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¿La ultima bandera?

Susana Corullón 16 de Diciembre de 2009 a las 09:49 h

Al final de uno de uno de los capítulos del libro "Lacrimae Rerum", Slavoj Zizek se pregunta: ¿Qúe ocurre, pues, cuando esta función del Sabio queda en suspenso?". Todo lleva a pensar que ahora nos encontramos en un momento así.

Para Zizec,  lo que define a la autoridad es no dejarse atrapar en el círculo del intercambio: si algo es respetado y se reconoce como valioso y necesario, recibimos con gusto sus dones y nos aprovechamos de ellos, pero no pensamos en corresponderlos porque nos hallamos a otro nivel.

Pero el ciberespacio se nos vende como el lugar utópico de la sociedad del intercambio. Independientemente de la posición que ocupemos en la "Larga Cola" nuestras aportaciones como usuarios son siempre valiosas, pero valiosas ¿Para qué? Como nos recuerda Marcos Ros en su blog: la Larga Cola está llena de basura. La inteligencia colectiva puede producir maravillas, pero también repite, copia, difama, miente...

Nos parece que el ciberespacio hubiera abolido las reglas objetivas de la realidad: se acortan el tiempo y el espacio, podemos jugar a tener otra personalidad, incluso la ley del olvido de nuestras vivencias pasadas es superada con registros que no se borrarán nunca, o personas que nos reconocen y nos recuerdan.... Zizec nos para los pies ante este entusiasmo y nos recomienda  una actitud conservadora, como la de Chaplin ante el cine sonoro.

Afortunadamente, aún estamos en un proceso de transición, en esa tierra de nadie en la que aún somos conscientes de aquello a lo que nos enfrentamos, antes de hundirnos hasta las cejas en la nueva realidad.

La informatización puede afectar a  nuestra experiencia cotidiana, de forma que la línea de demarcación entre la  "vida verdadera" y su simulación ilusoria a veces se desdibuja. Ahora la naturaleza se puede simular hasta el punto de generar experiencias "verdaderas",  como las de la realidad virtual. Somos cautivados por la falsa transparencia de un entorno lo más amigable posible, tras del que se esconde una tecnología opaca. Lo que ocurre en el interior del ordenador es tan incomprensible como el azar que rige nuestra vida, ¿A Quién puede preocuparle eso?

Pero un espacio virtual,  carente de las limitaciones objetivas que el sentido de la realidad pone a nuestra libertad, puede poner en peligro la percepción de nuestro cuerpo y su relación con el entorno: "No hay nada más frustrante que el exceso de libertad".

Según Jameson, una de las antinomias de la posmodernidad es la que se produce entre el construccionismo y el esencialismo: por un lado la idea de que todo es un constructo social contingente, y por otro lado la búsqueda de un fundamento firme.

La consecuencia de esto serían los fundamentalismos, pero también podríamos entender así el auge actual de la ecología.

La ecología aparece como la única respuesta firme al relativismo posmoderno: "Ofrece la naturaleza misma, el frágil equilibrio del ecosistema  de la Tierra, como punto de referencia que marca la Medida justa, el Límite insuperable de nuestros actos", pero  esta misma pretensión  de proporcionar una justificación objetiva de los límites no es más, según Zizek,  que una nueva versión de la ideología.

  ¿La ultima bandera?

Copenhague y el negocio del cambio climático

Antonio Poveda 11 de Diciembre de 2009 a las 18:59 h

Desde el día 7 de diciembre especialistas y expertos científicos en la cosa esta del medio ambiente se han reunido en la fría Copenhague para tratar de compensar un poco lo que parece que es un calentamiento global que es casi casi inminente. Lo cierto es que aquí el clima no para de dar razones a los que pregonan que el cambio climático, el nuevo paradigma científico ya esta aquí. El verano ha sido caluroso, el otoño no lo ha sido menos, no llueve, no hace frío, desde cualquier alto se aprecia una boina nada saludable que envuelve Madrid...sin duda ya esta aquí.

