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Club de lectura en WhatsApp

Ana María Martínez 26 de Abril de 2017 a las 12:26 h

¿Te gusta leer? ¿Te apetecería intercambiar ideas y compartir impresiones sobre tus lecturas?
La Biblioteca de Ciencias Políticas y Sociología va a crear un club de lectura, en WhatsApp, a través del cual propondrá la lectura de libros de su colección de literatura.

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Los libros de la Guerra

Susana Corullón 19 de Julio de 2011 a las 11:44 h

Hace unos meses, para conmemorar el 80 aniversario de la II República, publicamos un post sobre los libros que tenemos en la biblioteca, publicados entre 1931 y 1936. En esa ocasión nuestra compañera Marta Torres nos sugirió que completáramos aquel listado con otro correspondiente a los libros de los años de la guerra.

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Cartel de Vicente Vila Gimeno

Un canon para internautas

Susana Corullón 13 de Enero de 2011 a las 11:52 h

Harold Bloom en "The Western canon", trataba de establecer la lista de libros imprescindibles, que el lector de nuestra época no se podía perder. Es evidente que en una sola vida, es imposible leer todas las obras importantes no sólo de la tradición occidental, sino como apunta Umberto Eco,  sino de todas las culturas del planeta.

A la hora de elaborar los programas de estudios, el posible canon debería ser tenido en cuenta, para garantizar una cultura media aceptable en los ciudadanos. Pero existe la limitación temporal a la que antes nos referíamos y además ahora se cuenta con una herramienta de la que se carecía en otras épocas de la humanidad: Internet.

En su libro: Como hablar de libros que no ha leído, Pierre Bayard señalaba, que no es necesario leer un libro en su totalidad para comprender su importancia y citarlo con propiedad, si tenemos datos suficientes sobre su contexto e implicaciones. No es necesario haber leído entero el Eclesiastés para utilizar con propiedad la frase: "Vanidad de vanidades".

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Red de Universidades Lectoras

17 de Diciembre de 2010 a las 11:36 h

La idea de formar una Red de Universidades Lectoras, surgió en 2006, a raíz de la celebración en Badajoz del I Simposio Internacional de Universidades Lectoras, que organizaron las Universidades de Extremadura, Sevilla y Alicante. Posteriormente se han adherido al proyecto 21 universidades.
El objetivo fundamental de la Red es "potenciar el papel de la lectura y la escritura en la Universidad, no sólo como herramientas de trabajo (la llamada "alfabetización académica") sino como vehículo de promoción integral del universitario."

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La tentación está en la estantería

Susana Corullón 27 de Mayo de 2010 a las 13:53 h

Entre el 31  de mayo y el 1 de Junio, se celebrará en Guadalajara (México), el II Encuentro de Rectores de las universidades latinoamericanas, organizado por Universia con el  objetivo de reflexionar sobre los desafíos de la universidad ante  el mundo globalizado. Desde la página del Encuentro, y también desde las redes sociales, Universia anima a aportar ideas, a todos los agentes sociales interesados en contribuir al debate.

El pasado 12 de mayo, fue entrevistado en este marco Alfonso Alcántara a través de Twitter. Alfonso Alcántara es coach y consultor de empleo,  publica el blog Yoriento.com y es uno de los usuarios de Twitter más populares (@yoriento) y activos de España.

Al preguntarle sobre qué materias deberían impartir las universidades para mejorar la integración de los alumnos en la empresa, su respuesta fue:

"-¡No más asignaturas! Los universitarios tienen que experimentar más y desarrollar iniciativas, no recibir más contenidos".

Según él, los planes de estudios deberían estar marcados por la sociedad, en un mundo en que saber comunicarse es casi tan importante como dominar los contenidos.

El saber está ahora en todas partes, y la universidad debe estar abierta para recibir las aportaciones de toda la sociedad.

Y como estaban en Twitter, ésta fue su síntesis en ciento cuarenta caracteres sobre el futuro de la universidad:

"Las universidades serán centros certificadores y evaluadores de calidad, pero el conocimiento ya no les pertenece".

 

Estamos en plenos exámenes y desde aquí no pretendemos en absoluto desmoralizar a los alumnos, pero sí tentarles un poco.

A veces conviene tomar distancias y desconectar un rato con lecturas menos académicas, por eso durante la época de exámenes estamos presentando en el expositor de la biblioteca una selección de literatura, breve y apetecible. Por el momento parece que la iniciativa funciona y algún que otro lector ya ha caído en la tentación.

 

  La tentación está en la estantería

Libros con valor añadido

Susana Corullón 6 de Mayo de 2010 a las 09:56 h

Durante los años que trabajé en el mostrador de préstamo de la biblioteca, no era raro ver llegar a un usuario, que tenía interés por un determinado ejemplar de un libro. Le daba igual que hubiera cinco disponibles en buen estado, porque  él quería precisamente era aquel de las tapas azules. Después te explicaba que el lector anterior había subrayado el texto con tan buen criterio, que bastaba con leer los pasajes señalados para ir a lo esencial. Esta conducta chocaba con nuestro interés por mantener los libros  impolutos, pero al cabo de los años, en plena efervescencia del libro digital, Amazon y su Kindle dan la razón a aquel usuario.

Leemos en el blog de Enrique Dans, que Amazon presenta una nueva función para el Kindle, que permite acceder a las estadísticas de los textos que hayan sido más destacados por los lectores. El mismo Kindle nos puede avisar, según estamos leyendo, de que ese pasaje ha sido ya seleccionado antes por otras personas.

