Román Reyes (Dir): Diccionario Crítico de Ciencias Sociales |
Escuela de Frankfurt:
Primera Generación |
Blanca Muñoz
Universidad Carlos
III de Madrid
|
Cronológicamente, y de una manera convencional, se puede hacer una descripción de la evolución "externa" del Instituto (Institut für Sozialforschung). Siguiendo el relato convencional, el Institut se constituye entre los años 1923 y 1924, vinculado a la Universidad de Frankfurt y con financiación del comerciante Hermann Weil. Felix Weil, hijo del anterior, Friedrich Pollock, Kurt Albert Gerlach y el joven Max Horkheimer, entre otros iniciadores, se plantean el estudio del Marxismo, pero no desde una perspectiva de afiliación política sino desde la actualización de los conceptos y problemas de la obra misma de Marx ,y que ya en l922 se habían retomado en una semana de estudio organizada sobre esta problemática. Sin embargo, será Kurt Albert Gerlach quien logra que el Ministerio de Educación alemán autorice al Instituto de Investigación Social. Esta autorización, más la financiación de Hermann Weil permiten una autonomía sin la cual no habría sido posible la creación de un "Instituto de Marxismo", como se le pensó denominar en un primer momento.
La dirección de Carl Grünberg que procedía de la Universidad de Viena enfoca el Instituto en una dirección de estudio de la Historia del Socialismo y del movimiento obrero (Grünberg Archiv", con XV tomos). Como politólogo esta preocupación se conjuntó con el interés por las obras de Georg Lukács y de Karl Korsch quienes introduccían una positiva valoración y replanteamiento del tema marxiano de las superestructuras ideológicas; es decir, reivindicaban la importancia cada vez mayor de factores relativos a lo simbólico y cultural. No obstante, esta etapa de Grünberg como director tiene que ser considerada como la "prehistoria" de la Escuela de Frankfurt. La Escuela de Frankfurt, como la consideramos en la actualidad, tiene su auténtica génesis con la dirección de Max Horkheimer cuando sucede a Grünberg en la dirección del Instituto. Desde l931, y ya en 1932 con la publicación de la "Revista de Investigación Social" ("Zeitschift für Sozialforschung") se puede hablar de la Escuela de Frankfurt conformada por quienes serán sus autores fundamentales: Theodor W. Adorno, el mismo Max Horkheimer, Erich Fromm, Walter Benjamin, Leo Lowenthal, y poco después Herbert Marcuse. Asimismo, Franz Borkenau, Siegfried Kracauer, Otto Kirchheimer, Franz Neumann, Olga Lang o, durante un breve tiempo Paul Lazarsfeld, entre otros nombres relevantes, trabajarán y colaborarán en los proyectos de la Escuela. Pero, el "núcleo duro" frankfurtiano será el formado por Horkheimer/Adorno, Benjamin, Fromm y Marcuse. Son, precisamente, los temas y el enfoque dado por éstos los que dan el sesgo característico a la Escuela y pese a lo que, últimamente, se quiere presentar como líneas dispersas de investigación, tal y como sugiere Axel Honneth subrayando las obras de Neumann y Kirchheimer frente a las de Adorno y Marcuse. Luego expondremos los tópicos habituales que sobre la Teoría Crítica circulan en las publicaciones más recientes.
La denominación de Teoría Crítica fue acuñada por Horkheimer. Denominación que se extenderá después como la definición más específica del sentido de la Escuela. Tanto Horkheimer como Adorno -quien hasta l938 no se asociará plenamente al grupo- establecerán de una forma objetiva el significado básico de lo que deberá entenderse bajo el concepto de "Teoría Crítica"; esto es, el análisis crítico-dialéctico, histórico y negativo de lo existente en cuanto "es" y frente a lo que "debería ser", y desde el punto de vista de la Razón histórico-universal. Por tanto, la conjunción Hegel-Marx se hace evidente. Pero, a la vez, el "es" de lo existente en cuanto "status quo" conlleva una investigación central de la Escuela: los principios de dominación colectivos. Aquí, Freud será la referencia necesaria y precisa. Lo irracional, lo racionalizado o convertido en un principio de dominación, pasa a convertirse en el gran problema y tema de investigación de la Teoría Crítica. En definitiva, para comprender el rumbo y la dinámica de la sociedad burguesa que se organiza económicamente a través del capitalismo, se hace indispensable la sínteses de las tres grandes concepciones críticas anteriores a la Escuela: Hegel-Marx-Freud aplicados dialécticamente en el examen de las direcciones de la relación entre racionalidad-irracionalidad y sus efectos sociales e históricos.
Desgraciadamente lo que se situaba como eje de investigación teórica y metodológica -la dominación- y que ya se enunciaba en la primera publicación de la "Zeitschrift", los Estudios sobre autoridad y familia, 1936, va a condicionar y desencadenar la trayectoria de la Escuela. El ascenso de Hitler al poder conlleva el cierre en 1933 del Instituto, el exilio, el encarcelamiento de algunos de sus miembros y la muerte prematura de una persoanliadad tan decisiva como la de Walter Benjamin cuya obra no deja de revalorizarse.