Escribir un rato sobre el cambio climático y los desastres que nos esperan a todos es algo que puede parecer hasta aburrido. A día de hoy, sólo con hojear un par de periódicos (en texto o electrónicos) y un par de webs, e incluso viendo un poco las noticias te enteras de cómo está el asunto. Bueno, o no.

La verdad oficial, la que nos llega es información que no por basarse en datos demostrables es menos apocalíptica. Parece como si intentaran hacer reaccionar a la población a golpe de titular catastrófico.

"La Tierra se está calentando cada vez más." (BBC)

"Los efectos del cambio climático que se cierne en nuestro planeta, aceleran otros peligros ocultos hasta ahora (Ecoticias.com)"

Un estudio afirma que llueve menos en Madrid por el cambio climático y la contaminación

La década 2000-2009 es la más calurosa desde que hay registros

...y así hasta el infinito.

Desde luego no vamos a negarlo. Pero sin quitar la importancia que merece la contribución del ser humano a la destrucción del planeta, hemos también de considerar que hasta cierto punto, la Tierra tiene su propia dinámica, se autorregula, cambian las temperaturas, su forma y condiciones. El Mediterráneo ha podido desecarse y volver a inundarse varias veces en los 5000 millones de años que tiene el planeta.

Lo cierto es que hay otra parte, mas silenciada a mi parecer. Aquella que defienden los científicos que niegan la amplitud del cambio climático.

Un magnífico artículo de Henry Kamen cuestiona la excesiva alarma climática y la conversión el nuevo paradigma en un estupendo negocio para gobiernos, industrias, ciencias, etc. Habla de la modificación intencionada de datos por parte de los investigadores para complacer a quien subvenciona sus trabajos, de correos interceptados donde se habla de la exageración de resultados, en parte inflados y falsos, "La larga «lista de científicos oponiéndose a la tendencia general de la valoración científica del calentamiento global»", los beneficios de los profetas del cambio climático tipo Al Gore, del "negocio de Copenhague", etc...
Puntos de vista para todos los gustos. Creo que Copenhague y su cumbre esta destinada al fracaso desde que los países que mas contaminan (EE.UU., China, India) se niegan a fijar límites de emisiones de CO2, dan la espalda al problema y se limitan a declaraciones de buenas intenciones. Y sobre todo destinada al fracaso porque como seres humanos nos costaría renunciar (a las poblaciones desarrolladas sobre todo), sería imposible renunciar al modo de vida tan cómodo, tan energéticamente insostenible que tenemos por bandera.

Visita, consulta, llévate a casa libros de nuestros fondos sobre cambio climático y medio ambiente.

Antonio Poveda.

  Copenhague y el negocio del cambio climático

Decrecimiento II

Susana Corullón 3 de Diciembre de 2009 a las 09:30 h

Hoy jueves día 3, a las 11:30, tendrá lugar, en el Salón de actos del sótano de  la Facultad de Políticas una conferencia sobre "Decrecimiento" a cargo de Serge Latouche, con presentación de Carlos Taibo.

Hace unos meses publicamos una entrada sobre este tema, que reproducimos otra vez para los lectores interesados:

 

A poco que ahondemos en los orígenes de esta crisis económica nos daremos de bruces con la desmesura, y su fiel acompañante, la búsqueda infinita del crecimiento. Muchos dirigentes han buscado en Keynes ideas para salir de la crisis. Pero pocos han llegado hasta el final en la comprensión de su pensamiento: "La dificultad no es tanto concebir nuevas ideas como saber librarse de las antiguas". Si las consecuencias del "cada vez más"  son las que ahora vivimos habrá que librar a la sociedad contemporánea de las limitaciones que le impiden ir más allá y vislumbrar otro tipo de soluciones.

¿Qué hacer cuando a la desmesura del sistema se une una crisis de valores humanistas, que permite que todo abuso sea posible? Parece que el sistema económico tomara su fuerza precisamente del apoyo de los ciudadanos: en los países desarrollados la población está encantada con su modo de vida, mientras que los países pobres desearían alcanzarlo. Pero las cosas  no son tan simples. Es tendencioso pensar que los habitantes de los países del sur deseen el desarrollo a cualquier precio, como lo es no tener oídos para las voces críticas que surgen en occidente. Sea como sea, nuestro deber es alimentar esta conciencia crítica y mostrarle los cauces por los que manifestarse. Cualquier cosa antes de caer en un fatalismo paralizador.

