más...- sin ninguna ventana al mar, para ignorar su existencia.
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