BERNARDINO M. HERNANDO
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Resumen El periodismo sólo pudo nacer después de la primera revolución técnica de la difusión de los mensajes literarios: la imprenta. Desde entonces, el periodismo ha vivido uncido a la técnica y cada avance técnico ha supuesto un avance periodístico. En el umbral de un nuevo milenio, cuando la informática está suponiendo la última, por ahora, revolución periodística, volvemos la vista atrás para descubrir cómo soñaban los periodistas españoles del siglo XIX y principios del XX el periodismo del siglo XXI. El francés Jules Verne se atrevió a más: a soñar el periodismo del siglo XXIX. |
Abstract Journalism couldn’t be born until the first technical revolution of the spreading of the literary messages: the printing. Since then, journalism has evolved bound to technique and every technical advance has involved a journalistic advance On the threshold of a new millennium, when computer science means the latest -for the present- journalism revolution, we look back to find out how Spanish journalists from 19 th. and early 20 th. century imagined 21 th. century journalism. The French writer Jules Verne dared to do something more: to envisage 29 th. century journalism. |
Cuando el periodismo decimonónico se puso a soñar BERNARDINO M. HERNANDO
El periodismo ha ido transformándose a lomos de
la técnica. Cada avance científico, cada progreso técnico
ha ido suponiendo nuevas fórmulas de emisión de noticias.
Y de captación de hechos. Y de más posible eficacia informativa.
Más posible, decimos, porque no siempre ni sistemáticamente
una técnica más refinada, más revolucionaria, se corresponde
con una mejor información. A veces, la técnica sirve para
facilitar al máximo una de las lacras informativas: la superinformación,
que no es información superior sino hartazgo de información.
Y por lo tanto, desinterés del receptor. En los fenómenos
de umbral y saturación, tan manejados en las ciencias
de la comunicación, no cabe duda de que los modernos sistemas informativos
(¡e informáticos!) andan más cerca de la saturación
que del umbral. Y no se sabe que es peor. No entramos, sin embargo, en
este goloso asunto.
EL SIGLO DE LA TÉCNICA Basta un muy elemental recorrido, desde la imprenta al rayo láser, pasando por la telegrafía sin hilos o el teléfono, el teletipo y el fax hasta llegar al correo electrónico, para percibir hasta qué punto el periodismo ha sido derivación científicotécnica favorita. En el siglo XX hemos sido privilegiados testigos, lógicos más que fascinados, de tales avances. En el XIX, el periodismo se sintió identificado, con orgullo casi infantil, con la revolución técnica heredada del XVIII, cuna del periodismo. Un periodista y escritor español del XIX, tan famoso en su tiempo como olvidado hoy, Eusebio Blasco (1844-1903), lo reflejaba muy bien en 1886, con estas palabras (s/f: 74): Tras la espalda recóndita del monte Lo escucha mi soberbia fantasía...!" de la prensa inmortal, voz de los mundos! ¡Todo, en fin, cual fantástica quimera, Con soberbia hermosura se levanta, Y crece todo y todo se agiganta Del siglo en la fantástica carrera..." LA MALDITA TELEVISIÓN DE ANTES DE LA TELEVISIÓN "La Prensa del porvenir no necesita telegramas, ni telefonemas, ni cartas, ni corresponsales. El siglo XIX fue el siglo del telégrafo y el teléfono. El XX es el siglo del Fotocinematotelefonógrafo", augura M.M. Fernández (3). ¿Y qué es el Fotocinematotelefonógrafo? Desde luego "no es obra de Edison sino del mismísimo Lucifer". En realidad viene a matar a la Prensa, a acabar con ella. A hacerla innecesaria. "La Prensa ha muerto. ¡Viva la Prensa!", grita M.M.F. con tanta solemnidad como ironía. Veamos en qué consiste el nuevo invento. Y conviene leer y entender lo que sigue con el respeto que merece pero sin tomarlo más en serio de lo que se lo tomaba el propio autor que acaso había podido tener alguna noticia de un tal Verne que en 1888 había pronosticado el "phonotéléphote", lo que hoy llamaríamos televisión, en una novelita publicada un año más tarde (febrero de 1889) en la revista norteamericana The Forum con el título de In the Year 2889. Después cambiaría