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Un día Don Quijote, el caballero
tan conocido, el más magnánimo caballero que jamás haya
existido, vagabundeando con sul fiel escudero Sancho, tuvo un ataque de
perplejidad. Había leído que sus predecesores de los tiempos
antiguos, por ejemplo, Amadís de Gaula, habían tenido a veces
que luchar durante años enteros con cien mil soldados enviados contra
ellos por las potencias infernales o los magos. Ordinariamente, un caballero
que tropieza con semejante ejército de réprobos saca su espada,
invoca en su ayuda el nombre de su dama y se lanza solo en medio de sus enemigos,
a los que extermina, sin dejar uno. Todo esto estaba bien claro; pero aquel
día, Don Quijote permaneció pensativo. ¿Cómo
querían que un caballero, por fuerte y valiente que fuese, exterminase
a cien mil adversarios en un solo combate de veinticuatro horas? Se necesita
tiempo para matar a cada hombre; para matar a cien mil hace falta un tiempo
inmenso. ¿Cómo podía ocurrir todo aquello?
"Ya he salido de mi perplejidad, amigo Sancho, dijo al fin Don Quijote; esos
ejércitos eran diabólicos; por lo tanto imaginarios; los hombres
que los componían no eran más que una creación de la
magia; sus cuerpos no se parecían a los nuestros; tenían más
analogía con los de los moluscos, los gusanos o las arañas.
De tal modo, que la espada de los caballeros los cortaba de un solo golpe
sin encontrar más resistencia que la del aire. Y siendo así,
podían matar tres, cuatro y hasta diez de esos guerreros de una sola
estocada. Así es como resultaba fácil deshacerse, en algunas
horas, de ejércitos de ese género".
En esto, el autor de Don Quijote, gran poeta y profundo observador
del corazón humano, ha comprendido uno de los aspectos más
misteriosos de nuestros espíritus. Ya no se escriben libros como aquel.
Veréis en Don Quijote, en cada página, revelados los
más secretos arcanos del alma humana. Notad que ese Sancho, el escudero,
es la personificación del buen sentido, de la prudencia, de la astucia,
y que, sin embargo, se ha convertido en compañero del hombre más
loco del mundo; ¡precisamente él, y ningún otro! A cada
instante engaña a su amo, lo engaña como a un niño
pequeño; pero al mismo tiempo se siente lleno de admiración
por la grandeza de su corazón y cree reales todos sus sueños
fantásticos; no duda ni un minuto el que su amo no llegue a conquistarle
una ínsula.
Es de desear que nuestra juventud adquiera un serio conocimiento de las grandes
obras de la literatura universal. Yo no sé lo que les enseñan
hoy a los jóvenes como literatura, pero el estudio de Don
Quijote, uno de los libros más geniales y también de los
más tristes que haya producido el genio humano, es muy capaz de educar
la inteligencia de un adolescente. Verá allí, entre otras cosas,
que las más hermosas cualidades del hombre pueden llegar a ser
inútiles, excitar la risa de la Humanidad, si el que las posee no
sabe penetrar el sentido verdadero de las cosas y hallar la "palabra nueva"
que debe pronunciar...
Aparte de eso, yo no he querido decir más que una cosa; a saber: que
el hombre que puso en acción los sueños más locos, los
más fantásticos, llega de pronto a la duda y a la perplejidad.
Toda su fe ha desaparecido, y no porque lo absurdo de su locura le haya sido
revelado, sino porque una circunstancia secundaria aclara momentáneamente
su inteligencia. Este hombre de ideas de otro mundo experimenta súbitamente
la nostalgia de lo real. Si libros que él venera como
verídicos le han engañado una vez, pueden engañarle
siempre; quizá todo lo que contienen es mentira. ¿Cómo
volver a la verdad? Cree volver a ella imaginando un absurdo mayor que el
primero. Los centenares de miles de hombres evocados por los magos tendrán
cuerpos de moluscos, y la espada del buen caballero trabajará diez
veces más deprisa en su faena. Su necesidad de semejanza quedará
satisfecha. Tendrá derecho a creer en el primer sueño gracias
al segundo, mucho más ridículo.
Interrogaos a vosotros mismos y ved si cien veces no os ha ocurrido lo mismo.
¿Os habéis sentido enamorados de una idea, de un proyecto, de
una mujer? ¿Habéis tenido una duda? Os habéis cuidado
de crearos una ilusión más engañosa que la primera,
que os habrá permitido continuar estando enamorados y desprenderos
de la duda.
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