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A pesar de la crítica

Javier Gimeno Perelló 23 de Octubre de 2013 a las 10:44 h

Laura Restrepo: Hot sur. Planeta, 2013

Si antes de leer una novela, de ver una película o de asistir a la representación de una obra de teatro o a un concierto, uno  leyera antes sus críticas y viera que todas son negativas, acaso nunca gozaría de tal novela ni disfrutaría de otras obras y espectáculos. Por eso, me he alegrado de haber leído este, por el momento, último libro de la colombiana Laura Restrepo antes de haber conocido las varias críticas, todas negativas, que pululan por la red.

Si de algo sirve conocer de antemano las críticas de una obra, sean aquellas benevolentes o inmisericordes o todo lo contrario, es que te predisponen para bien o para mal hacia el objeto en cuestión. Lo que de bueno tiene conocerlas después de pasearnos por la obra es que pueden aportar algo al juicio que de ella nos hemos formado mientras la abordábamos.

Esto último es lo que me ha ocurrido con Hot sur de la Restrepo. Empezaré hablando de mi primera impresión acerca de la novela y acabaré con las críticas leídas después y lo que quiero expresar ante todo es que me ha costado mucho colocar el marcapáginas cada vez que tenía que interrumpir su lectura. Siendo de este modo, cabría afirmar que estamos ante una excelente novela pero no es así. Matizo: me pareció una novela estupenda hasta que empecé a observar ciertos errores de la trama que luego fueron corroborados por algunas de las críticas que leí a posteriori. Y algunos otros aspectos que no me gustaron, como lo que es, a mi juicio, un abusivo empleo de modismos y argots ingleses, muchos, además, transcritos en la propia lengua original, sin venir a cuento.

 

Lo primero que es preciso señalar -y en esto sí coincidimos con algunas críticas- es que no estamos exactamente ante un thriller, como el editor presenta la novela en la contracubierta de la presente edición a modo de reclamo publicitario. Aunque tiene elementos propios de ese género, no cabe duda de que es más que eso, mucho más: a los episodios de acción, intriga, algo de suspense incluso, característicos del thriller, el relato presenta situaciones y personajes cuya tipología, en especial de la protagonista, del profesor del taller literario o de su padre, tienen poco o nada que ver con los habituales de aquel género.

En Hot sur se mezclan al menos dos tramas con la principal: la historia de María Paz, una muchacha colombiana inmigrante en Estados Unidos dotada de un sugerente atractivo físico, casada con un exmilitar de origen checo. Hasta aquí, todo normal, su vida transcurre con una cierta monotonía en un ambiente de clase media sin grandes pretensiones materiales ni intelectuales. La historia empieza a complicarse con la aparición en escena del cuñado, llamado Sleepy Joe, un sujeto ególatra y egoísta pagado de sí mismo,  atlético, fanfarrón, sinvergüenza,  interesante para algunas mujeres,  cuyo contrapunto, una suerte de religiosidad desmedida, lejos de apaciguar su carácter indómito, le vuelve exageradamente agresivo  e intransigente. Uno de los personajes mejor caracterizados, a nuestro juicio, de la novela, junto con la protagonista. A causa de su relación más bien monocorde con su marido y sexualmente pobre, María Paz se deja conquistar por el cuñado, con quien mantiene una voluptuosa relación hasta el límite de la torridez y la lujuria. La historia se complica aún más cuando, en un abrir y cerrar de ojos, la policía acusa a María Paz de formar parte en un episodio de tráfico de armas donde, además, su marido es asesinado por no se sabe quién -algo que el narrador nunca llega a desvelar- y es detenida por el FBI, salvajemente golpeada, y sin juicio ninguno, encarcelada en una de los peores y más duros presidios del país. A partir de este momento, comienza un infierno bastante bien ambientado y descrito en la novela cuyo único consuelo son las clases de creación literaria impartidas a las presas  por un joven periodista de quien María Paz llega a sentirse tan fascinada que no sabe si tal sentimiento es amor o adoración, o ambos. La de este profesor es una de las tramas secundarias que recorren la novela. A partir de aquí comienza el desenlace que no vamos a desvelar porque, a pesar de sus defectos, la lectura de esta novela es muy recomendable. Diremos para incitar la intriga del futuro lector que el tal Sleepy Joe aparecerá de nuevo al final de la historia -nunca desapareció del todo, en verdad- con una fuerte dosis de dramatismo que otorga a la novela un aire gore de lo más truculento; no muy del agrado de la crítica, por otra parte, lo que no significa estar de acuerdo con ella, sino, en todo caso, incitarnos a hacer la crítica de la crítica.