La emigración de la Escuela hasta asentarse en los Estados Unidos en Universidad de Columbia, en l934, pasa antes por Ginebra y París. En Nueva York, sin embargo, será en donde se consolida la denominación de Teoría Crítica dada ya definitivamente a las investigaciones llevadas a cabo por los miembros y colaboradores de la Escuela. Max Horkheimer y Theodor W. Adorno emprenden un rumbo nuevo a sus trabajos. La síntesis Marx-Freud se enriquece metodológicamente y producto de ello serán los cinco tomos de los Studies in Prejudice (l949-l950). La Personalidad Autoritaria, obra en la que Adorno tendrá un papel relevante, es una continuación del interés por desarrollar una "Escala de fascismo (F)" empírica y con una fiabilidad objetiva. El análisis del tema del prejuicio social había tenido un precedente en el libro Dialéctica de la Ilustración (también traducido al castellano como Dialéctica del Iluminismo) conjuntamente escrito por Horkheimer y Adorno en l941. Este libro marca el punto de inflexión fundamental de la evolución de la Teoría Crítica. En él se consolida el interés por el tema de la industria cultural y la cultura de Masas, situando en estas estructuras una continuidad entre la sociedad totalitaria del Nacionalsocialismo y la capacidad de persuasión y manipulación que poseen los dos nuevos procesos de transmisión ideológica. De este modo, tanto en La Personalidad Autoritaria como en la Dialéctica del Iluminismo se expresa la pervivencia en la Sociedad de Masas de unos principios de dominación en los que se difunde una cosmovisión de fuerte componente irracional y primitivo.
A partir de l948, las circunstancias políticas de Alemania posibilitan la vuelta de los teóricos críticos. Horkheimer, en l950, regresa a Frankfurt y con él vuelven Adorno y Pollock. Marcuse, Neumann, Kirchheimer y Löwenthal permanecerán en los Estados Unidos. En gran medida, la vuelta de la Escuela se ha entendido como una forma de saldar la mala conciencia alemana tras el Nazismo; es más, la pervivencia de la Teoría Crítica permitió una vez finalizada la guerra que Alemania pudiese resaltar la existencia de una resistencia y un exilio que suponía una "limpieza de cara" de todo el país. Así, la "refundación" del Instituto se convirtió en un acontecimiento esencial no sólo en la Universidad sino también en la sociedad alemana. Horkheimer, por ejemplo, llegaría a ser decano y rector de la Universidad de Frankfurt hasta el año l959 en el que se jubiló.
Pues bien, si tuvieramos
que hacer una síntesis de la trayectoria cronológica de la
Escuela de Frankfurt habría que subrayar cuatro etapas determinantes:
- La primera
comprendida entre los años 1923-1924, fecha de su fundación,
y en la que el Instituto de Investigación Social se vincula
a la Universidad de Frankfurt. La publicación de la Zeitschrift
für Sozialforschung, en l932, establece de una manera general la línea
de investigaciones de carácter crítico-dialéctico.
-
Sin embargo, se puede considerar que es a partir de 1932 cuando se puede
hablar propiamente de la génesis de la Escuela de Frankfurt con
la dirección de Max Horkheimer. Esta segunda etapa coincide con
el ascenso del Nazismo. El exilio y la muerte de algunos de sus miembros
fundamentales imprime un sesgo que será decisivo en el análisis
teórico de la Escuela. No obstante, el contacto con la sociedad
norteamericana introduce y consolida el estudio de la sociedad post-industrial
y sus estructuras sociopolíticas y culturales. La
vuelta de Max Horkheiemer a Alemania en el año l950 cierra esta
etapa.
- Desde
l950 hasta la muerte de Adorno en l969 y de Horkheimer en l973, se llevan
a cabo las aportaciones teóricas y metodológicas de la Teoría
Crítica. Aquí, la conjunción de las técnicas
empíricas con la reflexión teórica rompe el tópico
de excesiva abstracción con el que se ha tildado a los autores frankfurtianos.
Los Frankfurter Beiträge zur Soziologie son una buena prueba de ello.
Es en esta etapa en la que se escriben las obras fundamentales no sólo
de quienes volvieron a Alemania, sino también de quienes permanecen
en Estados Unidos como será el caso de Marcuse. La influencia de
la Teoría Crítica en los acontecimientos de los años
sesenta es innegable y merecería un estudio específico el
esclarecimiento de cómo se tomaron conceptos y propuestas características
de la Escuela.
- La cuarta
etapa, tipificada de una forma convencional, se puede situar en el final
de la Teoría Crítica clásica (Horkheimer, Adorno,
Marcuse) y el surgimiento de la "segunda generación" (Jürgen
Habermas, Claus Offe, Oscar Negt, Alfred Schmidt y Albrecht Wellmer, preferentemente).
Habermas ya había iniciado su colaboración con la Escuela
en los años cincuenta. Será a partir de la década
de los sesenta cuando con la publicación de Student und Politik,
escrito por Habermas y Ludwig von Friedburg, comience el tránsito
de la "primera generación" a la "segunda". Los años setenta
imprimen un giro nuevo a la temática crítica al introducir
paradigmas nuevos a la Teoría Crítica. La obra weberiana
enriquecerá la investigación social neofrankfurtiana. Y,
asimismo, métodos empíricos provenientes de la tradición
positivista y funcional-sistémica entran a formar parte de los estudios
orientados, sobre todo, al análisis de la sociedad post-industrial
y de sus estructuras.
La evolución de la Escuela de Frankfurt, en suma, sigue la misma evolución histórica de la sociedad del siglo XX. Así, resulta inseparable el sentido crítico de la Escuela de los acontecimientos que, desde los años veinte, se desarrollan internacionalmente. El repaso de las temáticas fundamentales será la comprobación de esto.