Como los discursos que se quedan en palabras pierden su interés y terminan sonando a hueco, es fundamental asimilar la actitud de consumidores responsables, que querámoslo o no, es el papel que nos toca hacer en esta película.

Humilde y valioso,  todo un símbolo de la ideología del decrecimiento es el carrito de la compra. Es la síntesis perfecta entre la utilidad y lo placentero. Nos permite hacer ejercicio, disfrutar del contacto con nuestros vecinos y con nuestro entorno y además,  reducir la emisión de CO2 a la atmósfera. Haciendo nuestras compras cerca de casa contribuimos a mantener el empleo en el pequeño comercio. Puede que haya menos variedad de productos, pero seguramente han sido producidos más cerca de nuestro entorno, con la consiguiente disminución de  gastos innecesarios en transporte.

La globalización nos ha hecho creer en la falacia de que en el mundo han desaparecido las distancias,  pero la tierra sigue midiendo los mismos kilómetros de siempre, y a cambio de la inmediatez pagamos un alto coste en contaminación, sin contar con las indeseables consecuencias de la deslocalización en la producción de los bienes necesarios.

Saber limitarse no tiene nada que ver con la frustración. Aprender a apreciar las cosas sencillas que tenemos más cerca,  es mucho más difícil que dejarse llevar por los estímulos y la actividad sin freno.

Para decrecer es necesario desintoxicarse de la adicción al crecimiento. Sin la fe en el crecimiento indefinido, la única opción será  la sobriedad y el reparto de lo que hay de forma más equitativa. Cambiar la cantidad por la cualidad, la velocidad vertiginosa del consumo a bajo coste, por  la marcha reposada de la vida: "La vida seria avanza a tres kilómetros por hora - le decía en una carta Fernand Léger a Le Corbusier- , es decir, al paso de una vaca en un camino. El peligro de una vida como la nuestra es creer en los 1.200 kilómetros por hora del avión, y que ese truco cambie lo que es la creación, sea  ésta artística o científica. Eso va contra las reglas de las grandes fuerzas de la naturaleza: un árbol tarda diez años en convertirse en un árbol. ¿Y un gran cuadro? ¿Y una hermosa novela? ¿Y un buen invento? Tres kilómetros por hora, señor, ¡y aún!".

 

  Decrecimiento II

Decrezcamos

Susana Corullón 15 de Julio de 2009 a las 11:42 h

A poco que ahondemos en los orígenes de esta crisis económica nos daremos de bruces con la desmesura, y su fiel acompañante, la búsqueda infinita del crecimiento. Muchos dirigentes han buscado en Keynes ideas para salir de la crisis. Pero pocos han llegado hasta el final en la comprensión de su pensamiento: "La dificultad no es tanto concebir nuevas ideas como saber librarse de las antiguas". Si las consecuencias del "cada vez más"  son las que ahora vivimos habrá que librar a la sociedad contemporánea de las limitaciones que le impiden ir más allá y vislumbrar otro tipo de soluciones.

¿Qué hacer cuando a la desmesura del sistema se une una crisis de valores humanistas, que permite que todo abuso sea posible? Parece que el sistema económico tomara su fuerza precisamente del apoyo de los ciudadanos: en los países desarrollados la población está encantada con su modo de vida, mientras que los países pobres desearían alcanzarlo. Pero las cosas  no son tan simples. Es tendencioso pensar que los habitantes de los países del sur deseen el desarrollo a cualquier precio, como lo es no tener oídos para las voces críticas que surgen en occidente. Sea como sea, nuestro deber es alimentar esta conciencia crítica y mostrarle los cauces por los que manifestarse. Cualquier cosa antes de caer en un fatalismo paralizador.

Como los discursos que se quedan en palabras pierden su interés y terminan sonando a hueco, es fundamental asimilar la actitud de consumidores responsables, que querámoslo o no, es el papel que nos toca hacer en esta película.

