jamillan.com Me piden los coordinadores de este
monográfico
que hable sobre el nodo, sitio web o página personal que gestiono,
y lo hago con mucho gusto. El sitio nació a finales de 1995 o principios
de 1996 (¡hace ya cuatro años!), y surgió
básicamente
por ganas de jugar, aprovechando que Compuserve, la compañía
que entonces era mi proveedora de correo electrónico y acceso a
Internet, daba espacio de web gratuito a sus abonados (quizás
un mega), y proporcionaba un programita, Home Page Wizard, para
crear rudimentarias páginas. Hoy en día, cuando cualquiera te regala
megas y megas para colgar lo que quieras, y tienes programas gratuitos
para editar HTML, puede ser difícil entender el tremendo salto que
significaba de golpe, para un usuario particular, tener ocasión
de publicarse fácilmente. Abro un paréntesis para decir que
la labor de educación pública que ejerció Compuserve
sobre los usuarios de EEUU y Europa en la era pre-Web fue muy grande...
Pues bien: inicié mi experimento en
la horrible dirección http://ourworld.compuserve.com/homepages/jamillan,
y
nunca he sabido qué impulsó a Compuserve a dificultar de
esa manera que la gente llegara a los sitios de sus afiliados. Ourworld
era la especie de Geocities avant la lettre que tenía la
compañía. Creé una página de entrada que
servía
de bifurcación para las páginas de mi mujer y las mías
propias, aunque no tardé en darme cuenta de que su afición
por el ciberespacio era muy inferior a la mía, y acabé por
monopolizar el sitio... Lo primero que colgué fue uno de mis
poemas, Atlántico,
con ilustraciones del pintor Joan Cruspinera, que le pedí ad
hoc para la Web, y me quedé tan contento. Quizás nadie
nunca lo visitó (y además, Compuserve no daba información
sobre número de entradas), de modo que era una experiencia un tanto
anticlimática. O no: en cualquier momento, navegando con un amigo
(para presumir), o yo solo (por ver si seguía allí) tecleaba
afanosamente la larga dirección, ¡y allí estaba yo,
al alcance de la mano!, ¡y cualquiera podía verme! La segunda y terrible cosa que pasó
fue que se me ocurrió colgar alguno de los artículos que
había escrito. Luego otro, y otro más. ¡Era tan
fácil!
Pero había muchos... Mi vida agitada me había ido convirtiendo
en autor de géneros breves (lo que quizás no importa en
absoluto),
y como además he tratado siempre de no repetirme, me encontraba
en posesión de un motón de materiales para (re)publicar.
De modo que empecé por aquellos que me daba la impresión
de que podían interesar a más lectores potenciales. Al publicarlos, normalmente no los reelaboraba
(aunque más de una vez tuve el placer de restituir el texto
íntegro
que la redacción del medio donde apareció originariamente
se había visto obligada a podar), pero sí que tracé
puentes hipertextuales de unos a otros, e intenté darles alguna
ordenación desde una primera página. Descubrí entonces
—editorialmente, por así decir— algo que realmente ya sabía:
que mis escritos se iban agrupando en torno a tres o cuatro temas, que
funcionaban como atractores, y con frecuencia discurrían por sus
intersecciones. Y hete aquí que, ligados por el hilván
azul de los saltos hipertextuales, mis textos renacían bajo una
nueva personalidad. En plena tarea de ir editando, relacionando
y publicando mi obra pasada (y parte de la que iba generando) se me
ocurrió
sacarme alguna espina lejana. Fue mi tercera gran idea. Yo era, desde
hacía
muchos años, coleccionista de carteles encontrados en la calle,
carteles extraños, en los que personas con fines a veces poco claros
transmitían de forma a veces oscura cosas con frecuencia poco
comprensibles
a no se sabía muy bien qué destinatario, pero, ¡qué
prodigios de lenguaje y de poesía involuntaria!, ¡qué
abismos de pensamiento y motivación se dejaban entrever en esos
pasquines azotados por las inclemencias del tiempo! No me avergüenza decir que había
intentado alguna vez publicar en medios tradicionales reproducciones,
comentarios
de estas obras... sin ningún éxito, por cierto. ¿Ah
sí? (me dije), pues ésta es la mía... Y empecé
Flor de farola, la sección
que ha nacido en el sitio, y que sólo conoce la existencia
electrónica.
