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No aceptamos falsos dilemas: ¿Apoyar la intervención de la OTAN o apoyar la politica reaccionaria del poder serbio en Kosovo?. Los ataques de la OTAN imponiendo la retirada de las fuerzas de la OSCE de Kosovo han falicitado y no impedido una ofensiva por tierra de las fuerzas paramilitares serbias; han animado lo peor del revanchismo ultranacinalista serbio contra la población kosovar; consolidan el poder dictadorial de Slobodan Milosevic que ha laminado los medios de expresión independientes y aglutinado en torno suyo un consenso nacional que es necesario romper para abrir la via de la negociación politica y pacifica en Kosovo. ¿Aceptar como única base de una posible negociación el "plan de paz" elaborado por los Gobiernos de los Estados Unidos y de la Unión Europea o bombardear Serbia? Ninguna solución duradera puede ser impuesta por la fuerza desde el exterior a un conflicto politico interno a un Estado. No es verdad que "se ha intentado todo" para encontrar una solución y un marco aceptable para la negociación. Se ha forzado a los negociadores kosovares a firmar un plan que inicialmente rechazaron haciéndoles creer que la OTAN se iba implicar sobre el terreno para defender su causa. Es una mentira que se asienta sobre una ilusión total: ninguno de los gobiernos que apoyan los ataques de la OTAN quiere enfrentarse con el poder serbio para imponer la independencia de Kosovo. Los bombardeos debilitarán quizás una parte del dispositivo militar serbio pero no van a hacer disminuir los tiros de morteros que destruyen las casa albanesas, ni a las fuerzas paramilitares que están ejecutando a los militantes de la UCK (Ejercito de liberación de Kosovo). La Otan no era el único ni sobre todo el mejor punto de apoyo para un acuerdo. S e podían haber encontrado las condiciones parara una policía multinacional (compuesta sobre todo de serbios y albaneses) en el marco de la OSCE para poner en pie un acuerdo transitorio. Se podía, sobre todo, ampliar el marco de la negociación a los Estado balcánicos debilitados por el conflicto: Bosnia-Herzegovina, Macedonia, Albania... Se podía al mismo tiempo defender el derecho de los kosovares al autogobierno de la provincia y la protección de las minorías serbias en Kosovo; se podía haber tratadp de responder a las aspiraciones y a los temores de los diferentes pueblos implicados con lazos de cooperación y acuerdos entre Estados vecinos, con Serbia, Bosnia-Herzegovina, Macedonia, Albania... Nada de eso se ha intentado. No aceptamos los argumentos que pretenden legitimar la intervención de la OTAN: -No es cierto que los ataques de la OTAN vayan a impedir una extensión del conflicto a la región, en Macedonia o en Bosnia-Herzegovina: al contrario, van a alimentarlo. Van a debilitar a Bosnia-Herzegovina y amenazar sin duda a las fuerzas multinacionales encargadas de aplicar los frágiles acuerdos de Dayton. Están afectando ya a Macedonia. -No es cierto que la OTAN proteja a las poblaciones kosovares ni sus derechos. -No es cierto que los bombardeos a Serbia abran la vía a un régimen democrático en Serbia. Los gobiernos de la Unión Europea y de Estados Unidos quizás han esperado que esta demostración de fuerza forzaría la firma del plan por Slobodan Milosevic. ¿Son ingenuos o hipócritas? En todo caso, esa política conduce no sólo a un impasse político sino también a una legitimación del papel de la OTAN fuera de todo marco internacional de control. Por esas razones pedimos: -el cese inmediato de los bombardeos -la organización de una Conferencia balcánica en la que participen los representantes de los Estados y de todas las comunidades nacionales de esos Estados -la defensa del principio del derecho de los pueblos a la autodeterminación, con la única condición de que ese derecho no se realice a expensas de otro pueblo o mediante la limpieza étnica de territorios -un debate en el Parlamento sobre el futuro de la participación de Francia en la OTAN
Pierre
BOURDIEU, Pauline BOUTRON, Suzanne de BRUNHOFF, Noëlle BURGI-GOLUB,
Jean-Christophe CHAUMERON, Thomas COUTROT, Daniel BENSAID, Daniel DURANT,
Robin FOOT, Ana-Maria GALANO, Philip GOLUB, Michel HUSSON, Paul JACQUIN,
Marcel-Francis KAHN, Bernard LANGLOIS, Ariane LANTZ, Pierre LANTZ, Florence
LEFRESNE, Catherine LEVY, Jean-Philippe MILESY, Patrick MONY, Aline PAILLER,
Catherine SAMARY, Rolande TREMPE, Pierre VIDAL-NAQUET
[Este
llamamiento ha sido publicado en el diario "Le Monde" el 31 de Marzo de
1999]
DECLARACION
SOBRE LA INTERVENCION DE LA OTAN EN LA EXYUGOSLAVIA
ANDRE
JAEGLE. Presidente de la WFSW Presentada ante el Congreso del Sindicato
Nacional de Investigadores Científicos de Francia (SNCS),
Meudon,
Francia 25 de marzo de 1999
