CHOMSKY
EN CUESTIÓN
clac 5/2001
Ángel
Alonso-Cortés
Universidad Complutense de Madrid
Frederick J.
Newmeyer
Language Form and Language Function
Cambridge, Mass., MIT Press, 1998, 428 págs.
William H. Calvin y Derek Bickerton
Lingua ex Machina. Reconciling Darwin and Chomsky with the
Human Brain
Cambridge, Mass., MIT Press, 2000, 298 págs
Desde 1957 -- cuando
apareció el “ manifiesto “ chomskiano-- hasta la actualidad han transcurrido
más de cuarenta años, en los cuales el programa chomskiano ha pasado por
periodos de esplendor y decadencia, donde el liderazgo, -- en algunos casos,
seducción-- de su creador ha sido el impulso determinante.
El principal componente de este programa
afirma que la gramática es un sistema computacional, independiente del
significado y del uso que hacen los hablantes de él. Junto a este núcleo duro, el
programa contiene otras propuestas radicales, como la que sostiene que el
lenguaje tiene un fundamento biológico, que es una facultad innata.
El
programa chomskiano ha sido en las últimas tres décadas el paradigma de
prestigio de una lingüística de nuevo cuño, ajena a los intereses tradicionales
de las humanidades; una lingüística , que dotada de un modelo estructural
matemático, es entendida como una forma de indagar en la psicología de los
conocimientos humanos o psicología intelectiva (cognitiva).
Estos dos componentes que he
mencionado - el carácter computacional y biológico de la gramática- han dado
materia suficiente para desarrollar la lingüística y la psicología de forma
casi hipertrófica.
Pero este paradigma , o empresa,
como a veces es conocido, ha mostrado su fragilidad de distintas maneras: desde
el lado del enfoque computacional (según parece, no toda la gramática es
computable) y desde lo puramente gramatical (algunas propiedades gramaticales están
determinadas por el significado o por el uso, o por otras razones no
computacionales).
Otro
aspecto llamativo de la empresa chomskiana, aunque en un orden distinto, lo
constituye la forma en que se ha desarrollado el programa: su creador ha
ejercido (y ejerce) una dirección férrea sobre la marcha de la investigación,
de tal forma que los giros que ha experimentado son de su exclusiva
responsabilidad [1]. La crítica interna,
cuando la hubo, fue diligentemente excluida. Por esto algunos prefieren
denominarse antes que nada chomskianos, como antes hubo marxistas y freudianos.
Como la crítica interna no consiguió
cambiar el rumbo del programa , tuvo que apartarse de la matriz de éste. De los
heterodoxos al programa chomskiano surgió en los Estados Unidos hacia 1966 una
variante de esta empresa llamada “ semántica generativa” , que proponía que la
representación sintáctica de las oraciones era de naturaleza semántica. Por
otra parte, mediados los 70, las aspiraciones de universalidad (la Gramática
Universal es un componente de partida de la empresa) del programa computacional
(también conocido por formalista, por su empeño en aislar la forma y estructura
de las locuciones de su significado y de su uso) convencieron a algunos de que
para buscar universales lingüísticos había que ir directamente a las lenguas:
la diversidad de las lenguas se abrió de manera incontenible a la lingüística
moderna ; este enfoque ha dado lugar a la moderna tipología del lenguaje [2]. De la antigua
semántica generativa y de la moderna tipología ha surgido básicamente lo que se
puede llamar enfoque funcional de la gramática o simplemente funcionalismo [3].
El resultado con que nos encontramos
es el de dos programas de investigación: por un lado, el formalismo/
computacionalismo chomskiano (o parachomskiano) y por otro, el funcionalismo,
que presenta por su parte una pluralidad de orientaciones. Algo así como el
Papa, por un lado, y las iglesias protestantes por el otro.
El libro
de Newmeyer, destacado generativista norteamericano, es una honesta Einandersetzung
entre formalismo (computacionalismo) y funcionalismo, su programa alternativo,
que es, como he dicho, una etiqueta-paraguas que recoge todo lo que no es
formalismo, incluidos quienes prefieren llamarse “cognitivistas”. Que Newmeyer
haya dedicado este extenso libro a ello es el reconocimiento de la existencia
del adversario, de que tal es digno de lid. ¡El funcionalismo existe!,
exclamarán algunos alborozados.
