Se abrieron las puertas y se vio reflejado en las aguas verdes de sus ojos. Sintió una especie de vértigo y supo que era la mujer de su vida. El ascensor iba lleno y él dudó un instante. Le pudo más su buena educación que su instinto. Cuando salió a la calle, todavía alcanzó a ver cómo la mujer se alejaba noche abajo del brazo del tipo al que le había cedido el sitio en el ascensor...
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