Hace 24 horas que las fuerzas aéreas han lanzado sus bombardeos sobre el territorio de la República Federal de Yugoslavia. Tanto en el seno de la Comunidad Científica Mundial, como en el del mundo político y la opinión pública, se expresan los puntos de vista más diversos en cuanto a la génesis de la situación actual, tanto en cuanto a las responsabilidades, como a las soluciones perdurables y más aún sobre el camino a seguir para alcanzar dichas soluciones. La Federación Mundial de Trabajadores Científicos agrupa a organizaciones y miembros correspondientes en EE.UU., en los más diversos países de la OTAN, en Rusia, China y Japón, en países donde el islamismo es la religión oficial, en países laicos o sin predominio de una u otra cultura religiosa, e incluso en países donde los derechos humanos son aplicados de forma muy diversa (y esto es un eufemismo). La WFSW dejaría de existir, no tendría incluso motivo de existir, si no condenase, de forma tajante, una acción militar adoptada violando los acuerdos internacionales que fundamentan el sistema de la Naciones Unidas y que autorizan únicamente al Consejo de Seguridad para adoptar este tipo de decisiones. Temo por mi parte que las consecuencias de esta violación se harán sentir no solo en contra de los derechos legítimos relativos a los kosovares, sino que los dificultarán. Cualesquiera que sean las insuficiencias actuales de la ONU, no es destruyéndola poco a poco como se podrá alumbrar un horizonte de desarrollo perdurable, ni se nos aportará nada a la cultura de la paz. Donde quiera que resida, la comunidad científica se ve abocada a jugar de nuevo el papel que le ha sido propio durante la guerra fría, a saber, servir de puente y casi de único canal de comunicación entre los países, campos o bloques opuestos. Esto es especialmente relevante puesto que, en un período tan delicado, tan agonizante, tan propicio a los comportamientos afectivos y excesivos (comprensibles e incluso normales, somos seres humanos, no máquinas, mas aún si se trata de máquinas que bombardean la ex Yugoslavia) es necesario escuchar, no para justificar, ni excusar, sino para saber y para concebir nuevas bases de diálogo. Hago esta afirmación, porque pude visitar Kosovo, Montenegro y Serbia, componentes de la actual República Federal de Yugoslavia, en enero de 1999, algunas semanas antes de que se iniciasen las acciones armadas en Kosovo. Fui invitado por nuestra asociación afiliada la SITJ ( Organización de Ingenieros y Técnicos), así como por la Asociación de Profesores Universitarios, Investigadores y la Sociedad Serbia de Filosofía. En el curso de decenas de encuentros, escuché muchos argumentos que daban por adelantado la razón a aquellos que afirman hoy que el único resultado de la acción militar de la OTAN será dar aun mayor fuerza al nacionalismo instrumentalizado por Milosevic Por mi parte, tomé publica posición contra el embargo decidido, es cierto, esta vez por las Naciones Unidas, denunciando firmemente la extensión del embargo a los productos farmacéuticos y a la cooperación científica. No entiendo como se ayudará a los científicos serbios a jugar un papel positivo en la solución política de la crisis, si se nos impide incluso reunirnos con ellos o colaborar en proyectos científicos. Me niego a que los científicos, de donde quiera que sean o donde quiera que se encuentren sean dejados en la cuneta. “
(1) La Federación Mundial de Trabajadores Científicos, fue fundada en 1948 por un grupo de investigadores franceses, ingleses, italianos, americanos, japoneses y rusos, liderados por el conocido cristalógrafo inglés John D. Bernal, autor de la “La historia social de la Ciencia” (1939). Su objetivo fue preservar la colaboración científica entre grupos de investigadores de diferentes países y asegurar, fomentando dicha colaboración, la salvaguardia de sus derechos a decidir sobre el uso final de sus descubrimientos y asegurar el destino pacífico final de su trabajo. El impacto del uso masivo de la investigación con fines militares y en particular del uso de la energía nuclear con objetivos de destrucción masiva, llevó a la WFSW a una actuación incesante en torno a la ONU. El trabajo del físico Frederic Joliot Curie, o de los biólogos Needham y Haldane fue fundamental en el asentamiento de la Federación. Los contactos con Einstein y Bertrand Russell lograron el reconocimiento de la WFSW como la primera ONG científica reconocida por la ONU. La aprobación del Estatuto de los Trabajadores Científicos en 1950, supuso en plena guerra fría el reconocimiento de dichos derechos por la comunidad internacional. Desde entonces, el trabajo de la WFSW ha sido incesante en todos los campos relacionados con la actividad social de los investigadores. Asimismo, ha actuado públicamente ante los problemas de orden ético y profesional que se plantean en ámbitos tan diversos como la bioética, la dependencia tecnológica o la mercantilización creciente de la actividad investigadora. La WFSW colaboró activamente en la movilización de los medios científicos contrarios a la Iniciativa de Defensa Estratégica, conocida como “Guerra de las Galaxias” promovida por el presidente Ronald Reagan. En esta tarea participaron organizaciones tan diversas como, la Conferencia de Rectores de las universidades Norteamericanas, la Association for Advance of Science, el Bulletin of Concerned Scientists, la Japan Association of Scientists y los sindicatos de científicos alemanes, franceses, ingleses, italianos y españoles. En España son asociaciones afiliadas a la WFSW, la Confederación de CC.OO. y la Asociación de Personal Investigador (A.P.I.) del CSIC.