Pero, ¿qué es el funcionalismo? Desde
luego no es ninguna novedad. La antropología y la sociología han empleado con
frecuencia enfoques funcionales [4]. En
lingüística, el funcionalismo explica la forma de las locuciones y de los
textos o discursos a partir de principios como el menor esfuerzo, la economía
de medios de expresión (como la doble articulación de las unidades
lingüísticas), la iconicidad (reflejo de lo representado en la representación
verbal, la “pintura” que puede hacer el lenguaje de la realidad), y , de forma
crucial, la comunicación eficiente del hablante , para lo que las formas del lenguaje
muestran propiedades especiales, como el contraste máximo; por ejemplo, no es
casual que (casi) todas las lenguas conocidas dispongan al menos de las vocales
a---i---u, que representan un máximo de contraste y de perceptibilidad.
Pues bien, Newmeyer reconoce que el
funcionalismo ha obtenido generalizaciones interesantes y vías nuevas de
investigación, pero que unas y otras pueden ser recogidas en el programa
chomskiano, y que, en suma, no falsan la empresa formalista, sobre la que él
está convencido de que es la dirección correcta en el estudio del lenguaje.
¿Se
puede afirmar que las generalizaciones y vías nuevas del funcionalismo pueden
traducirse o explicarse en el modo formalista? En mi opinión no; el dominio del
funcionalismo no es conmensurable con el dominio del formalismo. Los falsadores
posibles de uno y otro programa no son los mismos. Hay un domino de estructura
gramatical (aparentemente) irreductible a explicaciones funcionales; por
ejemplo, el conocido movimiento de las palabras interrogativas como quién
desde la posición Δ en la frase (no
gramatical) Luis me preguntó qué quién vió Δ. El formalismo ha ido reduciendo a lo largo de su
historia el dominio de su explicación para que su modelo computacional se
ajustara como un traje a la media a su dominio de datos. Por eso la falsación
del formalismo debe ser interna a su programa. Un modelo computacional sólo es
sustituible por otro modelo computacional, no por un programa funcionalista; y
por el mismo argumento, un modelo computacional difícilmente puede incorporar
un dominio funcionalista [5]. Si así fuera,
habría que pensar que los formalistas han sido ingenuos, porque habrían estado
durante lustros cegados por un estrecho dominio datos. Sin duda la base
empírica del formalismo ha sido estrecha; pero esto no ha sido por ingenuidad,
sino porque el modelo encajaba bien con ese dominio, y sobre todo, con los
intereses de Chomsky (el innatismo de la gramática, la autonomía de la sintaxis
respecto de la semántica, la existencia de un saber idiomático autónomo ,etc...
todo ello muy bien expuesto y discutido por Newmeyer).
En el momento actual, parece difícil
que después de los bandazos del formalismo, y con su fundador en la setentena,
pueda producirse un giro que permita incorporar el funcionalismo dentro del
formalismo. El formalismo de Chomsky ha constituido una empresa intelectual de
una extraordinaria envergadura y ha supuesto tanto una refundación de la
lingüística como una renovación de la psicología en el siglo XX. Pero con él
pueden coexistir otras empresas que den paso a perspectivas distintas e
igualmente interesantes y productivas, aunque el interés de conocimiento de
esas empresas no es el interés de conocimiento del formalismo.
El otro puntal en que descansa la
empresa chomskiana es la fundamentación del lenguaje / gramática en la biología
es En este sentido el programa afirma que el sistema computacional tiene un
sustrato neurológico genéticamente determinado. Esto, se dice, permitiría explicar
la adquisición del lenguaje de forma temprana con las propiedades que le
suponen: insuficiencia del estímulo de entrada, datos borrosos, desarrollo
inconsciente de las estructuras gramaticales en el infante, etc.
Ha
sido el propio Chomsky el que ha señalado que esta proclama toca directamente
la base de la teoría darwinista. Esto es así porque el sistema computacional (la
sintaxis, en particular) no aparenta propiedades funcionales o determinadas por
el uso. En los últimos años se ha venido discutiendo esta propuesta, siempre en
la dirección de evitar un conflicto con la teoría darwinista o intentando
conciliarla. Este es el caso de Calvin (un teórico de la neurofisiólogía) y de
Bickerton (un lingüista que ha contribuido al estudio de las lenguas criollas).
La misión de Calvin y Bickerton es reconciliar a Chomsky con Darwin.
