Chile es semillero de poetas, a pesar de que apenas se lee poesía porque apenas se lee y los muchos poetas vivos son poco o nada conocidos incluso entre ellos mismos y algún crítico distraído. Antes de concederle el Premio Nobel a
Neruda, éste sólo era nombrado, y no mucho, por las élites políticas debido a sus cargos públicos y en parte a sus misiones diplomáticas, que no por sus obras.
Gabriela Mistral fue una perfecta desconocida hasta bien entrados los años 90, gracias a un busto en el centro de Santiago, a un costado de la Biblioteca Nacional, y un intento de rescate ya en democracia que no dio grandes resultados; y
Vicente Huidobro, a pesar de ser el verdadero creador del Creacionismo, era un poeta maldito, proscrito por sus conocidas desavenencias con Neruda, que ni siquiera los vientos libertarios post-dictadura han conseguido resucitar.
[Seguir leyendo] Qedeshím Qedeshóth