Hoy, en medio del conflicto desatado por la OTAN, la propaganda de guerra ha hecho pasar desapercibida ante la sociedad civil y la comunidad científica, el lanzamiento por el Presidente Clinton de una nueva versión de la Guerra de las Galaxias, aprobada por el congreso USA el pasado 16 de Marzo. Es necesario levantar de nuevo la voz. Como comentaba el nada sospechoso The New York Times, en su contundente editorial The Clinton Surrending, “Aquel mismo político que se opuso a la propuesta de Reagan y que vetó por dos veces durante su primer mandato esta nueva propuesta billonaria en dólares, del lobby militar-industrial, se rinde y paga factura por el apoyo que dicho lobby le ha prestado en sus recientes crisis”. Hay que renovar el aparato militar y hay que ensayarlo: los enemigos no son ya los demonios comunistas de la guerra fría; son “los terroristas de todo tipo que ponen en peligro el nuevo orden mundial”. Si de paso se debilita aún más la posición europea, reforzando su dependencia, en pleno proceso de aplicación del euro, puede concluirse que tantas coincidencias no pueden ser casuales. Hay que crear nuevos enemigos que justifiquen este despilfarro. A nuestra escala, también se desarrolla en nuestro país el modelo de supeditación de la actividad científica a un modelo militarista. En este año, el presupuesto español de I+D militar, (fragata, avión y carro de combate) ha alcanzado un valor récord de 450.000 Millones de pesetas. Como referente el Plan Nacional de I+D se mantiene estabilizado en los 25.000 Millones de pesetas. Sobran más palabras.
Emilio
Criado. Miembro del Comité Ejecutivo de la WFSW Vocal del Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología en representación de CC.OO
Durante los últimos 10 años, la Administración Clinton se ha dedicado a ampliar las alianzas militares de Estados Unidos en Europa y a intensificar las actividades militares en Oriente Próximo, al tiempo que promovía los intereses de las multinacionales estadounidenses. Los resultados son sorprendentes: la OTAN se ha ampliado hasta la frontera rusa, Europa Occidental es un socio subordinado en la Alianza y el dominio de Wall Street está relacionado directamente con la gran ofensiva de Washington para crear un imperio político y militar. El ascenso del imperio de Estados Unidos ha llevado a Clinton a recurrir a las acciones unilaterales y a la manipulación de las llamadas organizaciones internacionales. Clinton ordena a la OTAN bombardear Yugoslavia, y sus colegas europeos se cuadran de inmediato. La guerra en Yugoslavia sólo puede entenderse como parte de una expansión generalizada del poder de Estados Unidos. Su ofensiva para destruir cualquier competidor en la lucha por el poder es incontenible ahora que Washington es la única potencia mundial. Clinton ha conseguido subordinar a los regímenes de Europa Oriental (Polonia, República Checa y Hungría) bajo el dominio de la OTAN. Ha integrado a España y Grecia como colaboradores dóciles. Turquía e Israel constituyen la base de la supremacía de Washington en Oriente Próximo. Con el fin de consolidar su imperio, EEUU ha creado pequeños estados, ha brindado apoyo económico a políticos y ha emprendido acciones para eliminar a cualquier adversario en potencia. Milosevic era un obstáculo, y los albaneses podían ser utilizados para socavar el poder del líder serbio. Una maquinación La fuerza militar ha sido el instrumento político favorito de Washington. El apoyo a grupos de combatientes locales fue el sello de distinción de la Administración Reagan. Clinton ha hecho lo mismo en Kosovo. La idea de una nación kosovar es una maquinación de Washington, así como lo es el argumento de que Estados Unidos está interviniendo por razones humanitarias. En primer lugar, ningún analista objetivo puede tomarse en serio que el bombardeo es un acto humanitario. Algunos de los más cercanos aliados de Washington son mucho más opresivos con sus propias minorías. Por ejemplo, Turquía encarcela a todo aquel que hable de la autonomía kurda. La verdadera naturaleza de la política imperial de Washington ha sido manifestada descaradamente por el jefe supremo de las fuerzas de la OTAN, el general Westley K. Clark: «De forma sistemática y progresiva vamos a atacar, desorganizar, degradar, devastar y, a menos que el presidente Milosevic cumpla con las exigencias de la comunidad internacional (léase Washington), vamos a destruir sus fuerzas» (el paréntesis es mío). Destrucción o subordinación, ésta es la alternativa que el monstruo imperial ofrece a los gobernantes europeos desobedientes. La restablecida supremacía de Estados Unidos, el relativo declive económico de Japón y de Alemania y la neutralización de Rusia han alentado a Washington a intervenir militarmente en Europa, a trazar nuevas fronteras, a extender y profundizar sus alianzas militares, a desafiar las normas y regulaciones comerciales y a imponer su propia interpretación del libre comercio. Samuel Berger, asesor de Clinton, ha justificado la intervención en la política interna de Yugoslavia. Cuando le preguntaron si los ataques establecían un precedente para futuras intervenciones en guerras civiles, Berger contestó: «Dependerá de si están en juego o no los intereses de Estados Unidos, así como sus principios». Este reconocimiento por parte de Berger de que los «intereses de Estados Unidos» (que ahora incluyen los de las multinacionales norteamericanas y las alianzas militares, entre otros) son predominantes, significa que Washington rechaza la independencia y la soberanía de todos los países. La doctrina de Clinton ha vuelto a interpretar el mundo de acuerdo al pasado colonial: Washington tiene el derecho de atacar cualquier país cuya política se oponga a sus objetivos imperiales.
