Jueves, 18 de Abril de 2024

Universidad Complutense de Madrid :: Arte y Monarquía en el Nacimiento y Consolidación del Reino de Aragón (1035-1134)

DOCUMENTACI�N



DOCUMENTACIÓN

Para fijar la cronología de la cabecera de Santa María de Ujué es preciso examinar los primeros documentos que mencionan juntos la iglesia y el topónimo. Desde el artículo de José María Lacarra, publicado en 1947, viene siendo identificada con las referencias a una fortaleza del reino de Pamplona llamada Santa María insertas en fuentes musulmanas. El geógrafo Al Himyari, que escribía en el siglo XV recopilando informaciones anteriores procedentes de diversos autores, al referirse a Santa María de Algarbe menciona: “Otra localidad, del nombre de Santa María, es la primera de las fortalezas que forman parte del sistema de defensa de Pamplona. Es la que está construida con más solidez y ocupa la posición más elevada. Está construida en una altura que domina el río Aragón, a una distancia de tres millas de este río” (1). Lacarra dedujo que correspondía “sin duda alguna, al castillo de Ujué, llamado en la Edad Media Sancta María de Uxua, o simplemente Sancta María”(2). Aunque se ha propuesto que la somera descripción refleje la situación de la fortaleza en el siglo X, no es posible datar la noticia con exactitud, ya que Al-Himyari compuso su obra a partir de fuentes variadas, unas más antiguas y otras menos; la mayor parte de los comentarios de carácter histórico que copia se consideran de época almohade.

Por parte cristiana ˗como reconocía Lacarra˗ Ujué no aparece en ningún documento fiable anterior a mediados del siglo XI. El listado de tenentes(3) del que dio cuenta Agustín Ubieto Arteta, revisado en profundidad por Uranga Santesteban, se inicia con Íñigo Sánchez en junio de 1055, ya en tiempos de Sancho IV el de Peñalén(4). Por tanto, el papel de Ujué en el siglo X y la hipotética monumentalización de su iglesia y castillo no pueden ser verificados documentalmente(5). ¿Hemos de pensar en una fortaleza importantísima del siglo X posteriormente desaparecida, o mejor eclipsada, hasta la recuperación de protagonismo ya a mediados del siglo XI? ¿Cabría suponer otra historia, de modo que la relevancia de Ujué se iniciara en el primer tercio del siglo XI, cuando Sancho el Mayor fortificó diversos puestos fronterizos asomados a Al Andalus, tal y como describe para Aragón una controvertida bula papal de 1084-1085?(6) ¿Habría sido edificado el castillo en tiempos de García el de Nájera, en el segundo cuarto del siglo XI? Ni el edificio hoy en pie, ni el localizado en la excavación han proporcionado restos materiales pertenecientes a los primeros tiempos de la expansión pamplonesa en el siglo X. Consecuentemente, nada podemos decir sobre los condicionamientos que una hipotética iglesia prerrománica pudo ejercer sobre el proyecto de la cabecera de finales del siglo XI(7).

La época y las circunstancias históricas que causaron la renovación de este edificio previo son conocidas a partir de las donaciones de Sancho Ramírez a las iglesias de Santiago de Funes y Montearagón, la concesión por el mismo monarca de diversas exenciones a los habitantes de Ujué y la confirmación de las posesiones de Montearagón por Pedro I(8). Para nuestro interés, que es conocer cuándo, cómo y por qué fue iniciado el templo del pleno románico, resultan de gran importancia tanto la mención de las obras en curso como su motivación.

Con respecto a la cronología, un diploma por el cual Sancho Ramírez otorga carta de dotación a Santiago de Funes afirma que el monarca estaba edificando una iglesia en Santa María de Ujué: Similiter placuit nobis uolenti animo et spontanea uoluntate et edificamus ecclesiam beate Dei Genitricis Marie in Uxue. Su fecha es problemática. En la edición más reciente, Barrios Martínez lo data el 13 de enero de 1086, conforme al texto, pero advierte que en enero de ese año era todavía obispo de Jaca el infante García, y no Pedro que es quien figura en la cláusula correspondiente (Alius episcopus Petrus in Iacha). Es uno más de los documentos problemáticos del reinado de Sancho Ramírez. Otros autores lo consideran del año 1089. Saber si el reconocimiento de la promoción regia de las obras se hizo en 1086 o en 1089 constituye asunto de cierta trascendencia para la cronología de la catedral de Jaca, debido a la evidente dependencia de Ujué con respecto a la catedral aragonesa y a edificios de ella derivados como Iguácel.

En cuanto a las motivaciones  que pudieron llevar al soberano a emprender esta obra, en el documento de concesión de exenciones a los habitantes de Ujué el rey agradece la “buena voluntad” y el “gran servicio” que le habían ofrecido(9). ¿En qué habían consistido? El texto llegado a nuestros días no lo especifica, pero al parecer sí una copia del privilegio que manejó Moret, quien expone que el soberano lo hizo “porque vosotros fuisteis los primeros que me reconocisteis por vuestro señor y rey en aquella entrada de Pamplona y me entregasteis el castillo”(10). Además, este ejemplar de la concesión estaba fechado en el mes de julio de 1076. El rey estaba agradecido porque la fortaleza de Ujué había sido la primera en reconocerlo como monarca tras el asesinato del titular de la corona pamplonesa, su primo Sancho IV el de Peñalén, por un complot en el que intervinieron miembros de la familia regia. Las concesiones resultan muy favorecedoras e incluyen una alusión a la existencia del castillo, puesto que el soberano se compromete a hacerse cargo de la reconstrucción en caso de que cayera su  fábrica(11).

