El salvaje son dos historias paralelas que acabarán cruzándose. Una, la de Juan Guillermo, un muchacho devastado por la muerte en un barrio miserable de México Distrito Federal: la de su hermano, primero, asesinado por una banda de jóvenes ultracatólicos, conocida por Los buenos muchachos, protegidos por gente poderosa y adinerada y por la mafia policial; tres años después, la muerte de sus padres y de su abuela, asolados por la desaparición del mayor de los hijos. Huérfano, hundido y solo, Juan Guillermo decide vengar el asesinato de su hermano querido, que era su héroe y modelo a seguir e imitar, y honrar la memoria de sus primogénitos y de su abuela, cuya única razón de vivir era su adorado Juan Guillermo. Sólo el amor por Chelo, a pesar de los celos, consigue salvarle de la desesperación.
La otra historia, inspirada en La llamada de lo salvaje, de Jack London, es la de Amaruq, un indio mestizo de Canadá, empecinado en cazar al lobo más fiero de todo el territorio inuit, Nujuaqtutuq -"salvaje" en esa lengua-, macho alfa de la manada al que ningún otro lobo puede enfrentarle.
Ambas historias tienen en común al lobo como personaje esencial de la novela, quintaesencia del salvaje: el lobo Nujuaqtutuq, y Colmillo, hijo de éste, que por azar del destino fue a parar a manos de Juan Guillermo. Dos lobos y dos clases de violencia: la que ejercen aquéllos, obligados por la supervivencia, y por tanto, bajo el signo de la nobleza porque no es violencia vengativa sino digna, y la violencia descarnada, cruel, despiadada, ésta sí, bajo el dominio de la venganza, que sólo puede ser humana: la que ejerce la banda de ultrarreligiosos contra quienes no comulgan con su verdad fanática, y la del propio Juan Guillermo para conjurar la muerte cruenta de su hermano mayor a manos de aquéllos. La suya se confunde y se identifica con la de Colmillo, su lobo salvaje que los anteriores dueños nunca lograron domesticar y él intenta desesperadamente.
[Seguir leyendo] Todo objeto se mantiene en estado de reposo...