[James
Petras es profesor de Etica Política en la Universidad de Binghamton
(EEUU)]
Mis queridas/ amigas/os: Lamento que me haya costado tanto reunir la energía para escribir estas pocas palabras. Estos días pasados han sido muy difíciles para mí. He pasado todo el tiempo intentando escribir y hablar por teléfono con mi familia y amigos, con activistas pacifistas en Belgrado, Kosovo y demás lugares en Serbia, y darles apoyo para resistir la tragedia que se abate sobre ellos. Ahora, las líneas llevan interrumpidas casi 3 días (por lo menos yo no logré conectar desdeBudapest) y no tengo información directa. Escandalizado por la intervención y los acontecimientos subsiguientes también me siento impotente de alguna manera, estando alejado de mis seres queridos y viéndome incapaz de hacernada. Aprovecharé esta oportunidad para compartir alguna información que he reunido hasta ahora y algunos de mis pensamientos. Miles de personas de Serbia ya han llegado a Hungría. Algunos de nuestros amigos, también mujeres, niños, ancianos y algunos hombres que salieron antes de la intervención. La frontera está cerrada, desde hace casi dos semana para todos los hombres entre 18 y 60 años. La amplitud de la movilización en Serbia no tiene precedentes y había muchos amigos míos entre los recientemente movilizados. Parece que no hay forma de escapar. Cada orden de llamada a filas es considerada como entregada, esté o no la persona en casa. Para los que no se presenten, se han creado tribunales militares. Todas las penas han sido aumentadas, y de acuerdo con algunas fuentes, también ha sido restablecida la pena de muerte. La mayoría de la gente responde a la orden de llamada a filas, lo cual es comprensible, dadas las circunstancias de guerra total derivadas de los ataques de la OTAN contra Serbia en estos momentos (SERBIA, NO MILOSEVIC). Embarcados a la fuerza en una guerra que la mayoría de ellos nunca quisieron, esos soldados son ahora víctimas de los imprevisibles bombardeos de la OTAN. En tal situación NI LA REBELIÓN NI LA DESERCIÓN SON POSIBLES. Sólo más matanzas y más destrucción. Pero no quiero compartir con vosotras/os mis pensamientos sobre la retórica y los métodos aplicados en esta guerra. Yo sólo quiero animaros una vez más a hacer algo en vuestros respectivos países para parar esta cadena de violencia. Lo primero de todo es detener los bombardeos de la OTAN que no hacen sino aumentar la sangre y la destrucción. Igualmente importante es dar abrigo y protección a toda la gente de Kosovo, Serbia y Montenegro que huye de la guerra. Esto es especialmente importante para los reclutas. Ellos deben ser reconocidos y legalizados en vez de amenazados y carentes de garantía sobre su estancia. Deberíamos tener en cuenta que toda la oposición, ONGs y los medios independientes han sido silenciados en Serbia como resultado de los ataques de la OTAN y la situación de guerra creada. Por lo tanto, ello nos lleva a hacer lo que ellos no pueden. Hoy, las fotografías de los barrios pobres mineros destruidos de Aleksinac se sumaron a las de la catástrofe humana en la frontera de Macedonia. Profundamente afectado por los acontecimientos, he intentado reunir alguna energía para hablar y escribir. Este es mi primer y muy modesto intento para decir algo y agradeceros a todas/os las cartas interesándose por mí y dándome ánimos. Yo continuo implorando y actuando por la paz, Budapest, a 7 de abril de 1999 Bojan
[Bojan
es activista antiguerra, colaborador de Mujeres de Negro de Belgrado durante
todos estos años,
actualmente
vive en Budapest donde completa sus estudios]
Después de la caída del Muro, el imperialismo se ha dedicado a que la OTAN no sea cuestionada y a que se convierta, en la nueva situación, en un instrumento decisivo de la “estabilidad” en Europa. Así, Manfred Werner, exsecretario general de la OTAN, sostenía que ninguno de los problemas de seguridad del mundo libre podía ser resuelto fuera de la Alianza. El nuevo papel de la OTAN sufrió un primer test en Bosnia. A los ojos de los norteamericanos, la ONU se había mostrado incapaz de hacer otra cosa más allá de lo humanitario en la exYugoslavia. Igualmente, la UE se mostró incapaz de tener una política común después del estallido de la Federación (con conflictos respecto al reconocimiento de las independencias). Todas las soluciones políticas que se han discutido ya sea en el marco de la ONU o en el de la CEE han conducido a una reanudación de los combates. Europa (ya sea la UE, el Consejo de Europa o la UEO) se ha visto afectada por los intereses divergentes de las potencias imperialistas que la componen y por las visiones diferentes del continente que pueden separar a los países del Norte de los del Sur y de los del Este. El imperialismo norteamericano ha considerado entonces que una vez más estaba en condiciones de imponer una solución política y militar a la crisis. Como escribía el senador Dole antes de ser candidato a la presidencia de Estados Unidos, “sólo América puede liderar el mundo”. La intervención estadounidense ha obedecido a un triple movimiento. El