Estos datos ayudan a contextualizar una obra que de otra manera resultaría inexplicable. En efecto, no son muchos los templos de finales del siglo XI en los que puede documentarse una intervención directa del monarca encaminada a la financiación de su fábrica. ¿Por qué razón, si no, habría emprendido la construcción de una iglesia de estas características? Sancho Ramírez no tuvo intención de conferirle la dignidad de capilla real, ni de establecer una pujante comunidad monástica o canónica, ni pensó en el templo como centro rector de la reconquista al sur de la muga del reino de Pamplona, condición otorgada a Santiago de Funes. En consecuencia, la promoción de una nueva cabecera es meramente un acto de agradecimiento a la población de Ujué (¿y una palmaria manifestación de devoción ala Virgenen la advocación que allí se veneraba?) que tan importante papel había jugado en un momento crítico de su reinado. La interrupción del templo pudo deberse a la muerte prematura del rey aragonés en el sitio de Huesca (1094).

Javier Martínez de Aguirre

 

Notas:

(1) Al-Himyari, Kitab ar-Rawd al-Mi’tar, trad. Mª Pilar Maestro González, Valencia, 1963, pp. 237-238.

(2) José Mª Lacarra, “Santa María de Ujué”, Al Andalus, XII (1947), pp. 484-485.

(3) Los tenentes eran nobles a quienes confiaba el monarca la custodia de un castillo y su distrito.

(4) Agustín Ubieto Arteta, Los “tenentes” en Aragón y Navarra en los siglos XI y XII, Valencia, 1973, p. 165. José Javier Uranga, Ujué medieval. Fortaleza – villa - santuario, Pamplona, 1984 pp. 53-60.

(5) Con posterioridad a los escritos de Lacarra se han publicado las colecciones documentales del monasterio de Leire, la catedral de Pamplona y Sancho el Mayor. En ninguna de ellas hay referencias a Ujué anteriores al año 1050: Roldán Jimeno y Aitor Pescador, Colección documental de Sancho Garcés III, el Mayor, rey de Pamplona (1004-1035), Pamplona, 2003; José Goñi Gaztambide, Colección Diplomática de la Catedral de Pamplona. Tomo I (829-1243), Pamplona, 1997; Ángel Juan Martín Duque, Documentación Medieval de Leire (siglos IX a XIII), Pamplona, 1983.

(6) La bula, que contiene algún error histórico, menciona específicamente los castillos de Ruesta, Ull, Sos, Uncastillo, Luesia, Biel, Agüero y Murillo, todos aragoneses, porque se dirige al obispo de Jaca. Es posible que hubiese edificaciones semejantes en la frontera pamplonesa. El texto fue transcrito por Paul Kehr, “Cómo y cuándo se hizo Aragón feudatario de la Santa Sede. Estudio diplomático”, Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón, 1 (1945), pp. 314-317.

(7) La existencia de un edificio prerrománico había sido tradicionalmente admitida por la mayor parte de los estudiosos (entre los que me cuento: Clara Fernández-Ladreda (dir.), Javier Martínez de Aguirre y Carlos J. Martínez Álava, El arte románico en Navarra, Pamplona, 2002, p. 74). Ya fue expuesta en el primer estudio histórico-artístico de la cabecera ujuetarra: José Mª Lacarra y José Gudiol, “El primer románico en Navarra. Estudio histórico arqueológico”, Príncipe de Viana, V (1944), p. 264. Las dimensiones de los arcos de embocadura de la cabecera románica hacían pensar en un templo de tres naves, siendo las laterales muy estrechas. La constatación arqueológica de que no hay restos de edificaciones del siglo X en la cabecera ujuetarra obliga a modificar el discurso.

(8) Los documentos han sido transcritos en distintas ocasiones: Ramón de Huesca, Teatro histórico de las iglesias del Reyno de Aragón, vol. VII, Pamplona, 1797, p. 301; Uranga, Ujué, docs. 1-3; Ángel Canellas López, Colección Diplomática de Sancho Ramírez, Zaragoza, 1993, docs. 85, 106, 108, 137 y 138; María Dolores Barrios Martínez, Documentación de Montearagón (1058-1205), Huesca, 2004, docs. 3 y 10.

(9) Hec est [carta] quam facio ego Sancius rex ad uos homines de Santa Maria [de Uxue] ut sit firma et durabilis in secula per bonam uoluntatem que uos [me] habuistis et pro magno seruicio que me fecistis: Luís Javier Fortún Pérez de Ciriza, “Colección de «fueros menores» de Navarra y otros privilegios locales (I)”, Príncipe de Viana, XLIII (1982), pp. 277-279

(10) José de Moret, Anales del reino de Navarra. Edición anotada e índices dirigida por: Susana Herreros Lopetegui, Pamplona, 1989, vol. III, nº 668 (p. 490).

(11) Et si cadet illo castello, rex faciat facere.

 




Arte y Monarquía en el Nacimiento y Consolidación del Reino de Aragón (1035-1134)
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