Algunos aspectos del uso de que
en el español conversacional
(que como introductor de
oraciones “independientes”)
clac 3/2000
Margarita
Porroche Ballesteros
Universidad
de Zaragoza
1. El objeto de la presente
comunicación es el estudio de algunos usos de la partícula que cuando aparece como elemento introductor de oraciones
independientes, o, al menos, aparentemente independientes. Nos referimos a
construcciones como las que ejemplificamos a continuación:
Que me voy.
Que no puede abrir.
¡Que pase!
¿Que no te lo había dicho?
¡Que me estoy cansando!
Los usos de la partícula que que nos interesan en nuestra
exposición no han pasado desapercibidos para los gramáticos y estudiosos de
nuestra lengua1.
En las distintas aportaciones al análisis del que introductor de oraciones “independientes”, se ha puesto de
relieve la mayor frecuencia de su uso en el español conversacional, su carácter
de expletivo, es decir, de término no estrictamente necesario, y su capacidad
para añadir matices de énfasis2.
2. En las líneas que siguen,
vamos a presentar una clasificación de los casos en los que que aparece como introductor de
oraciones “independientes”, con el fin de intentar poner de manifiesto cuáles
son las intenciones y los fines del hablante cuando utiliza la partícula que en las construcciones de que nos
ocupamos3:
A. Que
en enunciados que expresan mandato o deseo.
En la expresión del mandato,
la construcción objeto de nuestro estudio se emplea cuando los mandatos o
exhortaciones van dirigidos a terceras personas:
Que se vayan.
Que pasen4.
y cuando los mandatos dirigidos al
interlocutor se reiteran:
Que te calles. (Después de haberle
ordenado que se callara dos o tres veces)
Que me mandes dinero. (Como recordatorio
después de haber dicho mándame dinero)
El que del que nos ocupamos aparece también en construcciones
optativas o desiderativas:
Que os divirtáis.
Que todo vaya bien.
Que no sufra.
Se trata de construcciones
en las que que es obligatorio, salvo
que aparezca una marca de modalidad (p. ej., ojalá) o salvo en el caso de algunas fórmulas o frases
desiderativas más o menos estereotipadas (p. ej., Dios te lo pague).
B. El que denominado por Spitzer, en sus “Notas sintáctico-estilísticas a
propósito del español que”,
“narrativo”.
Se trata de un que obligatorio, empleado para referir
el discurso ajeno, por lo que refleja un cierto valor metalingüístico.
Presentamos a continuación algunos ejemplos5:
Ése, sólo caprichos y ganas
de enredar. Que si hoy me compro esto, que si mañana lo vuelvo a vender6.
Y él, que llegábamos tarde,
que no se podía salir con nosotros...
No vamos más que a la
discoteca, yo, la discoteca no puedo porque estoy con gafas. O sea, los
domingos nos toca discusión: a la discoteca, que nunca; al cine, que a la
discoteca, que al cine, que al cine, a la discoteca. Nos pegamos así toda la
tarde.
Spitzer, en el estudio al
que ya nos hemos referido, analiza lo que él denomina “que narrativo” principalmente en la poesía tradicional y en algunos
poemas de García Lorca, pero también en el diálogo teatral y en el espontáneo,
y llega a la conclusión de que se utiliza por el hablante para transmitir el
discurso ajeno -Señora Marquesa, la
peinadora que no puede esperar; que si tarda mucho la señora Marquesa, volverá
luego-; para transmitirlo y matizarlo -¡Que
no viene ese animal!-; o para
reforzar el propio discurso -Que no voy-.
Estamos de acuerdo con Spitzer cuando señala que, en las
construcciones ejemplificadas, “la supresión del verbum dicendi da mucho vigor a la introducción del discurso, que,
sin ser directo, adquiere un matiz más fuerte que en el discurso indirecto
regular introducido por el verbum dicendi”.
Se trata de un procedimiento que consiste en mezclar el discurso directo con el
indirecto, “logrando conservar los elementos afectivos de los discursos
relatados y desintelectualizar así el indirecto, de modo que mediante este que se puede desarrollar la actitud
irónica satírica del narrador”. A nuestro juicio, con las palabras que acabamos
de reproducir, Spitzer explica perfectamente el uso de que como introductor del discurso ajeno en construcciones
independientes. Con el que
“narrativo”, mediante la entonación y las palabras que rodean al discurso ajeno
reproducido, se pone de manifiesto una interpretación y un comentario del mismo
por parte del locutor.