primero ha sido la incapacidad de Europa para poner en pie un simulacro al menos de solución política. El segundo ha sido las peticiones provenientes de todos los protagonistas (Serbia, Croacia, Bosnia). El tercero ha sido la voluntad americana de seguir participando en el destino de la nueva Europa a través de la OTAN. Además, los norteamericanos han impuesto a sus aliados que las operaciones militares dirigidas a mantener la estabilidad de la nueva Europa no se hagan bajo el control de la ONU o de un mando multinacional, sino bajo mando estadounidense. La instalación de IFOR y, luego, de la SFOR en el marco de los acuerdos de Dayton han servido así a fines estratégicos (hacer de la OTAN el instrumento de la estabilidad de la Europa de después de la caída del Muro) fundamentales. El desarrollo de acciones militares con presuntos fines humanitarios ha permitido poner a prueba las capacidades logísticas de las fuerzas armadas implicadas. La intervención de la OTAN en Serbia marca una nueva etapa. Se afirma como el gendarme de la nueva Europa, como la fuerza política y militar encargada de velar por el mantenimiento de sus principios de base. La guerra de Serbia ofrece una gran ventaja. Aparenta ser una guerra contra la dictadura, la opresión, la xenofobia y por los derechos de los pueblos. Representaba una excelente ocasión para aplicar, con un consenso bastante amplio, las nuevas misiones de la OTAN después de la caída del Muro. Del mismo modo que Bush aprovechó la ocasión de la invasión de Kuwait por Irak para afirmar el nuevo orden mundial, la OTAN se ha adueñado de la situación en Kosovo para afirmar su nueva misión en la Europa de después de la caída del Muro de Berlín.
[ROUGE:
La OTAN no defiende ni la vida ni los derechos de los kosovares, Paris,
1.abril.1999]
Los partidarios de los ataques de la OTAN nos dicen que “a veces hay que hacer la guerra para parar la guerra”. Cierto, pero esto se ha de discutir caso a caso: ¿qué o a quién se trata de combatir, con qué fin? ¿Quién es el más apto para hacer progresar ese objetivo? Las amenazas y, luego, las bombas dan una impresión de que se está actuando. Para muchos de los y las (entre ellos nosotr@s) que son solidarios de la causa de los albaneses de Kosovo, esas acciones son percibidas como la esperanza de una respuesta “concreta” a una revuelta humanista. Condenamos todas las agresiones contra todas las poblaciones que sean sus víctimas. Y las bombas de la OTAN son también una agresión contra la población yugoslava, igual que las bombas sobre Irak que provocan víctimas civiles
Un fracaso anunciado En lo que afecta a Kosovo, muchos analistas han señalado ya que se trata de una respuesta miope, contraproducente e incoherente. Miope porque espera hacer ceder a Milosevic mediante ataques aéreos. Contraproducente porque las bombas caen sobre las poblaciones civiles serbias y kosovares, porque consolida un frente nacionalista detrás de Milosevic, facilitando una ofensiva de depuración étnica de Kosovo. Incoherente, en fin, porque si se piensa que los ataques de la OTAN protegen eficazmente a un pueblo minoritario, entonces hay que proponer bombardear Turquía para “proteger” al pueblo kurdo; y si se piensa que la OTAN puede ser un gendarme del mundo sin control de la ONU, disolvamos la ONU: esta intervención no ha respetado siquiera las reglas del orden “civilizado” que dice representar. El argumento legal es sin duda secundario para nosotros: el bombardeo habría sido igualmente contraproducente y dramático si hubiera sido decidido por la ONU. Lo mismo podemos decir de las discusiones en el Parlamento francés: esta política habrìa podido ser decidida por un voto mayoritario y habría sido también desastrosa y condenable. Pero significaría al menos reconocer la posibilidad de un control y de un balance -con sanción política al apoyo contra nuestros gobernantes. Los jefes de Estado y de gobierno de la UE han querido tener una política exterior común en Rambouillet. Pero, puesto que han tenido finalmente la misma lógica de gran potencia (sin tener los medios para ello) que Estados Unidos, sólo podían atacar con el puño de la OTAN. Un ejército y unas bombas europeas no habrían sido más progresistas. Moraleja: en la situación actual de la UE y de lo que son sus gobiernos, estamos a favor del mayor control posible sobre la política exterior de nuestros gobernantes ante los parlamentos; y que paguen así por los daños causados por sus orientaciones. Es difícil zanjar entre las diversas interpretaciones de las opciones occidentales: ¿arrogancia cínica o miopía? Se trata probablemente de una combinación de las dos cosas. Los artículos de los grandes “media” en torno a Rambouillet estaban a la medida de ese clima de arrogancia, profundamente despectivo de los derechos de los pueblos. En este caso se trataba tanto del pueblo kosovar (del que era inimaginable que hubiera podido negarse a firmar los planes occidentales en la primera fase de Rambouillet) como del pueblo serbio: era aberrante pensar que Milosevic iba a ceder bajo la presión de las bombas.