el título por el que desde entonces se la conoce: La journée d’ un journaliste américain en 2889. Pero si ese tal Verne no se atrevió a colocar la televisión ni siquiera en el siglo XX, sino que lo retrasó nada menos que al siglo XXIX, quedándose sospechosamente corto, cortísimo, el periodista español coloca su Fotocinematotelefonógrafo en los mismos comienzos del siglo XX. Veamos. "El Fotocinematotelefonógrafo, con sólo oprimir un resorte, ofrecerá a la vista y al oído del abonado la sección que prefiera del periódico. Por los procedimientos perfeccionados de la fotografía y la fonografía, el aparato recoge las imágenes y los sonidos que se desea impresionar; y por los perfeccionamientos de la telegrafía, telefonía y cinematografía, el aparato reproduce y transmite esos sonidos y esas imágenes, con exactitud tan perfecta que, al admirar aquella maravilla, se duda, como le ocurre a Tenorio ante las legendarias tumbas, ‘si es realidad o delirio...’ "El aparato reproducirá con la más escrupulosa fidelidad, como las sesiones parlamentarias y los Consejos de ministros, el último incendio y la postrera inundación, los sucesos más sensacionales, los crímenes más atrayentes..." Hoy sabemos que ningún Gobierno ha inventado la
televisión. También sabemos que ninguna televisión
es posible sin el apoyo del Gobierno que sea. Y sabemos, sobre todo, qué
luchas políticas se establecen en torno a la televisión.
Todo ello nos hace mirar con respeto a las no tan ingenuas ensoñaciones
de aquel corresponsal español que, además, fue diputado y
senador. Sabía de qué hablaba.
UN PERIÓDICO DEL AÑO 2001 IMAGINADO EN 1901 PERIÓDICO UNIVERSAL Diez ediciones diarias Madrid, año 2001 Inmediatamente presentóse un caballero con aire muy amable, que me indicó se hallaba a mi disposición. Seguíle y me condujo a un gran salón rectangular, dividido en dos partes por una pared de cristal. Las ventanas se hallaban cerradas, y algunas lámparas eléctricas iluminaban la estancia. A la otra parte de la pared de cristal había dos personas: un individuo paseándose, con unos papeles en la mano y dictando; otro sentado ante una mesa y haciendo funcionar una máquina de escribir. -Ahí tiene usted al director de las once. Está redactando e imprimiendo la edición que saldrá dentro de media hora.. -¡Oiga usted! ¡Oiga usted! – exclamé lleno de asombro-. Vamos por partes. ¿Es que cada edición tiene su director especial? -¡Es claro! No hay hombre que resista el trabajo cerebral que requiere ese cargo más de una hora seguida.. -¿Y dice usted que está redactando e imprimiendo el periódico al mismo tiempo? Entonces, ¿qué hacen los redactores, los cajistas y los impresores? -Aquí no hay más redactor que el director de hora, ni más cajistas que el escribiente a quien está dictando. La impresión se hace automáticamente. -¿Pero quién trae las noticias? ¿Quién las redacta para dárselas al director? Lo que el escribiente toma al dictado ¿cómo se compone? -Pues eso lo sabe ya todo el mundo. Los noticieros
al servicio del periódico, y que son más de doscientos, andan
por toda la ciudad; cada uno de ellos tiene una sección o clase
de trabajo perfectamente determinada. Tan pronto como tienen algo importante
que comunicar, acuden al teléfono inmediato y refieren al director
en brevísimas palabras lo ocurrido. El director, conforme lo oye,
dicta en voz alta al escribiente. Si el asunto requiere ilustraciones,
el noticiero toma instantáneas y hace bosquejos a lápiz,
y por medio del telantógrafo, envía por alambre los originales
para los grabados. En el Parlamento, en las iglesias, en todos los sitios
públicos donde se celebra algún acto, existen receptores
microtelefónicos y diáfotos. El director, como lo ve usted
ahora, se sienta a la mesa del teléfono, oye lo que dicen, y en
la plancha del diáfoto, en comunicación con el teléfono,
presencia lo que ocurre. Otras veces el director no necesita acudir al
teléfono, pues el noticiero envía sus mensajes por el telantógrafo
al mismo tiempo que los dibujos, y en aquella mesa que ve usted en el rincón
se halla el receptor telantográfico, donde automáticamente
van apareciendo las hojas con las notas o los dibujos del noticiero".