C. Que
puede utilizarse también para reforzar el propio discurso:
C.1 Que
como enfatizador del propio discurso en enunciados que se presentan aislados,
sin relación con otras expresiones:
Que mi marido es muy listo. (Ante
una situación en la que el marido ha mostrado su agudeza)
Que ya está apagado. (Ante
alguien que intenta apagar algo que es
obvio
que no está encendido)
Que nos vamos. (En una situación
en la que todo el mundo sabe que se
va
a salir de casa)
Que son las tres. (Cuando
previamente se había acordado hacer algo a
esa
hora)
Que me estoy cansando. (En una
situación en la que puede preverse
que
se agota la paciencia del protagonista de la enunciación)
En
casos como los que acabamos de ejemplificar, en los que el enunciado
introducido mediante que aparece como
único, sin relación con otras expresiones, el uso de que exige que el contenido del enunciado no se presente como una
información fundamental. Generalmente, se trata de una información compartida
por el hablante y el oyente, bien porque se ha hecho una referencia verbal
previa a ella o porque la situación compartida hace presuponer al hablante que
no está transmitiendo una información nueva. Es el caso, por ejemplo de ¡que llaman a la puerta!, cuando se
supone que hablante y oyente han oído la llamada. Del mismo modo, si un
matrimonio está en su casa esperando a una amiga llamada Marta, cuando esta
llega, la mujer le puede decir al marido que está trabajando en el despacho: ¡que ha venido Marta!, mientras que, si
estando solo en su domicilio, el marido ha recibido la visita no anunciada de
una pareja amiga, cuando la esposa vuelva del trabajo, no será informada de una
situación que no conoce mediante una construcción independiente introducida por
que.
C.2 En otros
casos, el enunciado introducido por que
se relaciona con otros enunciados, bien incluyendo una referencia a un
enunciado anterior7,
o bien comentando el enunciado al que acompaña.
C.2.1.
Construcciones con que que incluyen
una referencia explícita a un enunciado anterior (que reiterativo):
-No me he acordado de sacar las
entradas.
- ¿Que no te has acordado?
-Antes iba a Villamayor, a la
discoteca que había allí.
-Ah, ¿que también te gusta ir a
la discoteca?
-¿A dónde va a ir ése, si no
tiene un duro?
-¿Que no tiene un duro? Está
forrado el tío.
-Tienes que levantar el ánimo.
Todo tiene arreglo en este mundo.
-¡Que todo tiene arreglo! Eso
quisiera yo8.
Como
señala E. Cascón Martín9,
el que que aparece en los ejemplos
anteriores, denominado por C. Hernández Alonso ilativo10, encabeza expresiones que suponen una
reacción de desacuerdo, protesta o reproche -también, a veces, de sorpresa- con
respecto a las palabras del interlocutor, las cuales suelen ser en parte
repetidas. La entonación es interrogativa-exclamativa.
En
otras ocasiones, este que reiterativo
aparece también como introductor de un enunciado que es necesario repetir por
no haberlo entendido el oyente:
-¿Me da tres cuartos de tomate?
-¿Eh?
-¡Que si me da tres cuartos de
tomates!11
C.2.2.
Construcciones con que que comentan
el enunciado al que acompañan, enunciado que no necesariamente debe ser emitido
por el mismo hablante que utiliza la expresión con que.
En
este grupo, se incluyen, a nuestro juicio, los enunciados en los que aparece el
que “explicativo” de Spitzer12, al que le atribuye valor causal, las
construcciones “con relación lógica” de Alcina y Blecua13 o, lo que es lo mismo, las expresiones
en las que se manifiesta lo que María Moliner denomina el “poder expansivo” de que,
por el que, en muchas ocasiones, la partícula que estudiamos tiene
el valor de otras conjunciones (valores causales, condicionales,
adversativos...):
Se acostó de madrugada, que
(y eso que) no le gusta trasnochar, por acabar la novela14.
No vayas,
que no lo encontrarás.
No me
pises, que llevo chanclas.
Dame eso,
que se te va a romper.
-Y tú, ¿no copias en los
exámenes?
-No, que te pillan copiando
y no apruebas en la vida.
Dale limosna, mujer, que no
hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada15.
Ha sido ese, que no el otro16.