En Serbia Los últimos ataques de la OTAN se han apoyado en la hipótesis de que Milosevic retrocedería ante la demostración de fuerza. Se trata de una miopía política alimentada por una intoxicación mediática: se ha repetido (con una buena dosis de ignorancia) que fueron las bombas de la OTAN las que habrían hecho ceder a Milosevic en Bosnia poniendo así fin a la guerra. La verdad es muy distinta: han hecho ceder a un Karadzic (en beneficio de Milosevic) ratificando una relación de fuerzas creada sobre el terreno por los ejércitos en lucha (serbio, croata y bosnio -habiendo sido sacados adelante estos dos últimos por Estados Unidos, que no quería combatir sobre el terreno). En Dayton Milosevic pudo firmar en nombre de todos los serbios y obtener que fuera legitimada la “entidad serbia” (por la que Karadzic había luchado). Los objetivos de guerra estaban relativamente cubiertos: la partición étnica de Bosnia, organizada conjuntamente en belgrado y Zagreb. No se ve en qué habría “cedido” Milosevic en Dayton, bajo la “amenaza de Occidente”. Además, Milosevic no reina sólo ni simplemente a espaldas de su pueblo. Ha habido desde 1989, en Serbia y en la nueva federación yugoslava serbo-montenegrina, múltiples elecciones pluralistas. Hasta el punto (conviene recordarlo) que en octubre último varias ciudades pasaron bajo el control de la oposición. Cuando el poder quiso cuestionar esos resultados, hubo durante meses manifestaciones masivas que no fueron reprimidas. Esta “democratura” se parece a la de Croacia: parlamento, elecciones pluralistas, medios de comunicación, organizaciones de mujeres, movimiento antiguerra, sindicatos. No se trata de fascismo. Pero son regímenes que utilizan, uno y otro, apoyos fascistizantes, milicias paramilitares para hacer el trabajo sucio, medios financieros y fiscales para aplasatar a los “media” independientes o corromper a su oposición. Milosevic aparecía en el “centro”, apoyado a la derecha por le partido radical fascistizante de Vojislav Seselj, y por uno de sus más prestigiosos opositores del movimiento antiguerra, Vuk Draskovic (exdirigente de la oposición llamada democrática de antaño y líder del Partido de la Renovación Serbia). Reina así hoy con su “partido socialista”, apoyado a su izquierda por el JUL (partido de la “izquierda yugoslava” dirigido por Mirjana Markovic, la mujer de Milosevic): este partido recluta gente entre los “managers socialistas” corrompidos y las capas más populares, obreras y campesinas. Pero también ha combatido explícitiamente el nacionalismo serbio y sus crímenes en Bosnia en nombre de una ideología “yugoslavista”, titista. Por eso es tan influyente en los círculos del multiculturalismo y en las nacionalidades minoritarias que todavía constituyen más del 40 % de Yugoslavia (mientras que Croacia se ha convertido en algo casi étnicamente homogéneo). No se puede comprender nada de Milosevic ni de su estabilidad política si no se tiene en cuenta que ha jugado en todos los tableros para así consolidar su poder: apoyo a la lógica secesionista (y luego abandono) de las minorías serbias de Croacia y de Bosnia; recurso a la mitología nacionalista serbia (el Kosovo, “Palestina serbia”, propiedad de Serbia), pero también a las ideas yugoslavas; cuestionamiento del pasado comunista, pero poco de privatizaciones y mucho de continuidad con el régimen anterior.