La Teoría Crítica entendida como aclaración racional nació de dos planteamientos: la conjunción de la teoría marxiana con la de Freud y, por otro lado, el replanteamiento de los problemas de la teoría y de la práctica en su aplicación a la nueva Sociedad de Masas. Precisamente, el surgimiento de esta nueva formación económica y sociopolítica organizada sobre una economía de demanda y de consumo ponía en cuestión numerosas previsiones hechas por el Marxismo clásico. Y, sobre todo, en esta nueva etapa del capitalismo la introducción del psicoanálisis y de la metapsicología freudiana se hacía necesaria ya que, por primera vez, se hacía un uso político de la psicología colectiva. De aquí que, desde la misma fundación de la Escuela, sea imprescindible la síntesis entre economía y psicología como dan muestras los primeros trabajos de la Zeitschift für Sozialforschung y casi el acta fundacional como grupo que fueron los Estudios sobre Autoridad y familia. La búsqueda de un tipo de construcción teórica en la que la ruptura con la "teoría tradicional" abriera la posibilidad de abarcar las complejísimas interacciones del capitalismo avanzado, aparece como la génesis de los primeros frankfurtianos. Ruptura con la teoría tradicional en cuanto que ésta parte de una realidad plana y estática y, así, se presenta como unos enunciados interconexionados y que se derivan lógicamente unos de otros, utilizando el modelo matemático como modelo de modelos del conocimiento científico. El Positivismo, los variados y diversos empirismos, el Racionalismo y, en general, el ideal de las Ciencias Nomológicas estarían en esta perspectiva. Como apunta Horkheimer en su obra imperecedera Crítica de la Razón instrumental (Zur Kritik der instrumentelle Vernunft. Aus den Vorträgen und Aufzeichnungen seit Kriegsend), versión resumida en Eclipse of Reason, la Teoría Crítica nace de la no aceptación de un estado histórico en el que -y como afirma Adorno- los que "es" no "debería ser". De esta forma, los empirismo y positivismos arranca de una identificación con lo convencionalizado, con un "status quo" considerado como orden universal e inmodificable. En este sentido, el proyecto crítico, con su síntesis Marx-Freud, arrancará no tanto del "espectáculo del mundo" cuanto del "sufrimiento del mundo". Sufrimiento evitable desde la acción histórica racional e ilustrada.
Como ya se ha observado, la Teoría Crítica no buscará inscribirse de ningún modo en el paradigma de las Ciencias Nomológicas. Al contrario, en gran medida la Escuela de Frankfurt cronológicamente aún se sitúa en la "polémica de las Ciencias" en la que habían terciado desde Rickert y Windelband hasta Max Weber. La misma polémica que, en los años sesenta, mantedrá Adorno con Popper (La disputa del positivismo en la sociología alemana) se alinea de un modo subyacente en los coletazos que la "polémica de las Ciencias" de principios del siglo XX supuso en la Universidad germana. Ahora bien, lo fundamental resulta ser que frente a los positivismos, los autores frankfurtianos siempre tuvieron muy presente el gran problema de toda teórica: su paso y transformación a ideología. Frente a Popper, Adorno mantuvo una posición epistemológica que desconfiaba el paradigma nomológico en un sistema sociopolítico en el que la Ciencia y la técnica habían conducido acríticamente a la administración científica de la muerte. El "después de Auschwitz" que recorre todo el significado de la Dialéctica Negativa de Adorno, es un paso hacia delante de la teoría que se resiste a la complicidad con los principios de dominación social. De aquí que la Teoría Crítica se formula desde cuatro notas esenciales: histórica porque la teoría es aclaración sobre la existencia humana y desde un ideal hegeliano de humanización a través de un progreso constatable en la Historia por los grupos que son dominados y humillados (aspecto tan relevante después en el análisis de Michel Foucault de los "otros" y de los "espacios de poder"); en segundo lugar, la teoría debe de ser dialéctica puesto que su avance es a través de contradicciones captables desde un punto de vista racional, siendo la Razón la tercera y esencial característica de toda teoría que no quiera ser y actuar como ideología. La Razón, en definitiva, es el fundamento de la Teoría Crítica. Una racionalidad que tiene su herencia en Kant-Hegel y en la universalidad griega clásica. Así, la Razón se define como un proceso de análisis causal, pero desde la comprensión de las contradicciones en una dialéctica histórica que busca, preferentemente, las causas de la dominación. En este sentido, se distinguirá, siguiendo a Weber, entre racionalidad y racionalización. La racionalidad siempre, y por fuerza tendrá que ser crítica, mientras que la racionalización no es más que el uso del esquema medio-fin en unos objetivos cuyos resultados últimos no sean más que los de consolidar lo "constituido". Este sería el fundamento de la razón instrumental. Por ello, precisamente, la teoría que no deviene en ideología, tiene que ser histórica, dialéctica, racional y negativa. Frente a los positivismos de lo que "es" empíricamente, la negatividad de la comparación con un "deber ser" que actúa como el gran motor de la Historia desde sus orígenes. Desde las utopías a los deseos de una humanidad mejor y mejorada, la negatividad ha explorado caminos nuevos en los que la "explotación del hombre por el mismo hombre" se disipe como un recuerdo prehumano en la Historia. Tanto para Adorno como para Horkheimer y Marcuse, el "final de la utopía" ha llegado. La humanidad posee ya tantos recursos científicos, materiales como intelectuales como para transformar la sociedad. De aquí, que no se pueda tildar de idealistas a los teóricos de Frankfurt puesto que la crítica no se funda en unas abstracciones irrealizables sino en un examen económico, político y cultural que" no baja del cielo a la tierra". Al contrario, intenta subir de la tierra a una etapa histórica sin dominación inconsciente e irracional. De nuevo, la síntesis Hegel-Marx-Freud explica la globalidad del proyecto y de los objetivos finales de la Teoría Crítica. Este proyecto resulta de la suma de obras, conceptos, problemas e investigaciones de los miembros de la Escuela. El repaso de las principales aportaciones de los más representativos autores del Instituto muestra hasta qué punto existieron unos núcleos comunes de interés y una actitud general en la valoración de las contradicciones de la sociedad de capitalismo de Masas.
