Las palabras tienen vida propia. Y más larga que la nuestra. Estaban aquí 50.000 años antes de que naciéramos y seguirán aquí mucho después de que hayamos dejado de tener una lengua con la que pronunciarlas.
Hay palabras que son como turistas aventureros, que viajan de lugar en lugar cambiando de significado, igual que el turista cambia de ropa en función del lugar que va a visitar. En un idioma del centro de Camerún, “nasry” significa “hombre blanco”. La palabra viene del árabe “nasry” o “nasary” que significa “cristiano”. Y el origen último de ese “nasary” no es otro que la ciudad de Nazareth.