Además de la trama, que consigue atrapar al lector desde las primeras páginas, al menos a éste que escribe y a otros, la novela interesa por aspectos literarios como los diferentes planos narrativos que presenta. No se trata de una historia lineal -uno de sus atractivos, a nuestro juicio- sino que se va desvelando  partir de esos planos, que son, en esencia, cinco -no tres, como señala algún crítico: uno, el del narrador omnisciente que sobrevuela toda la novela; dos, la protagonista, María Paz, cuya narración la ejerce a través de su diario de vida desde la cárcel y las cartas que dirige a su profesor de creación literaria; tres, este profesor, cuyas peripecias constituyen, como señalábamos, una de las tramas secundarias de la novela; cuatro, un ingeniero hidráulico, a la sazón, padre de aquél, que protagoniza la otra trama secundaria y cuya relación con la protagonista va a ser determinante; y quinto, la entrevistadora de aquél, la propia autora, quien, finalmente, se confunde con el narrador omnisciente, lo que, a nuestro criterio, "hurta" como escritora la función propia de narrador. "Hurto" a todas luces innecesario y fuera de lugar, en nuestra humilde opinión.

Pero, como señalábamos al principio, la novela adolece, a nuestro juicio,  de otros fallos. Los principales, aquellos que tienen que ver con la trama primera y algún otro de la secundaria protagonizada por el profesor literario: los dos más graves, según nuestro modesto y arriesgado criterio, son: por un lado, la repentina acusación a la protagonista por parte de la policía de hallarse inmiscuida en el episodio de tráfico de armas en el cual fue asesinado su marido y de cuyo asesinato es también acusada. Este episodio se presenta sin antecedente alguno en el desarrollo anterior de la novela, lo cual despista al lector porque, de alguna manera, "no viene a cuento". El otro gran error, en nuestra atrevida opinión, se presenta cuando el profesor "descubre" de buenas a primeras, sin tampoco explicación previa ni indicio alguno, el resultado de la principal peripecia de la protagonista en la cárcel -que tampoco debemos revelar-. A partir de ese instante, el desenlace final, otras interesantes y emocionante aventuras aparte, está "cantado".

La incógnita jamás desvelada sobre la identidad del asesino del marido y los motivos de su muerte, más allá de la supuesta operación de tráfico de armas en la que sí estaba directamente involucrado el perverso Sleepy Joe, es, como decíamos, otro de los errores de la historia narrada, según creemos. O la huida  de la protagonista ante una señal de su abogado en el juicio donde se iba a dilucidar su inocencia o culpabilidad, es decir, su destino. No sólo porque fuera una huida inesperada que asombra igualmente al lector sino porque su  verdadera causa o causas no se explican en absoluto, y por consiguiente, no se entiende. O el ataque inmisericorde de los perros del ingeniero -el padre del profesor del taller literario- sin mediar provocación alguna a su dueño por parte de la víctima -cuya identidad, como en los otros casos, tampoco podemos descubrir. Errores evidentes, de todos modos, que la autora podía haber evitado de una forma relativamente sencilla aunque fuese complicando un poco más la propia trama.

Por estos y otros motivos, la crítica ha sido despiadada. Consideramos que no es para tanto porque, a pesar de todo, la narración se sostiene bastante bien, a pesar de los errores comentados, que, en cualquier caso, lo son a nuestro modesto entender y susceptibles, por tanto, de cualquier refutación. Una de las razones que la crítica aduce para demoler la novela -y, de paso, a la propia autora- es su visión "estereotipada" del inmigrante latino o la denuncia implícita del "sueño americano", de su modus vivendi o del sistema carcelario estadounidense. "... Pinta a los latinoamericanos como una horda de 500 millones de seres de piel oscura ansiosos por colarse por los huecos de la frontera estadounidense", señala el crítico Javier Munguía en su blog. Por el contrario, pensamos que no se aprecia ninguna razón subjetiva por parte de la autora de arquetipo alguno del inmigrante latino, el cual, por otra parte, suele llegar a Estados Unidos huyendo de una situación desesperada en su país de origen tras desgraciadas odiseas que en no pocos casos le cuesta la vida; posee unos caracteres raciales determinados o trata de mantener buena parte de sus costumbres, toda vez que se refugia en sus semejantes para protegerse de la dureza impuesta precisamente por ese "sueño americano" que para muchos se transforma en pesadilla, como le ocurre a la protagonista de la novela. Esta situación la describe la autora a lo largo de la obra sin que el lector perciba afán de proselitismo sino, en todo caso, cierta complicidad y comprensión hacia quienes sufren tales circunstancias, complicidad que puede ser o no compartida por el lector. La autora lo deja, en todo caso, a su propio criterio.

Laura Restrepo, además de activista política y periodista,  es autora de relatos y  novelas, entre las que destaca, Demasiados héroes (comentada en este blog por Amanda Cabo), Dulce compañía, La novia oscura o Delirio, la obra que le lanzó a la fama gracias a la concesión del Premio Alfaguara 2004, y de ensayos: En qué momento se jodió MedellínOtros niños, etc.

 

 

 

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