Max Horkheimer (l895-l973), aparte de ser el cofundador del Instituto de Investigación Social y su director desde l931 hasta su muerte, va a ser el impulsor de los planteamientos filosóficos y sociológicos más característicos. En sus obras principales:Estudios sobre Autoridad y familia (l936), Teoría tradicional y teoría crítica (l937), Dialéctica de la Ilustración (l948) conjuntamente escrita con Adorno, Teoría Crítica (l968), aparte de un conjunto de estudios como La crítica del juicio de Kant como lazo de unión entre la filosofía teórica y la práctica (l925), Comienzos de la filosofía burguesa de la historia (l931) o la firmada bajo el seudónimo de "Heinrich Fegius" Ocaso. Asimismo, obras tan características como Sociológica (con Adorno),
Teoría crítica o A la búqueda del sentido
Las aportaciones primordiales
de Horkheimer se compendian en:
- La preocupación
epistemológica y metodológica resulta ser determinante. Horkheimer
fundamentará la distinción básica de la Escuela entre
razón crítica y razón instrumental, diferenciación
esencial a la hora de constituir los núcleos de investigación
y de método introduciendo, en este punto, una revalorización
de lo cualitativo frente a lo cuantitativo. A partir de esta revalorización,
el enfrentamiento con el positivismo se interpreta no tanto como proceso
lógico como resultado y consecuencia sociopolítica. La autopresentación
del positivismo como metodología experimental acentúa el
carácter instrumental de la razón. Por consiguiente, esa
racionalidad instrumental acaba siendo el instrumento de la dominación
colectiva. Destrucción de la Naturaleza bajo los principios de la
ganancia y explotación del ser humano revestida de la retórica
de la eficacia y la utilidad son producto del instrumentalismo convertido
en proceso científico y tecnológico.
- De la
crítica al positivismo, Horkheimer pasa a las consecuencias sociopolíticas
que la razón instrumental conlleva. La experiencia del Nazismo,
como compedio de la acción de una racionalidad administrada y planificada
en fúnción de una dominación "eficiente", es el punto
de inflexión que conduce a Hokheimer a sus continuados estudios
-sirviéndose del psicoanálisis- sobre la estructura de autoridad,
y su paso a autoritarismo, así como su transmisión en la
familia. El Nazismo y el fascismo constituyen fenómenos sociopolíticos
en los que el poder y la conciencia funcionan al unísono. El sistema
de prejuicios articula unos tipos de carácteres que son el sustrato
profundo para el triunfo del autoritarismo y de los más temibles
movimientos de masas. Sin embargo, con la desaparición del Nazismo
de Hitler no desaparecen los procesos de autorismo latente. Al contrario,
la cultura de masas y la sociedad capitalista de consumo representan el
renacer de la razón instrumental que convierte a los sujetos en
objetos y a los objetos los sitúa como las finalidades de
la vida humana. La sociedad de consumo de masas, por tanto, es la que altera
el esquema medio-fin, haciendo que los medios parezcan los fines y, a la
inversa, los fines y objetivos de una existencia realizada (amistad, conocimiento,
realización) los vuelve medios para el consumo de productos serializados
y homogeneizados en los que el individuo "deberá" encontrar su "ser".
- Sin embargo,
Horkheimer no queda en la mera denuncia de la dialéctica de la alienación.
Siguiendo su revisión epistemológica del papel de la Filosofía
y de la Ciencia Social en un proyecto que no sea el de la dominación,
será quien establezca lo que debe entenderse como la función
social de la teoría. La Teoría Crítica, entonces,
reclama una vuelta a la razón especulativa que el positivismo intentó
eliminar bajo la etiqueta de "metafísica". Para Horkheimer, la necesidad
de una antropología crítica que reinstaure al ser humano
en su lugar histórico, pasa por la emancipación del subjetivismo
casi autista en el que el consumo ha confinado al individuo y por la reinstauración
de aquellas posiciones intelectuales -incluidas la metafísica, el
arte o la teología- que han impulsado al ser humano hacia su liberación.
La búsqueda del sentido, como afirmaba Horkheimer, es prevenir que
el principio de dominación no triunfe en la Historia y de aquí
la responsabilidad de la Filosofía ante el sufrimiento del mundo.
Theodor W. Adorno (l903-l969) es considerado como el coautor con Horkheimer de la creación epistemológica, metodológica y temática de la Teoría Crítica. No obstante, Adorno se significa dentro del conjunto de miembros de la Escuela por su interés no sólo por problemas sociales y culturales sino, también, por sus indagaciones sobre estética especialmente de carácter musical. Pero, sobre todo, en la obra de Adorno se encuentran la generalidad de los temas que han dado su significado a la filosociología frankfurtiana. La personalidad autoritaria, el nuevo modelo cultural pseudoculto, el funcionamiento de las masas en el Nazismo y en la posterior sociedad post-industrial, y, a la par, los problemas estéticos que afectan a la creación artística y musical, son los fundamentos teóricos propios que definen las preocupaciones centrales de Adorno y de la Escuela. Hay, por tanto, una identidad entre la obra de Adorno y lo que después se ha considerado como las contribuciones de la Teoría Crítica a las áreas de la Filosofía y de la Sociología. El recorrido por la producción intelectual adorniana es buena prueba de esto: Kierkegaard. Construcción de lo estético (l933), Dialéctica de la Ilustración (l947), La personalidad autoritaria (l950), Minima moralia (l951), Sobre la metacrítica de la teoría del conocimiento (l956), Tres Estudios sobre Hegel (l957), La ideología como lenguaje (l964), La disputa del positivismo en la sociología alemana (l969), Dialéctica Negativa (l966), Teoría estética (l970), aparte de otros escritos sobre música y cultura de Masas como: Filosofía de la nueva música (l949), Disonancias (l956) o Prismas. Crítica de la Cultura y la Sociedad (l955). La ingente producción de Adorno refleja la evolución teórica y vital de la Escuela. Se puede afirmar, en suma, que puede considerarse el desarrollo de los intereses intelectuales del autor de Frankfurt como la síntesis más perfecta del proyecto crítico.
Las obras de Adorno
y de Horkheimer se entrecruzan en muchas de sus propuestas, sin embargo
Adorno aportó una temática propia original no sólo
por sus contenidos sino, también, por sus posteriores influencias.