Lleva por el momento 10 entregas, porque —hay que señalarlo— las
hago, como el resto de las cosas, cuando puedo, cuando me apetece, cuando
me lo pide el cuerpo, o cuando un hallazgo especialmente afortunado me
remueve las ganas de compartirlo con el mundo. Pero volvamos sobre el material
reciclado... Varios de los trabajos que podía poner
en línea eran potencialmente muy útiles para los estudiosos
de español, ya fuera como primera o segunda lengua. El Vocabulario
de ordenadores e Internet lo inicié casi desde el principio
de su publicación en El País, hace dos años,
en la dirección
http://personal.redestb.es/joseami
llan
(por aquel entonces estaba simultaneando mi espacio en Compuserve con un
espejo local). Es una sección dedicada a explicar al lector medio
el significado y la posible traducción del vocabulario de estas
áreas. Tampoco me privo de hacer digresiones etimológicas,
históricas o metafóricas, cuando hace falta. Se puede acceder
a cada entrada por la forma inglesa o por distintas alternativas
españolas.
Una preocupación constante ha sido reflejar las variantes
hispanoamericanas,
porque probablemente en mi sitio estén entrando tanto desde
América
como desde la península (véase un poco más
adelante). Una idea paralela al poner la sección
en línea era devolver a la Red gran parte de la documentación
que había utilizado para comentar los términos. Por eso su
entrada se ha convertido
en una auténtica página de recursos sobre el vocabulario
informático, en varias lenguas. Muchos términos tienen
también
documentación propia o debates (como web)
e imágenes (como ratón).
El texto está también ocasionalmente ampliado con respecto
a la versión publicada. Unas pocas veces al mes recibo correos de
los visitantes, a veces puntualizando fechas o datos, a veces discutiendo
traducciones, y a veces pidiendo que incluya alguna palabra. Con frecuencia
incorporo sus observaciones a la entrada. Por lo atomizado que es el contenido del
Vocabulario
(casi 600 términos, en las dos lenguas), y por lo enojoso de la
referencia, es la zona que me es más costosa de editar. Sin embargo
hay indicios de que es útil: casi el 15 por ciento de las visitas
a mi sitio van a alguna página del Vocabulario. Si a ellas añado
los artículos sobre distintos aspectos de la Red, agrupados en Internet
y mundo digital, podríamos decir que una quinta parte de las
visitas de mi sitio buscan materiales relacionados con la Red (lo cual
no me parece mucho, para lo "ombliguista" que suele ser el medio...) A la Página
de los diccionarios... le di su forma actual ya en el dominio
jamillan.com
(que compré harto de la degradación del servicio de Compuserve,
y viendo la faena que era que la papelería que había hecho
con mi dirección electrónica y URL se volviera inválida
por el cambio de proveedor). La idea de la sección fue también
agrupar e indizar toda una serie de comentarios sobre obras de referencia,
en soporte papel y en CD-ROM. Predominan los diccionarios de lengua
española,
generales o de alguno de sus aspectos. También hay muchos diccionarios
y enciclopedias de disciplinas diversas. En total llevo comentadas casi
setenta obras. En esta sección meto también
contenido plenamente inédito: reseñas de ciertas obras que
por no ser de actualidad estricta (o aparentemente demasiado
específicas,
aunque deliciosas) no puedo
publicar en la prensa. Además he incorporado un apartado nuevo,
"Voces del pasado", para comentar piezas históricas. Como tengo
una buena colección personal de diccionarios, espero que vaya creciendo
("Haz una reseña de esta obra, por favor", me dijo hace poco un
amigo, a quien le enseñé un precioso vocabulario del siglo
pasado, "Aunque sea en Internet..."). El 11 por ciento de las visitas a
mi sitio consultan alguno de los contenidos de la "Página de los
Diccionarios". Las secciones de Lengua
y Literatura agrupan muchos
materiales variados, entre los que destacan una zona dedicada a aspectos
lingüísticos de los Insultos,
que va creciendo poco a poco y tiene mucha popularidad; otra a las metáforas,
a la obra de Umberto Eco, a cuestiones de teoría literaria (o incluso
ciberliteraria), etc...