Para algunos esto puede ser  una amenaza para  la privacidad y el recogimiento necesarios en el sacrosanto ejercicio de la lectura, pero otros ven la iniciativa con entusiasmo, porque ayuda a convertir la lectura en algo social.

El Kindle permite seleccionar fragmentos de los libros, pasarlos a archivos de texto y compartirlos en las redes sociales. En la misma línea estarían las redes sociales de lectores,  cada vez más extendidas. Existen  plataformas como Library Thing o Entrelectores, que permiten compartir opiniones y recomendaciones sobre los libros. Estas comunidades virtuales cada vez tendrán un papel más importante para localizar contenidos culturales en la red, de forma paralela a los agentes que hasta ahora lo han hecho de forma oficial como libreros, bibliotecarios o críticos literarios. Las posibilidades pueden ser interesantes si tenemos en cuenta los intereses comerciales y de todo tipo que a veces se esconden detrás de la cultura oficial.

  Libros con valor añadido

Matar al libro

Susana Corullón 22 de Abril de 2010 a las 10:23 h

 

Este grito de guerra lo leíamos hace poco en  el blog de Enzo Abbagliati . Superada la estupefacción inicial, el autor explicaba de forma más clara sus intenciones:

"Con el libro está pasando como con los padres, o como con la autoridad en general: a veces hay que matarlos simbólicamente (o en forma real) porque es la única manera de avanzar"

¿Exagerado? Quizás. La reflexión parte de la lectura de un artículo de La Vanguardia, en el que se analizaban los resultados del reciente estudio sobre los hábitos de lectura en los niños y jóvenes, llevado a cabo por el Condell Cátala del Lliure Infantil i Juvenil (CLIJCat). Según dicho estudio, el tiempo dedicado a la lectura entre los jóvenes de 14 a 16 años, ha disminuido notablemente en los últimos 5 años. Entre las actividades preferidas en esta franja de edad, leer ocupa el séptimo lugar, sólo antes de dormir y ordenar la habitación.

Los datos pueden parecer descorazonadores, sobre todo para aquellos que trabajamos con libros, y que dentro de unos años tendremos a estos jóvenes entre nuestros usuarios. Pero a poco que reflexionemos nos damos cuenta de que los resultados habrían sido distintos, si en lugar de identificar la lectura con los libros, se hubiera partido de un concepto más flexible de ésta. Incluso en una de las recomendaciones finales del informe, se reconoce la necesidad de adoptar una perspectiva amplia del hábito lector, no circunscrito estrictamente al libro, sino que además tenga en cuenta el interés que despiertan las TIC entre los jóvenes.

Abbagliati apuesta por atender al ecosistema de la lectura, que hasta hace poco quedaba ensombrecido por la primacía incuestionable del libro como formato.

Hasta ahora el libro ha sido el principal vehículo de transmisión del conocimiento, y también  hasta hace no mucho, el principal soporte de la industria cultural. Nuestra generación aún ha sido educada en estos principios y nos resultará muy difícil cambiarlos, pero explicar nuestra nostalgia decadente a la próxima generación cada vez va a ser más difícil.

Estos días ha circulado por la red el vídeo de un montaje en el que una niña expresa los deseos de un nativo digital: "me encantan las bibliotecas, los libros y las historias, pero soy una nativa digital y quiero una biblioteca online que sepa lo que yo necesito. Que tenga mucho multimedia, quiero que todo sea rápido y fácil, quiero poder añadir mis cosas y poder compartir las de otras personas".

Pero dejemos ya de poner como excusa a los nativos digitales, nuestra generación también es cada vez más exigente. Leemos en el blog de Nieves González, bibliotecaria de la Universidad de Sevilla,  que según una encuesta  realizada a profesores universitarios en EEUU recientemente, sólo un 10% de los científicos usan los recursos impresos de las bibliotecas.

Como decía aquel bibliotecario loco del cuento con el que inauguramos este blog: "los libros son intentos de encapsular el universo [...] compañeros bibliotecarios [...] coged vuestras tijeras y..."

Feliz día del libro a todos...y de la lectura.

  Matar al libro

Por la lectura

23 de Abril de 2009 a las 11:10 h

 

 

 

El otro día ofrecíamos a los profesores del Campus una sesión de formación sobre el acceso a las bases de datos. Una profesora agradecida nos envió este estupendo regalo: Un texto de Jose Luis Sampedro sobre la lectura, que os ofrecemos para celebrar el Día del libro:

 

  "Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un  Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de  jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no  tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía  su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con  libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus  'clientes' éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo  cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la  semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.

  Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo  madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho  cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón  exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al  principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de  guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato  mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por  ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran  quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo.

  Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban  y a veces también ellas quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de  que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres  que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una  joven bibliotecaria les descubriera otros mundos.

  Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de  atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias  tanto de familiares como de los propios enfermos, fue creada por  iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado  cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con  largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer  a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que  el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a  la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus  usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades  que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos  pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro.

  Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón  bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de  pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada  libro prestado en concepto de canon para resarcir -eso dicen- a los  autores del desgaste del préstamo.

  Me quedo confuso y no entiendo nada. En la vida corriente el que paga una  suma es porque:

  a) obtiene algo a cambio.

  b) es objeto de una sanción.

  Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la  adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por  cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y  fomentar la lectura?

  Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación? ¿Acaso  dejaron de cobrar por el libro?.. ¿Se les leerá menos por ser lecturas  prestadas? ¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como  cuando una fábrica regala muestras de sus productos? Pero, sobre todo: ¿Se  quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos  leídos? No entiendo a esa Europa mercantil. Personalmente prefiero que me  lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la  difusión de mi obra.  Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de  autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en  diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña."

  ¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!

  Por la lectura


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