Podemos
decir que lo han conseguido cortándole las manos y los pies al primero para
introducirle en el lecho de Procusto que ellos han diseñado. Pues, en efecto,
Chomsky no quiere reconciliarse con Darwin, más bien todo lo contrario. Sus
fugaces opiniones sobre su teoría en relación con el darwinismo (la teoría de
la selección natural) son desalentadoras, y apuntan a la línea de flotación del
darwinismo. Lo que debe corregirse es la teoría darwiniana, no la suya, viene a
decirnos el lingüista del MIT. Pues bien, a pesar de ello, Calvin y Bickerton
se lanzan a una discusión especulativa de largo calado. Lo que proponen (en
particular, Calvin) es lo siguiente: el Homo sapiens sapiens dispondría (como
los otros primates) de códigos en el cerebro con los que representa los
conceptos que expresan las palabras; por ej.la palabra manzana es una
asociación de los códigos “ color verde” , “ forma redondeada “ ” sabor dulce” ,etc.
Nombres y verbos tienen distinta codificación y distinta ubicación en el
cerebro. Cada código debe asociarse, entonces, con los otros.Para ello tiene
que establecerse una coherencia entre los códigos. El cortex neuronal se
encargaría de hacerlo. Pero para que se lleguen a establecer las asociaciones
de forma correcta deben producirse muchas asociaciones, lo que Calvin llama “
un coro “. A partir de ahí, la coherencia que da origen a los conceptos
verbales (incluyendo palabras y oraciones) es el resultado de una selección
darwiniana supuesto que las muchas asociaciones que se establecen compiten
entre sí y son seleccionadas sólo las de más calidad. Esto es la máquina
darwiniana de la que se originaría el lenguaje: la lingua ex machina.
Una
vez que se han establecido los códigos, Bickerton reconstruye el origen del
lenguaje. En primer lugar fue el Protolenguaje. Este es un artefacto que
contiene sólo palabras (nombres y verbos) y todo lo más oraciones de dos
palabras; no habría propiamente sintaxis o estructuración de las palabras en
grupos de frases y oraciones. Bickerton opina que el lenguaje infantil de los
dos-tres años, el lenguaje aprendido por los simios a partir de los signos de
los sordos, y los pidgin (lenguas mixtas) son formas de este
Protolenguaje. Lo que permite el paso al lenguaje, es decir, a la existencia de
la sintaxis computacional de Chomsky es lo que los autores llaman la
inteligencia social. Esto supone que los antiguos H. sapiens empezaron a
formar sociedad y a desarrollar las formas maquiavélicas de inteligencia así
como teorías de la mente que permiten a un hablante imaginar la intención de su
interlocutor, mentir, etc; en suma , representar los estados de cosas
subjetivamente. Así, las categorías esenciales de una oración ( el Agente y el
Paciente) serían reflejo de los participantes sociales. En particular, piensa
Bickerton que estas dos categorías son resultado del altruismo recíproco
que debió de practicarse entre los Homo sapiens. Una vez que éstos alcanzan
el estado social, la mayor necesidad de conceptos provocaría que la máquina
darwiniana que llevan incorporada produjese nuevas y sorprendentes asociaciones.
Estas complejas asociaciones constituirían la sintaxis, que presenta
propiedades formales -computacionales, como la recursividad y la jerarquía de
frases.
Pero no todo está resuelto en esta
especulación razonable. Las asociaciones corticales no se crean de la nada. El
hablante que profiere una locución lo hace con contenido y propósito intencionales.
Hay un plan. ¿Qué papel tiene en esto la máquina darwiniana? No se sabe. Y así
el dualismo está servido; por un lado el cerebro y por otro el homúnculo
que decide sobre las asociaciones corticales. Por eso el planteamiento de
Chomsky sigue siendo cartesiano, y nada darwinista: conviven a un lado el
sistema computacional y al otro el homúnculo.
Es
precisamente el elemento intencional o plan de actuación verbal que precede a
toda locución lo que Calvin supone que está en el origen de la estructura
jerárquica de las frases y oraciones. Esta estructura que presenta la forma de
los conocidos diagramas arbóreos (que aparecen con frecuencia en los textos
escolares) la considera Calvin como similar al plan de actuación que precede al
lanzamiento de un objeto con la mano (pp.160 y ss.). El movimiento de la mano
en un lanzamiento supone una intención de imprimir una determinada velocidad
para impactar en un objetivo. Los movimientos del hombro, el codo, la muñeca y
los dedos forman un conjunto de movimientos integrados de forma jerárquica al
servicio del plan de acción del lanzamiento. Tanto en el habla como en el
lanzamiento hay dos niveles de análisis: el plan que organiza y el acto de
lanzar o hablar.
