Unos dos años después de su marcha a Washington para pronunciar su mítico discurso ("I have a dream"), Martin Luther King decide volver a la carretera para reclamar que la segregación se acabe de manera realista, y en concreto para exigir el voto en esas ciudades del sur, como Selma, donde todavía les está prohibido.
Crítica de cine: Selma, de Ava DuVernay