En Kosovo La supresión de la autonomía que Kosovo había conquistado bajo Tito dio a la provincia un estatuto similar al de Córcega en Francia: ese “alineamiento con el derecho internacional” era una regresión grave e inaceptable para los kosovares (bajo Tito Kosovo estaba representado como una cuasi-república igual a Serbia a nivel federal; el albanés era lengua oficial en la provincia, incluso en la Universidad; la provincia tenía su política exterior, con lazos directos con Albania, por ejemplo). Los kosovares perdieron sus posiciones dominantes en las instituciones, Belgrado quiso imponerles una relación de subordinación (no sin desprecio racista). Sufrían por tanto un apartheid escolar y decidieron boicotear todas las instituciones oficiales durante 10 años organizando su parlamento, sus escuelas, sus centros médicos. La autonomía “sustancial” propuesta por Rambouillet era un compromiso tan cojo como el de Dayton. Está de todas formas ya caduco. Sobre el terreno, bajo la amenaza de las bombas, hacen estragos las fuerzas paramilitares del mercenario Arkan de siniestra memoria en Croacia y Bosnia. El asesinato de varios intelectuales albaneses acompaña a las amenazas que hacen huir a decenas de miles de gentes hacia los países vecinos. El objetivo de la ofensiva es, como en la República srpska de Bosnia, “limpiar” una parte de Kosovo (sin duda la que rodea los monasterios históricos del pasado serbio, en Pec, pero también algunas buenas minas en el norte y la capital...) y dejar el resto (pegado a Albania) a los kosovares. Hay 2 millones de habitantes en Kosovo, de los cuales menos del 10 % de serbios. Pero hay también varios centenares de miles de refugiados serbios de Croacia y de Bosnia que, hasta ahora, se han negado a venir a vivir en un Kosovo de mayoría albanesa (a pesar de que se les ha propuesto venir a coger el empleo de los albaneses despedidos). Como en Srebrenica, donde los apartamentos de las poblaciones musulmanas expulsadas son ocupados por los refugiados serbios víctimas de las expulsiones croatas, el drama de unos va a ser una vez más explotado para agravar el drama de otros.
[ROUGE:
La OTAN no defiende ni la vida ni los derechos de los kosovares, Paris,
1.abril.1999]
Es el grito de una refugiada recogido en “Le Monde” del 30 de marzo. Que acabe por fin esta guerra y que se vuelva a una solución política basada en el derecho de los pueblos.
[ROUGE:
La OTAN no de fiende ni la vida ni los derechos de los kosovares, Paris,
1.abril.1999]
Uno de los motivos de la brutalidad de las guerras que han asolado el corazón de Europa desde el siglo XIX ha sido la incomprensión de las diferencias culturales en ella existentes. Los intereses geoestratégicos de las potencias en conflicto suelen ser hoy muy patentes. Los intereses económicos en juego no lo son tanto: que ocultos por la propaganda bélica de "los nuestros" y de los otros. Pero la instrumentalización por arriba, por parte de los poderosos, de las diferencias y las incomprensiones culturales de los de abajo, sigue siendo -y el que no quiera verlo es que está ciego- lo que acaba convirtiendo en barbarie todo conflicto entre culturas. Hoy esto vuelve a ocurrir. Al analizar los motivos de la nueva guerra en los Balcanes se ha hablado mucho ya de la maldad de Milosevic y de los históricos conflictos y encontronazos entre serbios, croatas, bosnios y albaneses. Estos conflictos han asolado varias veces el marco geográfico de lo que se llamó Yugoslavia. Sin duda, conocer esa historia es importante para entender lo que está pasando ahora. Pero no lo es todo. Ante el ataque decidido por los gobernantes de la OTAN a las poblaciones de la República Yugoslava hay otro factor que no se está teniendo suficientemente en cuenta, a saber: la incomprensión, tan histórica como la otra, de la Europa occidental (y ahora de los Estados Unidos de Norteamérica) respecto de lo que han sido y son uno de los pueblos que viven en aquella zona, los eslavos. Esta incomprensión está nuevamente en la base de lo que la mayoría de los analistas informados consideran ya "el error" principal de la OTAN al iniciar los bombardeos sobre Belgrado. La pregunta que conviene hacerse es: ¿ha sido un error por imprevisión o ha sido un error calculado? Para quien vive a una o dos horas de vuelo de Belgrado, sin duda, ha sido un error de imprevisión. Para quien manda bombardear desde el otro lado del Atlántico, a miles de kilómetros de los Balcanes, probablemente ha sido un error calculado. En la catástrofe Wall Street sube, el euro baja. Y no es la primera vez que eso ocurre: hay el antecedente de los bombardeos sobre Bagdad. Desde la época de las guerras napoleónicas hasta el fin de la segunda guerra mundial han sido muchos los intelectuales de la Europa oriental que han llamado la atención sobre el analfabetismo de que la intelectualidad europeo-occidental hace gala cuando habla de la cultura eslava. Tolstoi y Dostoievki escribieron páginas, que deberían ser de lectura obligatoria para nosotros, sobre la prepotencia y el complejo de superioridad de la cultura de