Estas
ideas que rematan la propuesta teórica de Calvin, sin embargo, no son nuevas. Ya
en 1931 Oswald Spengler en su Der Mensch und die Technik [6] afirma con
rotundidad que el hombre se ha hecho por la mano (p.26), y ello, porque distingue
lo caliente y lo frío, lo sólido y lo liquido....y sobre todo, el peso,
la figura, el lugar de las resistencias, en suma las cosas en el espacio [7]. La mano es lo
que ha liberado al hombre de la coacción de la especie. En cierto modo, el
hombre piensa por la mano, porque, como remacha Spengler la mano trabaja
según los principios del medio y del fin. Pues bien, para Spengler el acto
verbal reproduce la distinción que se establece entre la mano que crea una
herramienta y el uso de la herramienta, `pues la finalidad del lenguaje es
la ejecución de un acto, según propósito, tiempo, lugar y medios. La concepción
clara e inequívoca del acto es lo primero, y el hacerse comprender produce la
técnica de la gramática, la técnica de la formación de oraciones y
cláusulas...sobre la base de propósitos y fines prácticos (pp. 41-42) [8].
Con independencia de este bello
paralelismo entre la mano y el lenguaje, ya preludiado por el filósofo, la
reconstrucción del origen del lenguaje que hacen Calvin y Bickerton, como no
puede ser de otra manera, no deja de ser especulativa y un verdadero tour de
force al pensamiento de Chomsky, que nunca ha mencionado la idea de
Bickerton, aunque lleva en circulación casi veinte años. Presenta, además,
obvias dificultades biológicas porque su reconstrucción del origen del lenguaje
apela a la ley de Häckel: el lenguaje infantil y los pidgin son restos
del protolenguaje por los que se debe pasar para llegar a la sintaxis y a las
lenguas criollas.
Todavía son validas las palabras de
Max Müller [9] de que el
lenguaje es nurestro Rubicón, y ningún bruto se atreverá a cruzarlo,
mientras que la opinión de Darwin[10] que el
lenguaje articulado se ha desarrollado a partir de gritos inarticulados no
lleva a ninguna parte.
La pelota sigue en el tejado.
© Ángel
Alonso-Cortés. Círculo de Lingüística Aplicada a la Comunicación 5,
febrero 2001. ISSN 1576-4737.
http://www.ucm.es/info/circulo/no5/alonsocortes.htm
[1] No deja de ser
chocante que la revista científica Linguistic Inquiry, del MIT, que
publica básicamente artículos del programa chomskiano, no haya registrado
ningún artículo de crítica interna a ese programa.
[2] A la tipología
lingüística dedica el autor el cap. 6 (“ La tipología lingüística y sus
dificultades”). Como es obvio por el título (que recuerda las explicaciones de
un catedrático de la Universidad de Madrid de los años cincuenta que titulaba
una lección del programa: “Kant: su refutación”), Newmeyer destaca en la tipología
su inconsistencia y su aparente falta de criterios homogéneos en la comparación
transidiomática.
[3]
Independientemente de estos orígenes, hay otros funcionalismos relevantes como
el del británico M.A.K. Halliday y el holandés S. Dik.
[4] Como funcional
puede ser considerada la teoría del lenguaje del segundo Wittgenstein.
[5] De hecho, el
nuevo modelo computacional de Chomsky (de 1995) recoge paladinamente
procedimientos de otros modelos computacionales como los de las gramáticas
matemáticas de adjunción arbórea de Joshi y otros (en circulación desde 1975).
[6] Munich: C.H. Beck.
[7] La primacía
del tacto es afirmada también por Condillac y Diderot.
[8] También hay que
recordar que fue el neurofisiólogo K. Lashley quien a principios de los años 50
estableció convincentemente que las palabras de una oración deben estar
integradas de forma holística antes de ser pronunciadas como una serie lineal-temporal..v.
“The problem of serial order in behaviour”en I.P. Jeffers , ed. Cerebral Mechanisms in Behaviour. The Hixon Symposium, Nueva York: John
Wiley, pp.112-136.
[9] Lectures on the Science of Language,
Nueva York: Charles Scribner, 1862, p. 354
[10] Carta de
Darwin a Max Müller (3 de julio de 1873) en More Letters of Charles Darwin.
F.Darwin y A.C. Seward, eds.,
Nueva York: Appleton, 1903, vol. 2, p.45.