Siempre tengo que pensarlo antes de hablar: "Cerdeña pertenece a Italia, ¿no? Sí, sí, es una isla italiana", me digo. Esta duda me ha asaltado continuamente al leer La acabadora, la primera novela de Michela Murgia. La peculiaridad, la idiosincrasia y el alejamiento de esta isla con respecto a su ámbito administrativo la convierten en un territorio especial y desconocido. Así lo perciben también los personajes del relato, sardos de pura cepa, orgullosos de su tierra y diferentes de sus compatriotas continentales.
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