Carlos es un sastre con una vida realmente aburrida. Trabaja a tan solo unos metros del piso de soltero donde vive en Granada y sus días transcurren cortando patrones y escuchando una monótona y desquiciante radio. Eso sí, de vez en cuando le salta la tecla y se va en busca de alguna mujer guapa para asesinarla y luego comérsela.
Crítica de cine. Caníbal, de Manuel Martín Cuenca