En este sentido, una posible síntesis de sus aportaciones, dada
la complejidad del pensamiento del autor crítico, sería la
siguiente:
- En un primer
momento, habría que hablar de la revisión gnoseológica
de una serie de filosofías en las que el subjetivismo deviene en
irracionalismo o, como subraya Adorno, la "ideología como lenguaje".
El existencialismo religioso de Kierkegaard, la fenomenología de
Husserl y, sobre todo, la filosofía de Heidegger al acentuar la
existencia abstracta del sujeto y diluir los aspectos histórico-objetivos
conducen a una ontología del ser en la que el absurdo finaliza siendo
el sentido y fin de la vida humana. Filosofías de la Vida, en consecuencia,
que apelan a lo instintivo como liberación en un "ser para la muerte"
que será el caldo de cultivo de políticas de expansión
militar. El subjetivismo y el positivismo, tal y como lo analizó
Horkheimer, en último término representan las dos caras de
la misma moneda: la voluntad de dominio, ya sea sobre los "otros" o sobre
la Naturaleza. De aquí que, para Adorno, en ambas posiciones se
finaliza en una mitologización del pensamiento que queda detenido
y confinado sobre sí mismo, sin capacidad para percibir y comprender
a los "otros", considerados enemigos.
A partir del replanteamiento
de las ontologías mitologizadoras, Adorno emprenderá un camino
de revisión de los procesos de mitologización en los que
se ven inmersos formas específicas de pensamiento y acción.
La Dialéctica de la Ilustración, así, resulta paradigmática.
Un pensamiento que situaba los ideales de progreso, de educación
y de igualdad como ejes históricos acaba, con la consolidación
del capitalismo industrial, justificando la administración científica
de la muerte al devenir en razón instrumental en la que el progreso
se confunde con la técnica, la educación en mera formación
de la nueva mano de obra y la igualdad se identifica con uniformidad que
posibilidad el consumo. La razón histórica ilustrada, al
convertirse en razón instrumental, da paso a su propia negación
mediante la conversión de una razón planificadora en la que
el dominio aparecerá unas veces con su "cara amable" y, otras, endurecido
por sus propias contradicciones. El "después de Auschwitz"es el
hilo teórico de la reflexión de Adorno porque antes del "después"
han existido unas causas que son las que directamente condujeron al Nazismo.
- El Nazismo
se convierte en el punto de inflexión para comprender globalmente
la mitologización, en cuanto parálisis de la razón
y del pensamiento, sociopolítica y cultural. Pero es Nazismo no
es considerado como excepción histórica. Al contrario, éste
es sólo un momento histórico de la irracionalidad devenida
en política de poder. La irracionalidad se caracteriza porque tiene
muchas caras y procesos. En última instancia, la capacidad para
anular la conciencia crítica, destruir la capacidad causal del pensamiento
y extinguir en la Masas el anhelo solidario de una sociedad mejor tiene
que seguir considerándose secuela histórica del Nazismo.
Es por ello por lo que a la Teoría Crítica le interesa de
una manera tan esencial la génesis de la Sociedad de Masas y, básicamente,
su ideología justificadora: la cultura generada por los mensajes
artifícialmente construidos de los sistemas y canales de la comunicación
de Masas. La Pseudocultura (Ver) resulta la estrategia primordial e imprescindible
para disolver la conciencia crítica colectica y consolidar un orden
mitológico de comprensión de la realidad.
- La Sociedad
de Masas, entonces, se entiende como la continuidad de la política
mitologizadora y mitologizante. Por ello, es tan necesaria la introducción
de la obra de Freud -y en concreto su Metapsicología expuesta preferentemente
por el creador del Psicoanálisis en su Psicología de Masas
y análisis del yo-. Conjuntamente con Marx, Freud proporciona un
sistema global explicativo y epistemológico que interroga a las
"apariencias" para llegar al "ser", siguiendo el clásico proyecto
liberador heredado de Grecia. La Metapsicología es la llave que
abre los oscuros y confusos dominios de la relación entre líderes
y nultitudes.
Para Adorno, la industria
de la cultura y de la comunicación permite el estudio objetivo de
las bases materiales de la ideología. La ideología se transforma
en industria, pero industria de la conciencia puesto que son las psicologías
sociales las que entran como productos en el mercado del ocio y del consumo.
En esta industria ideológica, sin embargo, se hace imprescindible
excluir los elementos estéticos e intelectuales que manifiestan
un sentido crítico hacia el status quo. La Pseudocultura, en cuanto
desvirtuación y debilitamiento de los procesos educativos y culturales,
es una consecuencia de esa tecnologización, con métodos de
persuasión y manipulación, de las psicologías
sociales. El resultado final será la formación de una cosmovisión
colectiva en la que la personalidad autoritaria -caracterizada por la sumisión
con los poderosos y la humillación y crueldad hacia los débiles-
aparece como propia del "ciudadano normal". La irracionalización
colectiva de la Sociedad de Masas conlleva fuertes componentes de autoritarismo
en el que aún perviven herencias del Nazismo. La xenofobia
y la misogínia, por ejemplo, se fomentarán políticamente
en momentos de crisis económicas y sociales a través de los
mensajes de la cultura-comunicativa y en función de los objetivos
coyunturales del sistema de las corporaciones transnacionales.
- En la Dialéctica
Negativa y en la Teoría estética, Adorno establece su posición
intelectual. Ambas obras escritas en el final de la vida del autor de Frankfurt,
(la Dialéctica Negativa está fechada en l966 y la Teoría
estética apareció póstumamente en l970),
significan el replanteamiento del concepto de "dialéctica crítica".
Así, frente a la alienación y a la cosificación de
la conciencia, tanto individual como colectiva, la Teoría debe actuar
desde la negatividad; es decir, desde un uso crítico de la razón
no reconciliada con lo que "es". La praxis, pues, no puede resignarse ni
someterse a ningún principio de dominación. La razón
crítico-dialéctica , por tanto, deberá expresarse
en unas prácticas en las que la negatividad sea el proceso en el
que se sospeche de la identificación y de la identidad con áquello
que es irreconciliable con la propia razón. Para Adorno, la dialéctica
de las contradicciones es el significado de la filosofía de la negatividad.