Un apartado de Creación
agrupa una muestra de mis propias obras. Los Diccionarios más los
otros contenidos lingüísticos y literarios se llevan otro quinto
de los accesos al sitio. La sección de Edición
electrónica es estrictamente profesional, y está orientada
a editores hispanohablantes con interés por el libro electrónico,
aspectos legales de la edición en los nuevos medios, etc. Es de
creación reciente, pero en ella he empezado a incorporar trabajos
de colegas míos (un agente argentino, un editor madrileño,
el director de una editorial hipertextual argentina, otro editor salmantino,
etc.). Por los accesos —limitados, pero no puedo imaginar que nadie no
interesado visite estas páginas tan específicas— y por la
correspondencia que recibo sobre ella, está cumpliendo su cometido.
Está animada por una pequeña newsletter que envío
al sector profesional cada vez que incorporo algún contenido
notable... Esta sección más la parte curricular
y de presentación de mis proyectos
en el sitio tiene un 10% de los accesos. Queda el otro 50 por ciento de los accesos,
que se reparten entre muy distintas cuestiones: la Página
de los artistas (donde figuras consagradas están al lado de
la obra de artistas populares
o de otros que a mi modo de ver habrían merecido mejor suerte),
una pequeña sección Antinatalista,
palíndromos y juegos
de palabras, relatos de encuentros con amigos,
artículos sobre el calendario, los trenes o sobre arqueología
industrial, sobre lo bonito que es andar, o Flores
de farola. En resumen: las otras cosas que me interesan... Y ahora los datos que me demandan las
organizadoras:
mi sitio está compuesto por 325 páginas, que incluyen
sorprendentemente
160 imágenes (nunca las había contado: son más de
las que me imaginaba). Lo tengo alojado en Rapidsite,
y MKStats hace las estadísticas.
Según éstas, mi proveedor sirve en estos momentos más
de 20.000 páginas al mes, pero realmente cuando más ha crecido
ha sido en el curso de los últimos 5 o 6 meses, en los que las
páginas
servidas prácticamente se han duplicado. No hago especial
promoción
de sus contenidos (salvo informar a los amigos de cuando cuelgo algo especial),
pero sí que he detectado su aparición en buscadores y su
mención en listas dedicadas a la lengua, a la terminología,
al hipertexto y a temas de la cultura de las Redes. Lo visitan sobre todo desde (por orden de
importancia)
España, Estados Unidos, Argentina, Alemania, México,
Holanda, Luxemburgo, Reino Unido, Colombia, República Dominicana,
Suecia, Brasil, Canadá, Francia y Chile. Estos 15 países
agrupan un tercio del trafico total, pero los cinco primeros reúnen
la cuarta parte, también del total. España y Estados Unidos
están igualados nominalmente, pero la estadística atribuye
a EEUU todos los .com, .org y .edu, con lo que su peso real podría
bajar mucho. Las comunicaciones que vengo recibiendo de visitantes provienen
en primer lugar de España, y luego, con mucha diferencia y
dispersión,
de cualquier otro sitio... Por ellas veo que el vocabulario de
informática,
la información sobre diccionarios y la relacionada con los insultos
son las partes más utilizadas por estudiantes extranjeros. Mi dedicación a la edición de
mi nodo es espasmódica e intermitente (como no podría menos
de ocurrir con algo que es prácticamente un hobby): a veces lo olvido
durante meses. A veces lo mimo durante meses. Si tuviera que resumir (y quizás debiera)
por qué gestiono este sitio, diría: a) porque sí,
porque me da placer; b) porque a través de él, y por un coste
marginal, cosas que ya tengo hechas están siendo útiles a
muchos; c) porque en él publico las cosas que me interesan, sin
depender de nadie; d) porque me permite experimentar en asuntos de
edición
electrónica: v.g., ¿serviría una pseudo VR de interfaz
estilo "teatro de la memoria"?, veámoslo;
¿se puede jugar con el color de los hiperenlaces para orientar sobre
la pertinencia de hacer clic?,
etc.; e) porque se me ha convertido en una plataforma profesional (sobre
todo en la sección de Edición Electrónica); f) porque
(confieso un tanto avergonzadamente) a través de él he puesto
un gran orden en mis documentos, enlaces y fuentes: soy un gran usuario
de su versión off-line... Concluyo el cuestionario: ¿cómo
se manifiesta en este nodo la cultura española? Me gusta pensar
que además de en aspectos evidentes (vocabulario técnico,
novedades bibliográficas de consulta) es una ventana a variedades
de español no estándar, a aspectos del arte popular, y que
su misma existencia (como la de cualquier otro sitio independiente, creado
y alimentado "por amor al arte") es buena, benéfica y necesaria. José A. Millán
O cómo me convertí paulatinamente
en sitio web
31 de enero del 2.000