Sin embargo, a nuestro
juicio, lo fundamental en el uso de las construcciones de las que nos ocupamos
no son los valores causales, condicionales, adversativos, etc. que puede llegar
a expresar la partícula que, sino la
voluntad, por parte del hablante, de realizar un comentario a propósito de otro enunciado que constituye la parte
fundamental de su comunicación, aunque es cierto, que, quizá, debido a los
orígenes de la partícula que,
frecuentemente relacionada con la expresión de la causalidad, sea este un matiz
significativo con el que fácilmente se puede relacionar el comentario expresado
mediante la construcción de la que nos ocupamos17. Presentamos algunos ejemplos más en los que las
construcciones con que realizan
comentarios de otro enunciado:
-¡Qué susto me ha dado ese
coche!
-Que ha sacado mucho el morro.
-¿Cuánto crees que nos ha
costado?
-¡Que se asustará! (Dicho por un
locutor2
que no es el interlocutor
al que se dirige el locutor1)
-¿Te parece Zaragoza una ciudad
segura?
- Hombre, es que, ahora es el
problema de siempre ¿no? Que, ahora,
ahora hay mucha gente,
¿no?
También
consideramos construcciones con que que
realizan un comentario del enunciado al que acompañan a aquellas que aparecen
con una llamada de atención, un vocativo o una interjección:
!Silencio!, que va a empezar la
película.
¡Socorro!, que me matan.
¡Pepe!, que son las ocho.
¡Chsss!, que el niño está
durmiendo.
Anda, Conchi.Que estamos todos
reunidos, que todos te queremos18.
3. Son
muchos los autores que intentan dar cuenta de las construcciones en las que
aparece un que con una
oración”independiente” recurriendo en su explicación a la elisión de un verbo
principal19. Sin
embargo, aunque, probablemente, el origen de, al menos, algunas de estas
construcciones se encuentre en la elipsis de un verbum dicendi, pensamos que, en la actualidad, el que introductor de oraciones
“independientes” puede explicarse considerándolo como un marcador discursivo
que, como otras conjunciones (p. ej. y,
pues...), ha modificado el significado y algunas de las particularidades
distribucionales que lo caracterizan en la sintaxis oracional pasando a
desempeñar una función discursiva20.
El uso de que como marcador discursivo presenta
algunas características que nos permiten diferenciarlo de que conjunción oracional:
1. Aparece
en oraciones independientes, precedido por pausa y constituyendo, junto a la
oración que lo sigue, un enunciado. Por lo tanto, que, como elemento discursivo, relaciona enunciados, mientras que,
como elemento oracional, relaciona elementos de un enunciado (cf. Dile que viene/ Dile la verdad, que es lo mejor).
Por otra
parte, mientras que, en su función oracional, que sólo relaciona oraciones, como marcador discursivo puede
remitir a un contexto extralingüístico -Que
no encuentro las llaves (ante un vecino que nos sorprende intentando abrir
la puerta con un instrumento que no es una llave)- o relacionar el segmento que
le sigue con un vocativo o una interjección -¡Eh!, que estoy aquí-.
2. Es capaz
de expresar matices de énfasis, ausentes en su uso oracional:
Dice que es tarde/que es
tarde/¡vamos!, que es tarde.
3. Por otra
parte, como hemos intentado mostrar en la presente exposición, al igual que en
el caso de todos los marcadores del discurso, son los condicionamientos
pragmáticos y no los gramaticales los que determinan el uso de que como elemento discursivo21.
Como señala Mª. A. Martín Zorraquino,
“que es la partícula introductora más
característica, y, significativamente, más neutra, de la presencia del hablante
en la enunciación para emitir un mensaje (...). En el discurso directo, el
emisor utiliza obligatoriamente que para
enunciar órdenes, deseos, etc, que contienen un verbo en modo subjuntivo, y
para hacer referencia a enunciados ya dichos (función metalingüística), y,
además, (y esto es lo más importante), de modo facultativo, pero muy frecuente,
para expresar los propios pensamientos, sorpresas, constataciones, etc, como si
el emisor quisiera hacer explícito que toma la palabra”22.