El "después de Auschwitz", con el que se cierra la Dialéctica
Negativa, no es sino el proyecto de una nueva forma de hacer no sólo
poesía, como afirma Adorno, sino especialmente una nueva visión
de la Filosofía y de la Ciencia Social que no sean cómplices
con el "espectáculo del sufrimiento humano".
Herbert Marcuse
(1898-1979) representa el miembro más activo con los acontecimientos
históricos concretos. Su incorporación a la Escuela data
del año 1933, emigrando al año siguiente a los Estados Unidos.
País en el que permanecerá y en el que llevará a cabo
la gran mayoría de su producción intelectual. Su influencia
sobre los movimientos estudiantiles y juveniles le dió una popularidad
que, en gran medida, impidió la valoración objetiva de una
de las contribuciones más relevantes de la teoría crítica.
Entre sus obras más fundamentales están: Ontología
de Hegel y teoría de la historicidad (l932), tesis de habilitación
dirigida por Heidegger, Razón y revolución (1941), Eros y
civilización (l953), El marxismo soviético (l958),
El hombre unidimensional (l964), Crítica de la tolerancia pura (l965),
El final de la Utopía (1967),Psicoanálisis y política
(1969), La agresividad en la sociedad industrial avanzada y otros ensayos
(l97l), Contrarrevolución y revuelta (1972), Filosofía estética
(1972), Estudios sobre filosofía crítica (l973) y Medidas
de la época (1975), aparte de un amplísimo conjuntos de conferencias,
colaboraciones en libros y artículos sobre problemas de actualidad.
En resumen, Marcuse es el mayor exponente del compromiso de la Teoría
Crítica con los problemas de la sociedad contemporánea y
su influencia en este aspecto será fundamental.
- Es actualmente
indudable que fue Marcuse quien reintrodujo a Freud como núcleo
revitalizador del análisis sociopolítico. La crítica
de la sociedad post-industrial y su poderosa superestructura ideológica
pasa por la reinterpretación no sólo de Hegel y de Marx,
en sus primeras obras y, sobre todo, en Razón y revolución,
sino que la dialéctica social no puede olvidar el determinante componente
inconsciente que actúa en la conducta colectiva. Para Marcuse, la
sociedad constituida ha roto los vínculos entre Eros y Thanatos.
El "principio de realidad", al sustituir al "principio del placer" y de
creatividad, ha conducido históricamente a un sistema de represión
global en el que la gran sociedad administrada del siglo XX es su máxima
representación. Es por ello por lo que la crítica de la Sociedad
de Masas no puede hacerse sólo desde sus estructuras sociopolíticas
y culturales, sino que es precisa la revisión de la lógica
de la dominación del inconsciente social que se articula a través
de una desublimación represiva en la que la realidad y el sujeto
quedan reducidos a simples instrumentos de producción y de
consumo. Desublimación represiva y racionalización tecnológica
serán los pilares sobre los que se asentará la Sociedad
Unidimensional.
- La Sociedad
Unidimensional es definida por Marcuse como la sociedad sometida a la continua
fetichización y alienación de sus miembros. En este sentido,
resulta ser una sociedad en la que la razón instrumental ha logrado,
mediante una utilización ideológica de la ciencia y la técnica,
un impresionante poder de transformación de las necesidades y motivaciones
de los individuos, y en este punto hay que situar el triunfo y pervivencia
del sistema. Para Marcuse, el individuo "unidimensionalizado" es áquel
que percibe y siente como suyas las perspectivas y necesidades que los
mecanismos publicitarios y de propaganda le prescriben. La Sociedad
Administrada ha conseguido establecerse no tanto en estructuras exteriores
al sujeto sino que la unidimensionalidad se mueve en una doble dimensión
psicológica: la sobrerrepresión y los esquemas de asimilación
e introyección de los controles sociales. A partir de aquí,
desaparece la bidimensionalidad; es decir, la capacidad del sujeto para
percibir crítica y autocríticamente su existencia y su sociedad.
En consecuencia, la culminación de la irracionalidad en la sociedad
de consumo de Masas será la que bajo la aparente comodidad del bienestar
y la felicidad organizada destruya los vínculos de interpretación
causal e institucionalice un comportamiento colectivo en el que la desindividualización
del ciudadano, pese a la propaganda del "individualismo", sea su efecto
más evidente.
- Frente
a esa Administración global de la existencia que supone el modelo
ideológico de la unidimensionalidad, Marcuse propone una salida
de esa "conciencia infeliz generalizada". El autor de Eros y civilización,
se sitúa en una revalorización de los logros históricos
que el proyecto ilustrado ha conseguido. La ciencia y la técnica
pueden ser liberadas del dominio irracional que el neocapitalismo ha provocado
al apropiarse privadamente de sus hallazgos. Así, en El final de
la Utopía, Marcuse replantea la imponente capacidad de transformación
de la que dispone la especie humana. Los ideales utópicos en los
que se plasmaban las ilusiones de una existencia plena, son ya posibles
gracias a los conocimientos científicos y sociopolíticos
disponibles. El hambre, la enfermedad, la precariedad, pueden superarse
material y objetivamente. Pero, sobre todo, son la explotación del
hombre por el hombre, la agresividad, la dominación las causas de
la rémora de la Historia. La lucha contra tales causas es la realización
de la Utopía y la instauración de nuevas fuerzas humanas
y sociales que hagan renacer ese "principio del placer" con el que Freud
restablecía el sentido histórico. Frente a la agresividad
de una sociedad guiada por el "principio de destrucción", Marcuse
reivindica el impulso de creación e invención en donde la
síntesis de Marx y Freud haga posible el lema de "a cada cual según
su necesidad, de cada cual según su capacidad".