A finales del siglo XIX- principios del XX, el único
aparato sólidamente asentado entre los elementos técnicos
de que se sirve el periódico para le recepción-envío
de noticias es el telégrafo: la primera línea española,
Madrid - Zaragoza - San Sebastián - Irún - Europa, se había
inaugurado en noviembre de 1854. El teléfono llegaría más
tarde, mucho más tarde. En 1886, un periódico tan rico e
importante como el parisino Figaro, sólo tiene telégrafo,
no teléfono (Blasco, s/f: 102 yss.) que, sin embargo, ya fue utilizado
por los periodistas de Boston en 1878 y desde 1885 estaba instalado en
25 países, España entre ellos. Aunque 11 años más
tarde, en 1896, el teléfono fuera objeto de toda clase de bromas
por la imperfección de su funcionamiento(5). Los sueños periodísticos
de la época debían limitarse a imaginar fantásticos
aparatos mestizos del recién inventado cinematógrafo, el
telégrafo y el teléfono. Que no era poco. Ese triple mestizaje
no hacía sino cortejar el sueño todavía lejano de
la televisión.
IMPRESIÓN INSTANTÁNEA, DISTRIBUCIÓN NEUMÁTICA Seguimos acompañando al sorprendido viajero que pregunta a su guía por el sistema o sistemas de impresión de El Relámpago, periódico madrileño universal de diez ediciones diarias. "¿Cómo se imprimen?", pregunta: Hay también otro procedimiento por el cual lo que el escribiente compone en la máquina resulta marcado en caracteres opacos en una placa de cristal.. Tanto en este caso como en el anterior, el resultado es que se preparan unas planchas fotográficas de las planas del periódico. Estas planchas se colocan sobre una pila de hojas de papel, y por medio de los rayos X, operando con tubos ‘Crookes’ gigantescos, todas las hojas resultan impresas simultáneamente, obteniéndose tiradas de 100.000 ejemplares en menos de un minuto. Máquinas automáticas recogen paquetes de cien ejemplares del periódico así impreso, y por medio de tubos neumáticos los reparten por los diferentes kioscos que hay en todo Madrid. Como usted ve, aquí no vienen repartidores ni vendedores, ni se admiten visitas que perturben al director de cada edición en su hora de trabajo..." ARTÍCULOS DE FONDO, EL FONDO DE LA CUESTIÓN En el gran periódico de 2001, menos mal, no habrá sólo lejanos, rápidos, ligeros fulgores de noticias. Habrá también comentarios, artículos doctrinales, técnicos y científicos, políticos y comerciales. Así como "correspondencias desde todos los ámbitos del mundo". Y esos artículos son encargados a personas competentes, las más competentes y autorizadas, "en Madrid o en cualquier otra ciudad del mundo". CODA SOBRE EL GRAN ADIVINADOR Jules Verne (1828-1905), cuya relación con los periódicos fue tan temprana y estrecha como la de todos los escritores europeos del XIX (Lottman (1998:56-57), no podía quedar ajeno a las adivinaciones periodísticas. Además de las mil referencias que pueden rastrearse en sus obras (en su primera novela de éxito, Cinco semanas en globo -1863-, el protagonista, el doctor Fergusson, además de científico, fue "el corresponsal más activo y más interesante del Daily Telegraph"; es sólo un ejemplo), Verne es autor de otra novela temprana, París au XXe siècle, uno de cuyos capítulos, el XIII, está dedicado, en parte, al periodismo soñado de mediados del siglo XX (1995:134-136). Sin embargo, Verne no hace ninguna referencia a adelantos técnicos y se limita a expresar el profundo pesimismo en el futuro del periodismo. Un pesimismo marcado por la ironía y el humor, cualidades que, a veces, no se sabe descubrir en "el gran adivinador": La journée d’un journaliste américain
en 2889 es una novelita de Jules Verne , de apenas 30 páginas,
que Jules Verne jamás escribió. El autor es su hijo Michel
Verne. Sin embargo, tal como lo cuenta el propio Jules (Lottman, 1998:
324 y ss.), si no el texto sí muchas de sus "ideas" o la imaginación
pertenecen al "gran adivinador". Quizá por ello sigue atribuyéndosele
(8). En la novela se avanzan hechos tan importantes como la enorme fuerza
de la publicidad y de la televisión, además de la "omnipotencia"
de los Estados Unidos de América del Norte (¡con 75 estados
y teniendo a la Gran Bretaña como una de sus principales "colonias"!)
y una larga lista de instrumentos y circunstancias que, una vez más,
acreditan talento e imaginación. Y sentido del humor. Lo más
inquietante, sin embargo, entre todo lo referido al periodismo, es la insinuación,
deducible de lo narrado, de la concentración periodística.
