Walter Benjamin se plantea si la poesía lírica es posible en el mundo moderno, y lo hace hablando de Baudelaire, al que considera el último poeta lírico.
Baudelaire pretendía ser popular, en un mundo en el las condiciones de vida impuestas por el capitalismo suponen la desconexión entre la recepción de la lírica y la experiencia de los lectores.
Para Benjamin, la filosofía debe apoderarse de la experiencia verdadera, en oposición aquella que se sedimenta en la existencia de las masas. El orden social alimenta falsas ilusiones de autoconsciencia, mientras va succionando la savia viva de la experiencia auténtica.