Walter Benjamin (1892-1940)
tiene que considerarse como una figura única dentro del conjunto
de pensadores de la Escuela de Frankfurt. Las características de
su propia vida y su prematura muerte en Port-Bou, -al suicidarse la noche
del 26 de septiembre de l940 ante la imposibilidad de poder cruzar la frontera
franco-española con la invasión nazi de París, ciudad
en la que Benjamin prefirió quedarse tras el exilio de la gran mayoría
de miembros de la Escuela a Estados Unidos-, hacen que se considere
al autor de Iluminaciones como un autor que no deja de revalorizarse con
el paso del tiempo. Entre sus más relevantes creaciones son fundamentales:
El concepto de la crítica de arte en el romanticismo alemán,
(1918),Goethe Walhverwandtschaften (1925), Origen del drama barroco alemán,
(1928), Dirección única, (1928), El Surrealismo. La última
instantánea de la inteligencia europea, (1929), La obra de arte
en la época de su reproductibilidad, (1934) y Personajes alemanes.
Una secuencia de cartas, (1936). Tras su muerte se publicarán: Infancia
berlinesa hacia el novecientos (1950), Para la crítica del poder
y otros ensayos, (1965), Ensayos sobre Bertold Brecht, (1966), Charles
Baudelaire, un lírico en la época del capitalismo (1969),
y especialmente, Escritos, (1955) editados por Adorno, así como
la selección de escritos en Iluminaciones, (1961). Desde 1972 se
recogen en las Gesammelte Schriften una selección escogida y crítica
de sus obras.
Pese a la polémica
sobre si Benjamin es un miembro de pleno derecho de la Escuela, la primera
reflexión en este sentido no deja duda sobre su indudable filiación
a la Teoría Crítica no sólo por su temática
sino también por su posición intelectual. Ahora bien, Benjamin
significa dentro del conjunto de autores frankfurtianos el interés
por la razón estético-crítica. Este interés
por la crítica literaria y artística le ha asignado el calificativo
de "frankfurtiano heterodoxo". En este punto, no se pueden olvidar las
disensiones con Horkheimer y algunas reprimendas de Adorno a Benjamin,
reprochándole su falta de sistematicidad. Pero, lo cierto, es que
el autor de La obra de arte en la época de su reproductibilidad
técnica, no sólo puede considerarse por su posición
intelectual como frankfurtiano de pleno derecho, sino que, asimismo, enriquece
y amplía las investigaciones de la Escuela.
Una síntesis
adecuada de las aportaciones de Benjamin tiene que partir de la renovación
del análisis cultural desde la perspectiva de la alienación
de la "alta cultura humanista" en la sociedad de capitalismo de Masas.
De este modo, la revisión de la razón estética se
hará desde los aspectos siguientes: el lenguaje, la razón
estética y sus alienaciones, y la búsqueda de la experiencia
originaria como utopía.
- Benjamin
se centra en el lenguaje a partir de la capacidad nominativa de éste
para establecer y fundar el mundo. Capacidad del lenguaje porque es percepción
orginaria y mediación entre lo real y sus representaciones. Por
tanto, son las representaciones la dimensión de la realidad que
Benjamin trata de recobrar mediante una lengua que vuelve a su etapa originaria,
antes de la manipulación y de la consolidación de la
confusión. Y es aquí en donde el Arte restablece el concepto
de tiempo mesiánico y utópico como acción representativa
única. Pero. ese "tiempo estético" frente al "tiempo histórico"
se ve extinguido ante el rumbo de la creación en las sociedades
de Masas. Así, Benjamin replantea los grandes temas de la Cultura
con mayúsculas: la "alta cultura" para situarse en una especie de
"fenomenología de la conciencia creadora alienada".
- Frente
a la otra línea de análisis cultural frankfurtiana que se
centra en la cultura industrializada de Masas, Benjamin reconsidera la
cultura-cultura y sus manifestaciones a partir del concepto de aura. El
aura es la singularidad de la creación, la esencia que ensambla
tradición con contexto y determina su "signo de verdad", en palabras
de Benjamin. El "aura", entonces, es unicidad como manifestación
irrepetible de una lejanía. Mas, es ese valor cultural el que se
ha alterado en las Sociedades de Masas. Alteración que tiene en
la reproducción técnica el fundamento último de su
distorsión y, a la vez, la mercantilización se muestra no
sólo como la autoalienación de la creación sino, ante
todo, como su dispersión en un falso esteticismo cuyo fin es político.En
su famoso estudio sobre La obra de Arte en la época de su reproducción
técnica, Benjamin explica no la alienación, como pérdida
de sentido, del sujeto-consumidor -que ya analizaron Horkheimer y Adorno-
sino la enajenación del objeto estético y la decadencia de
la gran cultura. El surgimiento de los nuevos medios de comunicación
provoca un efecto, por un lado, positivo y que es la difusión
y el acceso de millones de personas al conocimiento del Arte. Sin embargo,
por otro, el efecto negativo resulta ser la fetichización de lo
creado. La obra de Arte deviene en consumo y en él desaparece esa
singularidad cretiva que Benjamin había definido como aura. La subjetivización
extremada y la desublimación del sentido creativo son el origen
de la aparición de falsas vanguardias en las que ética y
estética aparecen como esferas antagónicas.
- La armonía
entre ética y utopía pasa por la estética y la creación
que busca el "tiempo del ahora" (Jetzzeit); es decir, el momento originario
de la creación que anticipa una nueva Historia sin injusticias ni
enajenaciónes. La ampliación de las facultades humanas que
es la Cultura, actúa en favor de ese tiempo en el que se restaure
al hombre con la Naturaleza y al ser humano con el otro ser humano. La
crítica de la razón estética como proyecto que recupere
la autenticidad de la existencia, integra y perfecciona dialécticamente
la búsqueda frankfurtiana de un proyecto histórico en el
que la emancipación de la dominación es la misma superación
de la Historia. Frente a la injusticia y a la desesperanza, Benjamin defendió
con su vida y con su obra el tiempo de la anticipación creadora.
