De la vida bienaventurada
El fragmento corresponde al capítulo XII del tratado De vita beata. En él Séneca defiende a Epicuro de las falsas interpretaciones que a menudo algunos hacen de su concepción del placer, lo que también queda destacado mediante el subrayado en el incunable. Por otro lado, si comparamos el texto con una traducción fiel al texto de Séneca, podemos comprobar la gran libertad con la que Cartagena afrontaba su tarea de traductor: "Por consiguiente, que dejen de unir cosas incompatibles y de mezclar placer y virtud, vicio que sólo adulan los peores. Quien se entrega a los placeres, siempre eructando y borracho, sabedor de que vive en medio del placer, cree que también lo hace en medio de la virtud, pues oye decir que placer y virtud son inseparables; además llama sabiduría a sus vicios y confiesa públicamente lo que debería esconder. De modo que no se entregan a los excesos impulsados por Epicuro, sino que, entregados al vicio, disimulan sus excesos en el seno de la filosofía y acuden allá donde escuchan que se alaba el placer. Y no valoran cuán sobrio y seco es aquel placer de Epicuro -así es como yo lo reconozco- sino que acuden a su nombre buscando una especie de defensa o protección para sus pasiones. Así pues, el único bien que poseían en medio de sus desgracias, el sentimiento de vergüenza por sus vicios, lo pierden. Alaban aquello por lo que se avergonzaban y se vanaglorian del vicio; y por eso ni a los jóvenes les es posible recuperarse, pues se da el calificativo de honesto a lo que no es más que innoble desidia. Esta es la razón por la que es perniciosa la alabanza del placer, porque las normas correctas quedan ocultas y están patentes las que llevan a la corrupción."
De amonestamientos i doctrinas
Séneca fue conocido a lo largo de la Edad Media especialmente por florilegios o colecciones de frases breves y sentencias con una clara finalidad moral. Los amonestamientos i doctrinas de Alonso de Cartagena son un ejemplo más. El desconocimiento del auténtico Séneca llevaba a menudo a atribuir al filósofo algunos dichos misóginos, muy frecuentes en la literatura medieval, y cuya auténtica fuente es Ovidio. Como podemos apreciar, este tipo de sentencias resultaban especialmente destacables para algunos lectores. Veamos dos ejemplos:
Ludunt formosae; casta est quam nemo rogavit
("Las mujeres hermosas se divierten; es casta aquella a la que nadie ha solicitado")
(Amores 1,8,43)
siqua <puella> metu dempto casta est, ea denique casta est;
quae, quia non liceat, non facit, illa facit!
ut iam servaris bene corpus, adultera mens est;
nec custodiri, ne velit, ulla potest.
("Si alguna muchacha es casta no por miedo al marido, ésta es verdaderamente casta; pero la que no lo hace porque no le es posible, ¡esa lo hace! Por bien que vigiles su cuerpo, su mente es adúltera, pues ninguna puede ser custodiada si no quiere.")
(Amores 3,4,3-6)
Prólogo al De providentia
Alonso de Cartagena declara en el prólogo a la traducción de De providentia, dirigida a Juan II, las razones que llevaron al monarca a encargarle su versión al castellano:
Según nos confiesa Cartagena, el rey era un gran aficionado a la lectura "quando espaçio vos dan los grandes hechos que entre las manos trahes" y su predilección por las obras de Séneca se debe a que "tan cordiales amonestamientos ni palabras que tanto hieran en el coraçon ni asi traygan en menospreçio las cosas mundanas no las vi en otro de los oradores gentiles". Por un lado el contenido y el estilo de la obra, pues "seneca tan menudas i tan iuntas puso las reglas de la virtud con estilo elocuente". Además, Séneca había nacido en Hispania, por lo que, "tenido seria si biuiese de vos hazer omenaie". Y, a pesar de que el rey Juan II tenía "grand familiaridad en la lengua latina", su "excelso i grand coraçon" quiso que "en vuestra subdita lengua se leyese lo que vuestro subdito en los tiempos antiguos conpuso". Por último, aunque ya existían compilaciones de sus dichos, al propio monarca le pareció oportuno traducir algunos libros "sacados enteramente de su original".
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