Vamos a tratar de dos películas que a primera vista no parecen tener nada que las aproxime: ni el qué, ni el dónde, ni el cuándo, ni el cómo, ni el por qué de lo que nos cuentan; nada en torno a sus protagonistas parece acercarlos, y, sin embargo, sí tienen estos dos seres tan dispares algo fundamental en común: su habilidad para la estafa, su destreza para asumir falsas identidades y su decisión de convertir esas dotes en oficio.
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