A nuestro juicio, la principal función de que como marcador discursivo es la de indicar que lo que le sigue
es el resultado de una enunciación. Equivale a un “digo que” o “alguien dice
que”23. Se trata, por lo tanto, de un que enunciativo
con una cierta función metalingüística. Peroque,
en las construcciones que estudiamos, no se limita tan sólo a repetir lo ya
dicho, sean palabras propias o ajenas (vid. apartado B), o a presentar la
propia enunciación como tal, en los casos en los que refuerza o enfatiza el
discurso propio (vid. apartado C), el que
del que nos ocupamos desempeña como función discursiva, en relación con su
función de marcador de la presencia de una enunciación, la de comentario, dado que permite, en el
caso del que “narrativo”, transmitir
los matices afectivos de los discursos reproducidos tal y como los ha percibido
el emisor que los reproduce -es decir, realizar un “comentario” de los mismos-,
de modo que es posible transmitir la afectividad existente en el discurso
repetido y la que proviene de la actitud de la persona que lo repite (vid.
apartado B), y, en los usos de que
como enfatizador del propio discurso, el segmento introducido por que transmite propiamente un
“comentario” ante la situación o el enunciado al que se refiere. Incluso en los
casos en los que se trata simplemente de la repetición de las palabras que el
interlocutor no ha comprendido bien, el uso de que revela una cierta impaciencia o protesta por el hecho de tener
que repetir lo dicho, impaciencia o protesta que supone un “comentario”.
Además de remarcar la
existencia de una enunciación y de presentar lo que introduce como comentario,
el que discursivo nos indica también
que lo que le sigue es un enunciado “paradiscursivo”, en el sentido de que no es fundamental para el desarrollo de la
conversación, es una enunciación que se superpone a otra enunciación o que
comenta una situación extralingüística, pero que en ningún caso hace que la
comunicación avance. Como ya hemos señalado, que introduce la repitición de la enunciación de una persona
distinta del locutor, o la del locutor mismo, o un comentario que queda fuera
de la estructura informativa del enunciado24. Que, en
los usos que estudiamos, no construye el discurso, sólo lo repite o lo comenta.
Pensamos que las
observaciones que acabamos de realizar permiten caracterizar el que de las construcciones que estudiamos
como un marcador del discurso. En este sentido, presenta características
comunes a las de otras conjunciones que tienen también una función discursiva (y, pero, pues)25: por ejemplo, las conjunciones
mencionadas mantienen rasgos en el nivel discursivo que les son propios también
en el oracional: no constituyen por sí mismas un enunciado autónomo ni
presentan libertad posicional. Ello las diferencia de otros marcadores
discursivos (como las interjecciones o ciertos adverbios).
Sin embargo, frente a las
conjunciones que hemos estudiado hasta ahora como marcadores del discurso (y, pues, pero) (vid. nota 3), que no es un elemento continuativo, no
indica que la enunciación (existente realmente o existente en la mente del
hablante) continúa, bien sea a través de la actuación de un único locutor o a
través de la presencia de dos o más de ellos. En este sentido, mientras que y, pero
y pues van rigurosamente interpuestos
entre los elementos que unen, el segmento introducido por que, elemento no continuativo, puede anteponerse o posponerse al
segmento al que acompaña:
Pepe, que me voy.
Que me voy, Pepe.
De acuerdo
con la definición de conector que proporciona J. Portolés, para quien “el
conector es una unidad que vincula un enunciado con otro elemento anterior, ya
sea realmente proferido o simplemente accesible en el contexto”26, no podemos considerar a que como un conector. Acabamos de
señalar que no es un elemento continuativo (vid. supra). A nuestro juicio, que
no relaciona dos secuencias, sino que tiene como campo de aplicación un
enunciado único. Lo interpretamos, por lo tanto, como un marcador discursivo de
función interactiva (introduce la repetición y el comentario), con un cierto
carácter metalingüístico (vid. supra),
que introduce secuencias “paradiscursivas”, en el sentido de que introduce
enunciados marginales al discurso (enunciaciones que se superponen a la propia
-que “narrativo”-, repeticiones y comentarios) que no hacen avanzar la
comunicación.
4. Como
hemos señalado en el apartado anterior, que,
como introductor de construcciones independientes, indica básicamente la
presencia del hablante en la enunciación para emitir un mensaje que se presenta
como un “comentario”, es decir, como un enunciado marginal en relación con la
secuencia discursiva.
