Entre dejar un cadáver joven y bello para la eternidad o aislarse del mundo en busca de una paz que le redimiera de las secuelas de una guerra que lo dejó estigmatizado, Salinger eligió la segunda opción, aunque dentro del territorio literario personalizara sus miedos haciendo realidad, en más de una ocasión, la primera.
[Seguir leyendo] El escritor invisible