este lado de Europa. Confirman esa impresión los balbuceos y las tonterías que ahora están diciendo los psicólogos de la CIA y buena parte de los diplomáticos y de los políticos occidentales sobre los serbios. Por lo general, la intelectualidad eslava ha sido más comprensiva de la diferencia de la otra parte de lo que suelen serlo todavía los intelectuales y los políticos de nuestro mundo. Emir Kusturica y Milche Manchevski saben más de nosotros, de nuestra cultura, que la mayoría de los intelectuales europeoccidentales de lo que fueron las culturas de los pueblos que componían la federación yugoslava. Y por eso explican mejor, con los conceptos de nuestra cultura, lo que ha pasado y pasa allí: el comienzo de Underground en Belgrado y el final de Before the rain en Macedonia enseñan más sobre el presente conflicto que la mayoría de los análisis occidentales. Las consecuencias del desconocimiento de la otra cultura, en este caso de la cultura de los serbios y de los eslavos, y el tratar de forzar a los otros para que adoren los mismos valores mercantilistas y pseudodemocráticos que se adoran en esta parte del mundo, han sido casi siempre catastróficas para la Europa ilustrada. Una parte de Europa empezó a darse cuenta de eso en el corazón de las tinieblas de África. EEUU repitió experiencia en Vietnam. Todo el mundo sabe que la situación es hoy distinta y todo el mundo dice que la historia no se repite. Puede ser. Pero también ayer todo el mundo sabía, en África y en Vietnam, de la absoluta superioridad de "los nuestros" en lo militar y en lo económico. Y ahora sabemos además que eso no era saber lo suficiente. Que en el mundo hay más cosas de las que caben en nuestras cabezas eurocéntricas. Este desconocimiento, este analfabetismo, que se está convirtiendo en prepotencia autosuficiente cuando hablan hoy los mandamases de la OTAN, ha dado lugar a una gran desorientación entre muchísimas personas ilustradas, pacíficas y progresistas de la Europa occidental. Personas que, en momentos así, tienden a hacerse militaristas con el falaz argumento de que vamos a combatir, una vez más, la barbarie de los otros, en este caso de los serbios, de los eslavos. Empieza a ser sintomático (y algunos pensarán que paradójico) el que en comparación con las de estos ex-pacifistas las palabras de los militares desplazados por la ONU al corazón de Bosnia suenen a razonables y comprensivas. ¿Será porque hablan estos otros, más allá de su profesión, con conocimiento de causa? Entender el sufrimiento de los exiliados, deportados y refugiados kosovares en estas circunstancias no es sólo cosa de personas bien nacidas; eso es la a del alfabeto político para el fin de siglo. Y ayudar en esa circunstancia trágica es de justicia; es también la conclusión razonable del entender el sufrimiento de los que, en conjunto, están peor en esta guerra. Muy poco hay que discutir en ese punto.Pero, dicho eso, habría que preguntarse en seguida por qué no se empieza por escuchar a Rugova, presidente electo de la autoproclamada república de Kosovo, en vez de alentar ese otro escándalo cultural que es el enviar a Guantánamo a los refugiados albano-kosovares. Me parece que la respuesta a esa pregunta no puede ser: porque la propaganda serbia miente al presentar a Rugova ante las cámaras de televisión. Eso no lo pueden decir con verdad los que mintieron antes desinformando a la opinión pública mundial sobre la muerte de Rugova. Sólo encuentro una respuesta atendible a esta pregunta: no se quiere escuchar a quien no entra en el cliché previamente establecido por la propaganda de los nuestros. De la misma manera que no se quiere mencionar apenas a los que se enriquecen con el tráfico de armas.Hablar ahora de "los serbios" en general, como si todos fueran iguales, es tan obtuso como el cacareo, sin distinciones, sobre "los españoles", "los catalanes" o "los vascos". Tirar bombas que matan a los que menos culpa tienen diciendo que van dirigidas al corazón de Milosevic seguirá siendo una mentira, dígala Agamenón o su porquero. En este caso, la mentira política de nuestra cultura. Y con mentiras así hasta los cínicos de ayer se convierten por reacción en patriotas de hoy. Pero escribir en pancartas, como se está escribiendo en estos días, "Primero Kosovo o Kurdistán, luego Cataluña o Euskadi" es algo peor que seguir en la archiconocida selva de los tópicos. Es jugar con los sentimientos más profundos de las gentes y abrir de nuevo el camino al oscurantismo militarista. Si quiere llegar a tener pensamiento propio en estas cosas que nos afectan tanto, la izquierda europea debería prohibirse ya el uso genérico del artículo "los" para hablar de todos y cada uno de los miembros de una cultura que ni siquiera conoce. En caso contrario se corre el riesgo de que lo que ayer se llamaba izquierda quede dividida entre la exaltación de los patriotismos varios y la ampliación del coro de cortesanos de la Compañía del Gran Poder.
[Francisco
Fernández Buey es catedrárico de Filosofía de la Universidad
Pompeu Fabra]
(Artículo
publicado en El País, 13-IV-99)