El mundo caminaba ya entonces hacia las ciudades monstruosas y los poderes
totales. Desde el nombre de la ciudad donde reside el periódico,
Centrópolis, hasta el poderío arquitectónico
de la sede del periódico ("colosal construcción de cuatro
fachadas de tres kilómetros cada una...") o el nombre mismo
del periódico, Earth Herald (algo así como "heraldo
mundial, universal...") sugieren un preocupante monopolio.
NOTAS (2)- "... es dogma del periodismo moderno, que es necesario dar a cuanto para un periódico se escribe ese tinte literario que fascina al pueblo, en que la imaginación prevalece sobre todas las facultades reflexivas", escribe Miguel Moya, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, en el prólogo al libro de donde tomamos el artículo de M. Martín Fernández: El Libro de la Prensa, 1911, pg. XIII. (3)- Ibídem: 131-137, donde aparece la crónica de M.M.F. titulada "La prensa del porvenir". (4)- Vicente Vera y López (Salamanca, 1855-1934). Doctor en Ciencias, catedrático del Instituto San Isidro; redactor de El Imparcial, 1900-1917; El Sol, 1930; colaborador de El Día, La Ilustración Española, La España Moderna, Alma Española, La Lectura, ABC; de la Asociación de la Prensa de Madrid, 1916; seudónimo: "Doctor Hispanus". (López de Zuazo, 1981:.542). El artículo aquí citado, "El periodismo dentro de cien años", aparece recogido en El Libro de la Prensa, o.c., : 210-214. (5)- "¿Central?...No contesta nadie./¿Central?...Siguen sin oir./¿Central?...¡Por todos los santos!/¿Central?...¡Por las once mil!/¿Central?...Que es asunto urgente..." Así decían unos versos de uno de los periodistas más famosos e ingeniosos de la época. (Pérez y González, Felipe, 1896: 92) (6)- Para conocer aquel periodismo finisecular y de comienzos del XX pueden consultarse con provecho algunos libros citados en la bibliografía siguiente y que no suelen aparecer en muchas bibliografías: Alvarez Angulo, Tomás (1962); Espina y Capo, Antonio (1929); Nombela, Julio (1976). (7)- Reproducida en El Mundo (Madrid) 19 de marzo de 2000, pg.24: "Fotos con historia. Publio López Mondéjar/Pilar Portero" (8)- Así ocurre en la última edición
juvenil francesa que conocemos (Editions Gallimard, Paris 1978; colección
"Folio Junior"). Hay traducciones españolas.
ASIMOV, Isaac (1990): Cronología de los descubrimientos. Barcelona, Ariel BLASCO, Eusebio (S/F): Cosas de Francia. Tomo XIX de Obras Completas, segunda edición. Madrid, Librería Editorial de Leopoldo Martínez DOMENECH, Emmanuel (1869): Quand j’ étais journaliste. Paris, E. Dentu EL LIBRO DE LA PRENSA (1911). Prólogo de Miguel Moya. Madrid, Biblioteca Renacimiento. Espina y Capo, Antonio (1926 a 1929): Notas del viaje de mi vida.1850 a 1920 (4 volúmenes, por décadas). Madrid LÓPEZ DE ZUAZO, Antonio (1981): Catálogo de periodistas españoles del siglo XX. Madrid, Universidad Complutense LOTTMAN, Herbert (1998) Jules Verne.Barcelona, Anagrama NOMBELA, Julio (1976): Impresiones y Recuerdos. Madrid, Tebas Pérez y González, Felipe (1896): Fuegos Artificiales. Madrid, Librería de Fernando Fé VERNE, Julio (1995): Paris en el siglo XX. Barcelona, Planeta |
BERNARDINO M. HERNANDO
Profesor Titular de Periodismo. UCM