Si
comparamos la función discursiva de que
con la de otros marcadores del discurso, debemos concluir que la partícula que
estudiamos es probablemente uno de los marcadores más neutros27. En su valor reiterativo, de repetición
del discurso propio o ajeno, se utiliza
sin ninguna restricción, y, en su función de elemento introductor de un
comentario, ya sea de una situación o de un enunciado, sólo exige que el
hablante presente el contenido de la secuencia que introduce como algo no
fundamental (como un elemento “paradiscursivo”) en su dinámica comunicativa -no
importa tanto que en realidad lo transmitido sea o no conocido por el oyente,
como la intención de marginalidad o no marginalidad con la que se presenta por
parte del emisor (piénsese, por ejemplo, en la marginalidad de los mandatos
indirectos -Que pase el siguiente- o
en las expresiones de deseo que, a fuerza de repetirse, no significan nada -¡Que vaya bien-!)-. Así, ante la pregunta
¿No habéis ido al cine?, es posible contestar Que el niño se ha puesto enfermo,
presentando este enunciado como carente de valor informativo, bien porque el
hablante le da poca importancia a la enfermedad del niño o porque no es esta la
información fundamental que le interesa transmitir. En cambio, la utilización
de que como marcador discursivo es
imposible cuando no hay lugar para el “comentario” (cf. -¿Cómo se llama usted? -*Que Juana Fernández).
Es
precisamente esta neutralidad de la partícula que estudiamos lo que le permite
combinarse con un buen número de marcadores discursivos28 ( cf. Y que todo vaya bien. Pues que todo vaya bien. Pero que todo vaya bien.).
Se combina, por ejemplo, con marcadores discursivos que expresan modalidad: -¿Es inteligente? -Sí que es
inteligente/Claro que es inteligente /Naturalmente que es inteligente. Y,
en general, con todo tipo de marcadores: -Total,
que les va bien la cosa. -Hombre, que van pidiendo.
No podemos
detenernos en el análisis de las distintas combinaciones de que con otros marcadores discursivos.
Tampoco nos es posible estudiar las relaciones entre que y los otros elementos que pertenecen a su mismo paradigma. Nos
limitaremos tan sólo a señalar que, a nuestro juicio, los marcadores
discursivos que más puntos en común presentan con que son si y es que.
Se trata de
partículas que, además de admitir la combinabilidad con que -cf. ¿Que si vives en
Madrid?; ¡Que es que no se fija!-,
pueden alternar con la partícula que estudiamos:
Si tengo un marido muy listo.
Que tengo un marido muy listo.
No digas tonterías. Si gana más
que tú y yo juntos.
No digas tonterías. Que gana más
que tú y yo juntos.
Si ya lo dice la gente:”De Madrid
al cielo”.
Que ya lo dice la gente:”De Madrid
al cielo”29.
Es que llego tarde.
Que llego tarde.
Es que el campo no es sano.
Que el campo no es sano.
Es que duele.
Que duele.
A nuestro
juicio, aunque sería necesario un estudio mucho más detenido de las partículas si y es
que -insistimos en lo provisional de nuestras observaciones-, los dos
elementos de que nos ocupamos pueden aparecer en competencia con que porque ambos son también partículas
“enunciativas”, que, como significado fundamental, marcan, al igual que que, la presencia del hablante en la
enunciación. Las diferencias entre el uso de una y otra partícula radican, en
el caso de la oposición que/si, en el significado conjetural y de
problematicidad de si, que puede
apreciarse en el contraste entre los dos enunciados siguientes:
Que habrá habido un accidente
(comentario ante la vista de la guardia
civil y dos
coches parados en la carretera).
Si habrá habido un accidente (ante
el retraso del autobús del hijo que
regresa de
excursión).
En
el caso de la oposición entre que /es que, es el valor de “justificación”
que conlleva es que el matiz que, a
nuestro juicio, nos permite explicar las diferencias entre los siguientes
enunciados:
Me voy a la cama, que estoy
cansado.
Me voy a la cama, es que estoy
cansado.
Que simplemente comenta el enunciado o la situación con
la que se relaciona, mientras que es que
“justifica” la situación a la que se refiere (cf. Es que no tengo la llave -ante el portero que mira extrañado cómo
manipulamos nuestra cerradura-), la enunciación o el contenido proposicional
del segmento al que acompaña (cf. ¡Chss!,
que estoy trabajando)30.
