Aún me quedan los últimos momentos de soledad. Aun me queda la nostalgia
y el arrepentimiento, aún la sangre se bifurca por los laberintos...
¡Oh! Dios, apenas si respiro y todo se vuelca contra todo, el mundo
se destapa a las orillas de la ciudad. Que cobarde he sido, que cobarde.
A lo mejor si sigo suspirando contamino este cuarto de esperanza y entonces,
sólo así, me sentiré al borde de una ilusión.