Humilde y valioso,  todo un símbolo de la ideología del decrecimiento es el carrito de la compra. Es la síntesis perfecta entre la utilidad y lo placentero. Nos permite hacer ejercicio, disfrutar del contacto con nuestros vecinos y con nuestro entorno y además,  reducir la emisión de CO2 a la atmósfera. Haciendo nuestras compras cerca de casa contribuimos a mantener el empleo en el pequeño comercio. Puede que haya menos variedad de productos, pero seguramente han sido producidos más cerca de nuestro entorno, con la consiguiente disminución de  gastos innecesarios en transporte.

La globalización nos ha hecho creer en la falacia de que en el mundo han desaparecido las distancias,  pero la tierra sigue midiendo los mismos kilómetros de siempre, y a cambio de la inmediatez pagamos un alto coste en contaminación, sin contar con las indeseables consecuencias de la deslocalización en la producción de los bienes necesarios.

Saber limitarse no tiene nada que ver con la frustración. Aprender a apreciar las cosas sencillas que tenemos más cerca,  es mucho más difícil que dejarse llevar por los estímulos y la actividad sin freno.

Para decrecer es necesario desintoxicarse de la adicción al crecimiento. Sin la fe en el crecimiento indefinido, la única opción será  la sobriedad y el reparto de lo que hay de forma más equitativa. Cambiar la cantidad por la cualidad, la velocidad vertiginosa del consumo a bajo coste, por  la marcha reposada de la vida: "La vida seria avanza a tres kilómetros por hora - le decía en una carta Fernand Léger a Le Corbusier- , es decir, al paso de una vaca en un camino. El peligro de una vida como la nuestra es creer en los 1.200 kilómetros por hora del avión, y que ese truco cambie lo que es la creación, sea  ésta artística o científica. Eso va contra las reglas de las grandes fuerzas de la naturaleza: un árbol tarda diez años en convertirse en un árbol. ¿Y un gran cuadro? ¿Y una hermosa novela? ¿Y un buen invento? Tres kilómetros por hora, señor, ¡y aún!".

Deseamos a todos unas felices vacaciones, serenas y mesuradas.

  Decrezcamos

Menos es más : introducción a la filosofía del decrecimiento / Nicolas Ridoux ; prólogo de Jean-Claude Besson-Girard ; traducción de Joana Mercader

La Senda Real

Susana Corullón 15 de Junio de 2009 a las 13:51 h

Para muchos de nosotros, la Senda del Rey  es esa calle estrecha que desde el Puente de los Franceses transcurre entre las facultades del la UNED, y las dependencias del Consejo Superior de Deportes. Pero lo que recorremos es solamente un pequeño tramo de la antigua Senda Real, un sendero de Gran Recorrido, que comienza en la Estación de Príncipe Pío, y termina a 47 Km. y medio, en el municipio de Manzanares el Real, en plena sierra de Guadarrama.

La senda data de los tiempos de Enrique III, y en principio servía para comunicar el Palacio Real con el palacio de El Pardo. Sobre su antiguo trazado se construyó la carretera de El Pardo, y hasta el cierre de la M-30 en su lado oeste, era posible seguirla por un camino paralelo que transcurría entre espeso arbolado. 

En los años 90, el alpinista Félix Sánchez sufrió un serio accidente de montaña. Durante su convalecencia, y ante el temor de quedar impedido y con la sola opción de caminar, reparó en la dificultad de salvar el obstáculo del tráfico de Madrid para escapar hacia la sierra. Apoyado por otros ecologistas, entre todos pusieron en marcha el proyecto de rehabilitar el tramo inicial de la Senda Real.  La idea cayó bien tanto  en el Ministerio de Fomento como en Patrimonio Nacional, que  construyeron una pasarela para salvar los nudos de carreteras. También el  Ayuntamiento de Madrid y el Consorcio de la Ciudad universitaria secundaron  la iniciativa, y por fin, el pasado 27 de Mayo, quedó inaugurada la rehabilitación del tramo inicial de la senda. De nuevo es posible salir de Madrid sin utilizar el coche.

Susana Corullón

 

  La Senda Real

Esquema de la Senda Real (Ver más grande)


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