Así, lo reconoce Marcuse en la frase final del Hombre Unidimensional,
citando a Benjamin: "gracias a los sin esperanza nos es dado tener esperanza".
Y en este sentido, Benjamin tiene que ser entendido como uno de los
más grandes teóricos de la Escuela de Frankfurt.
Algunos tópicos sobre la Escuela de Frankfurt
Se puede decir que si hay una corriente de investigación mal interpretada y tergiversada, ésta ha sido la Escuela de Frankfurt en cuanto Teoría Crítica. De aquí, que se hayan divulgado opiniones que presentan una serie de tópicos convertidos en lugares comunes de determinados análisis. Entre algunos de estos tópicos trataremos los más frecuentes y difundidos: elitismo, pesimismo, academicismo, "teologicismo" y , por último, la incapacidad de sintetizar a Marx con Freud. Estos tópicos, entre otros, deambulan por textos, manuales y libros especializados pasando a ser, ya casi, un complemento de la Escuela. Pues bien, a continuación haremos una breve referencia a estos juicios que han surgido unas veces por lecturas improvisadas y, otras, por intenciones no muy coherentes con la reflexión teórica.
De todas estas ideas manidas es, quizá, el elitismo el que mayor extensión ha tenido. Como "elitismo" se ha expuesto la perspectiva crítica a partir de una extraña contraposición entre teoría y sentido común. La dificultad lógica de la lectura filosófica se ha extrapolado al propio pensamiento expuesto con lo que se ha dado una profunda confusión entre temas, método y planteamiento. De este modo, la crítica a la Cultura de Masas, en cuanto proceso de destrucción intelectual de las poblaciones de las sociedades de consumo, se ha juzgado como actitud de "desprecio" a la misma sociedad. Aspecto éste tan contrario a las intenciones y propósitos de la Escuela que siempre hizo suyo -y vitalmente lo demostró- el proyecto ilustrado. Sin embargo, este tópico sigue gravitando sobre obras como las de Horkheimer y Adorno como calificativo que soslaya sus contribuciones esenciales al estudio del autoritarismo, la pseudocultura o un tema tan cotidiano como es el de la extensión de la irracionalidad social a través del horóscopo, la adivinación, etc., en los mensajes comunicativos y que son parte esencial de las nuevas "supersticiones secundarias".
Unido a este tópico está el de pesimismo. A la Escuela se la tilda de apocalíptica y desilusionada. Se le achaca el no dar "soluciones" con lo que se asigna una imagen de teoría cerrada sobre sí misma. De nuevo, y al igual que con el elitismo, se descalifica el significado de la dialéctica negativa bajo una interpretación que resalta el concepto de lo "negativo" en su uso vulgar. Es el viejo recurso de rebajar y reducir los conceptos y análisis para así rebatir más fácilmente los argumentos. Y con el procedimiento de tachar de "pesimistas" se apela, a la vez, a un positivismo también rebajado que se defiende como útil y verdadero.
La suma de elitismo y de pesimismo conduce al pretexto de academicismo, paradójicamente presentando el término de "académico" como peyorativo, sin recordar que académico proviene de la platónica y libre Academía clásica. Se censura a los teóricos críticos de "profesores", como si ello fuese el peor de los insultos. De modo que la complejidad se iguala a pedantería. Y la dificultad intelectual se equipara a arrogancia. En consecuencia, se desprecia el trabajo y el rigor teórico bajo la etiqueta de pesadez y tediosidad, poniendo como ejemplos a seguir el ensayismo trivial que tanto daño hace a la Filosofía y a la Ciencia Social.
De lo anterior no es extraño, entonces, que se conceptualice a la Teoría Crítica como "teologicismo", y entiéndase que no decimos Teología en el profundo sentido de esta área del saber; es decir, la abstracción se considera abstrusa y se reclaman metodologías cuantitativas y empíricas en un sociologismo que poco tiene que ver con la sistematicidad y objetividad del conocimiento experimental austero y conciso. Precisamente, el estudio frankfurtiano sobre la razón instrumental avisaba sobre el desprecio hacia áreas y procedimientos intelectuales que contenían importantes núcleos conceptuales sobre procesos de liberación y búsqueda de aperturas a lo que, éticamente, se ha denominado como el "deber ser" frente al "es".
En esta relación
de tópicos no podía faltar, finalmente, uno de los que intenta
desautorizar a la Escuela desde la Epistemología. Para ello, se
recurre al desprestigio de las obras de Marx y de Freud. El Positivismo
lógico y, sobre todo Karl Popper, pusieron los fundamentos
de este modo de actuación. Así, se repite que la síntesis
Marx-Freud resultó imposible en su armonización crítica.
De aquí que se omitan, de nuevo, las investigaciones sobre
consumo y Sociedad de Masas, cultura y comunicación, el replanteamiento
de la cotidianidad unidimensional y, de una forma especial,la creación
de la escala "F" de fascismo y la aplicación de métodos estadísticos
en la temática de la personalidad autoritaria -base del Nazismo
y de su continuidad posterior-, la reproducción del autoritarismo
en la familia y el funcionamiento de la conducta y metapsicología
de las Masas dirigidas. En consecuencia, desde el asalto a los ejes conceptuales
y temáticos dialécticos y psicoanalíticos se emprende
la anulación de la Teoría Crítica presentada como
carente de objetividad. En estas condiciones, la pregunta es la de por
qué se toma tanto esfuerzo en desprestigiar a una Teoría
que se presenta como descabellada. Precisamente, el ingente afán
por descalificar el análisis de la Escuela de Frankfurt confirma
la penetrante capacidad de la Teoría Crítica para continuar
en su proyecto ilustrado y clásico de proseguir reafirmando la aclaración
racional de la realidad.
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