Una compañera de colegio le dijo de pequeña a Ada que el sexo es como la montaña rusa. Con el paso de los años, y a pesar de intentar captar esa sensación, ha sido incapaz de ver el paralelismo, así que se da por rendida y decide dar prioridad al amor antes que al sexo. Será justo en ese momento cuando descubrirá esa montaña rusa con la que tanto había soñado. Lo malo es que no será con Lorenzo, el hombre a quien ama, sino con Luis, que casualmente es el mejor amigo de Lorenzo.
Crítica de cine. La montaña rusa, de Emilio Martínez Lázaro