Terminamos
insistiendo en la provisionalidad de nuestras observaciones. Quizá, no todos
los hablantes de español estarían de acuerdo con la interpretación que les
hemos dado a algunos de nuestros enunciados. Al fin y al cabo, para muchos
estudiosos de nuestra lengua, los elementos de que nos hemos ocupado en la
presente comunicación, son meros elementos expletivos, muletillas que carecen
de significado; pero, a nuestro juicio, merece la pena intentar determinar
cuáles son las razones que llevan al hablante a elegir uno u otro de los
marcadores discursivos, porque, como han señalado ya numerosos autores, son
estas partículas los medios fundamentales por los que el locutor señala y los
receptores interpretan cómo el contenido semántico debe ser comprendido y cómo
cada enunciado se relaciona con el que le precede y con el que le sigue31.
NOTAS
1 Vid., entre otros, V. Salvá: Gramática de la lengua castellana según ahora se habla. Estudio y
edición de M. Lliteras, Madrid, Arco Libros, 1988, p. 702; A. Bello y R. J. Cuervo: Gramática de la lengua castellana. Edición
corregida y aumentada con un prólogo y notas de Niceto Alcalá-Zamora y Torres,
Buenos Aires, Sopena, 19708, §§ 391-393 y 995-998; L.
Spitzer: “Notas sintáctico-estilísticas a propósito del español que”, RFH, 4, 2, 1942, pp. 105-126; S. Gili Gaya: Curso Superior de Sintaxis Española, Barcelona, Biblograf, 1961, §§
41, 43, 115 y 219; S. Fernández Ramírez: “Oraciones interrogativas españolas”, BRAE, 39, 1959, pp. 243-276; M. Moliner:
Diccionario de uso del español, Gredos,
Madrid, 1966-67; J. ALcina y J. M.
Blecua: Gramática española, Barcelona,
Ariel, 1975, pp. 1014 y ss.; A. Mª. Vigara: Morfosintaxis
del español coloquial, Madrid, Gredos, 1992, p. 127 y E. Cascón Martín: Español coloquial. Rasgos, formas y
fraseología de la lengua diaria, Madrid, Edinumen, 1995, pp. 154 y ss.
2 Vid. nota anterior.
3 Debemos señalar que los materiales que hemos manejado
para realizar el análisis que exponemos no nos permiten ser exhaustivos -ni
podríamos pretenderlo en una comunicación como la presente-. Utilizamos como
materiales los proporcionados por gramáticas, diccionarios y estudios
lingüísticos sobre el tema que nos ocupa y diez entrevistas realizadas para el
Proyecto de Investigación “Estudio sociolingüístico del habla de Zaragoza”,
dirigido por la Dra. Mª A. Martín Zorraquino (vid. Mª A. Martín Zorraquino,
“Elementos para una sociolingüística del habla de Zaragoza”, Turia, 4-5, 1986, pp. 121-139). Queremos
insistir, por lo tanto, en que nuestras observaciones tienen un marcado
carácter provisional.
El
análisis de la partícula que que
presentamos forma parte de un trabajo de investigación subvencionado por la
Universidad de Zaragoza que tiene como objeto el estudio de las conjunciones
como elementos de conexión. Mediante la citada investigación, en relación con
las conjunciones, intentamos poner de manifiesto las diferencias y similitudes
entre el empleo de estos elementos en el discurso (nivel textual) y en la
oración. Nos interesa descubrir cuáles son las intenciones y los fines del
hablante cuando utiliza las conjunciones como elementos de cohesión con el
objeto de partir de esta primera aproximación descriptiva para extraer algunas
conclusiones sobre la existencia de un valor general que permita, de una parte,
dar cuenta de las virtualidades pragmáticas de cada una de las conjunciones y,
de otra, establecer relaciones con su valor estructural y oponer cada uno de
los elementos estudiados a las otras conjunciones que funcionan también como
elementos de cohesión, enlaces extraoracionales u ordenadores del discurso
-puede verse, en relación con la investigación a la que nos referimos, M.
Porroche: “Aspectos de la sintaxis del español conversacional (con especial
atención a y)”, XXe Congrès International de Linguistique et Philologie
Romaniques, Tübingen, Francke Verlag, 1993, pp. 81-93; y “ Las llamadas
conjunciones como elementos de conexión en el español conversacional: pues / pero”, en El español hablado
y la cultura oral en España e Hispanoamérica, Instituto Iberoamericano,
Berlín (en prensa).
4 En estos casos, generalmente, la
partícula que es obligatoria salvo en
alguna fórmula, más o menos fija -(Que)
conste mi absoluto desacuerdo en ese punto-. Vid. J. A. Porto Dapena: Del indicativo al subjuntivo. Valores y usos
de los modos del verbo, Madrid, Arco Libros, 1991, p. 74.
