No es ninguna novedad para los profesionales de la enseñanza pública el desprecio que la presidenta de la CAM, Esperanza Aguirre, muestra por nuestro trabajo. Sigue realizando las mismas declaraciones de hace años, cuando fue ministra de Educación con el gobierno de Aznar; convierte sus palabras en armas cargadas de intención: desprestigio, insulto, arrogancia. Se mueve bien en ese territorio, un campo en el que acostumbra a encender los ánimos merced a una cuidada y demagógica puesta en escena donde campan a sus anchas su verbo y entonación distinguidos.
Sobre la enseñanza pública






