Así describe Max Aub una feria de libros antiguos en Barcelona:
“La gente revoloteaba y picaba en los tomos dispuestos en mostradores o cajoncillos. Salían a la venta tomos desparejados, folletos, novelas por entregas, tomos encuadernados de revistas desaparecidas, zaragozanos, guías, ejemplares faltos de cubiertas o con pliegos repetidos, volúmenes sueltos e incompletos de colecciones rebuscadas, devocionarios y algún mirlo blanco, sucio y cansado de tanta mano y poco ojo.”