5 Vid. L. Spitzer, art. cit.
6 El ejemplo es de E. Cascón Martín, op. cit., p. 154.
7 Vid. S. Fernández Ramírez, art. cit.
8 Los dos últimos ejemplos son de E.
Cascón Martín, op. cit., p. 154.
9 Vid. E. Cascón Martín, op. cit., p. 154.
10 Vid. C. Hernández Alonso: “El que español”, en R.F.E., 56, 1967, pp. 257-271.
11 El ejemplo es de J. de Bruyne: Spanische Grammatik, Tübingen, Niemeyer,
1993, p. 348.
12 Vid. L. Spitzer, art. cit., p.118, en nota.
13 Vid. Alcina y Blecua, op. cit., p. 1018.
14 Vid. María Moliner, op. cit., s. v. que.
15 El ejemplo es de J. de Bruyne, op. cit., p. 348.
16 El ejemplo es de E. Cascón Martín, op. cit., p. 154.
17 A propósito de los orígenes de que, puede verse V. Väänänen: Introducción al latín vulgar, Madrid,
Gredos, 1982, p. 235 y J. Herman: La formation
du système roman des conjonctions de subordination, Berlin, Akademia
Verlag, 1963.
18 El ejemplo es de J. de Bruyne, op. cit., p. 349.
19 Pueden verse, en relación con la
elisión y la construcción de que nos ocupamos, las observaciones de A. Bello,
L. Spitzer, S. Gili Gaya, J. Alcina y J. M. Blecua, y Mª. Moliner, en los
trabajos a los que hacemos referencia en la primera nota de la presente
comunicación.
20 Entendemos por marcadores del discurso
un conjunto de palabras y expresiones que, como señala Mª. Antonia Martín
Zorraquino, en “Elementos de cohesión en el habla de Zaragoza”, recogido en el I Curso de Geografía lingüística de Aragón,
Zaragoza, Institución Fernando El Católico, 1991, pp. 253-286, “expresan
diferentes actitudes del hablante para con lo dicho, para con lo que se dice o
para con lo que se va a decir, tanto si ello se refiere a él mismo, a su propio
discurso, al destinatario del enunciado o a otras entidades discursivas” (p.
261).
Los marcadores discursivos
pueden ser conjunciones ( p. ej., y, pero, porque, pues...), adverbios (p. ej., además,
entonces, así), sintagmas preposicionales (p. ej., en suma, por consiguiente, en efecto), sintagmas adverbiales (p.
ej., ahora bien), e incluso sintagmas verbales (p. ej., es decir) -Vid. J. Portolés: “La
distinción entre conectores y otros marcadores del discurso en español”, Verba, 20, 1993, pp. 141-170-. Como
señala Mª. Antonia Martín Zorraquino, art. cit., p. 255, “se trata de elementos
lingüísticos (...) que sufren diversas modificaciones distribucionales y
semánticas para convertirse en marcadores discursivos”.
En
los estudios sobre el español, el análisis de las conjunciones se ha situado
generalmente en el marco de la oración, aunque ya Gili Gaya, op. cit., p. 326, señala que las conjunciones
“expresan transiciones o conexiones mentales que van más allá de la oración”.
En relación con el estudio de las conjunciones como elementos de conexión, sin
ánimo de ser exhaustivos, citamos las exposiciones de conjunto de Mª. A. Martín
Zorraquino: “Spanisch: Partikelforschung. Partículas y modalidad”, en Lexicon der Romanischen Linguistik (ed.
por G. Holtus, M. Metzeltin y Ch. Schmitt), Tübingen, Max Niemeyer Verlag,
1992, vol. VI,1, pp. 110-124; y de A. Briz: “Los conectores pragmáticos en
español coloquial: su papel argumentativo”, Contextos
(en prensa), ambas con una amplia bibliografía sobre los marcadores
discursivos; y los trabajos más específicos, sobre el uso de determinadas
conjunciones como marcadores discursivos, de J. Portolés: “El conector
argumentativo pues “, Dicenda, 8, 1989, pp. 117-133; y M.
Porroche, en relación con y, pero y pues
(vid. los artículos citados en nota 3). Por otra parte, aunque situados en un
marco teórico bastante alejado de las corrientes que en la actualidad se ocupan
del análisis del discurso, resultan imprescindibles los trabajos de L. Spitzer,
art. cit. en nota 1 y R. Lapesa: “Sobre dos tipos de subordinación causal”, en Estudios ofrecidos a Emilio Alarcos Llorach,
Universidad de Oviedo, 1978, III, pp. 173-205.
21 No vamos a insistir en la diferenciación
entre los usos oracionales y discursivos de las conjunciones. En el estudio
sobre el conector discursivo y,
presentado en el
artículo citado en la nota 3, analizábamos las diferencias entre la coordinación
oracional o estructural y la cohesiva o discursiva, y, por otra parte, como
señala J. Moeschler, en Argumentation et conversation. Éléments pour
une analyse pragmatique du discours, Paris, Hatier-Crédif, 1985, p. 60,
disponemos de test para diferenciar si nos encontramos ante un marcador
discursivo o un elemento oracional. Las transformaciones de la negación, la
interrogación y la de la inclusión del segmento analizado en una unidad
superior ponen de manifiesto las diferencias. Cuando nos encontramos ante un
elemento oracional, las transformaciones afectan a todo el segmento, mientras
que si se trata de un marcador discursivo, las transformaciones sólo afectan a
un enunciado. Así, p. ej., en dice que ha
venido, la interrogación ¿dice que ha
venido? afecta a toda la secuencia, mientras que *¿ se va a casa, que es tarde?, correspondiente a se va a casa, que es tarde, es
agramatical.
22 Vid. Mª. A. Martín Zorraquino, “Spanisch:
Partikelforschung”, art. cit., p.120.
23 Naturalmente también que, en relación con el subjuntivo, puede significar distintos
matices modales de deseo, mandato, etc. (Vid. apartado A )
24 Salvando las distancias teóricas, puesto
que el autor no ha pensado en construcciones como la que nosotros analizamos al
proponer la terminología que vamos a utilizar, podríamos decir, a partir de las
observaciones de S. C. Dik: Gramática
funcional, Madrid, S.G.E.L., 1981, p. 170 y ss., que, cuando que introduce un comentario de otro
enunciado, puede funcionar como tema,
anticipando el enunciado que le sigue, cuando la expresión con que aparece delante del enuciado que
comenta -Que estoy enferma, no me hagas
moverme- o como apéndice,
presentando “un pensamiento adicional”, en los casos en los que el comentario
sigue al enunciado comentado -No me hagas
moverme, que estoy enferma -. Podría pensarse que, en los casos en los que
se transmite el discurso ajeno -que “narrativo”-, este se presenta como
información nueva y no como un comentario. Consideramos, sin embargo, que la
repetición del discurso ajeno supone, para el emisor, la inclusión de una enunciación dentro de la propia y, por lo
tanto, una interrupción de la dinámica comunicativa de su propio discurso.
25 Nuestras observaciones se refieren,
sobre todo, a las conjunciones que hemos estudiado. Vid. nota 3.
26 Vid. J. Portolés, art. cit., p. 144.
27 Vid. Mª. A. Martín Zorraquino, “Spanisch:
Partikelforschung”, art. cit., p.120.
28 Remitimos de nuevo a Mª. A. Martín
Zorraquino, “Spanisch: Partikelforschung”, art. cit., p.120.
29 Los dos últimos ejemplos son de E.
Cascón Martín, op. cit., p. 162.
30 A propósito de las partículas es que y si pueden verse, entre otros, los artículos de S. Gili Gaya: “¿Es que...? Estructura de la pregunta
general.”, en Homenaje ofrecido a D.
Alonso por sus amigos y discípulos con ocasión de su 60º Aniversario, II, Madrid, Gredos, 1961,
pp. 91-98; y R. Almela : “El ‘si’
introductor de oraciones independientes en español”, LEA,7, pp. 5-13.
31 En relación con las distintas propuestas
sobre el estudio de los marcadores discursivos, remitimos a M. M. J. Fernández:
Les particules énonciatives, Paris,
PUF, 1994.
© Margarita Porroche Ballesteros. Círculo de Lingüística Aplicada a la
Comunicación 3, septiembre 2000. ISSN 1576-4737. Publicado en Atti del XXI Congresso Internazionale di Linguistica e Filologia
Romanza, Tubinga, Niemeyer, 1998, 245-255
http://www.ucm.es/info/circulo/no3/porroche.htm
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3.
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