Paul Ricoeur

   Como la narrativa es esencialmente una noción temporal, necesitamos conceptos temporales para describirla.
   La trilogía de Ricoeur, Tiempo y Narrativa (1987), es un excelente análisis del papel jugado por tiempo en la configuración de narrativas. En el primer volumen, el autor comienza con una interpretación de las aporias (del griego "ausencia de paso o comunicación") en el concepto de tiempo en San Agustín y Aristóteles, y desarrolla gradualmente un método pluridisciplinario de hermenéutica para discutir las narrativas históricas. Ricoeur emplea la lingüística estructural, la fenomenología del sujeto de Husserl (una síntesis entre noesis/subjetividad y noema/objetividad), y la ontología del Dasein de Heidegger, que marca una distancia entre el yo y los actos en que se constituye como opuesto o distinto (Otro). Ricoeur utiliza otras fuentes tan diversas como el psicoanálisis y la teoría de los actos de habla de Austin y Searle. En el segundo y tercer volúmenes, el autor extiende su método al análisis del tiempo en la ficción y finalmente a la experiencia del tiempo en la narración histórica. La tesis de Ricoeur en Tiempo y Narrativa debe mucho, según él mismo reconoce, a su propio estudio sobre la metáfora (1980) y al estudio de Jakobson (1956), que extiende el papel de la metáfora más allá del lenguaje y la literatura considerándola como una significado emergente creado por el lenguaje ordinario (Ricoeur,1987 I:35).
   La tesis fundamental de Ricoeur, basada en Heidegger, es que el yo pertenece al mundo, por lo que la experiencia temporal es la principal experiencia humana. Heidegger (1889-1976) creía que la existencia de un cuerpo físico precedía la esencia del ser. En algún punto en el proceso del desarrollo, uno se da cuenta de que existe. Como el hombre es el único ser en el que la esencia y la existencia no aparecen simultáneamente, el hombre es la única criatura que puede pensar acerca de su creación y acerca del propósito de su vida antes de existir (en el sentido existencial de ser consciente de su existencia). Por esta razón, Heidegger no puede aceptar la paradoja del ‘ser-transformacional’ (being) definiéndose a sí mismo. Esta dificultad de definición, un problema central en el período moderno en todas las áreas del pensamiento, fue confrontado en Sein und Zeit( 1927) donde Heidegger definió el ‘ser’ como una colección de conceptos que denominó Dasein, el acto de estar allí en esencia (Heidegger,1984:53-67). Este Dasein se compone de cuatro componentes: Sorge, la habilidad de tener interés por el ser en relación a los fenómenos, que produce ansiedad y temor en el individuo (Ibid.216-219). El ser hacia la muerte o Sein zum Tode, que expresa el momento en que el "ser" acepta la muerte como el encuentro con su verdadera esencia, lo que conlleva la finitud de la vida y de las decisiones, que se van agotando como posibilidades futuras (Ibid.255-280 ). La existencia o Existenz, el admitir que uno es y que cambia continuamente (Ibid.286-289 y 333-378). Los humores o Stimmungen, las reacciones hacia los Otros que nos permiten definirnos como diferentes siguiendo nuestras propias decisiones libres (Ibid.415). Una mala decisión tiene como resultado el sentimiento de culpa o el fracaso existencial.
   Según hemos mencionado, Ricoeur afirma el carácter temporal de la existencia humana (Ricoeur,1987 I:43), pero rechaza la ruptura de Heidegger con la metafísica y su pretensión de finalizar la historia del ser. Sin embargo cree, como Heidegger, que nuestro conocimiento subjetivo sólo puede alcanzar su identidad a través del lenguaje. Para esta razón, Ricoeur escoge la narrativa como un lugar privilegiado para establecer una experiencia temporal inherente a la ontología del Dasein. Ricoeur defiende que la función poética del lenguaje no está limitada a la exaltación de la lengua, ignorando su función referencial. Para Ricoeur, la metáfora tiene el poder de redescribir una realidad que es inaccesible (Ricoeur,1987 I:35 y 45). Ricoeur define la narración como "la síntesis de toda heterogeneidad" (Ibid.45) y explica que mientras la redescripción metafórica predomina en el campo de los valores sensoriales que hacen del mundo una realidad viva, la función mimetica de la narrativa aparece generalmente en el campo de la acción y de los valores temporales (Ibid. 35). Ricoeur cuestiona el papel de la Semiótica en el estudio de la narrativa (Ricoeur,1987 II: 17) y dedica el capítulo II a una discusión detallada de sus restricciones, considerando el trabajo de Propp (Ibid. 66), Greimas (Ibid. 83), y Benveniste (Ibid.113), entre otros. La teoría diacrónica de la narrativa que presenta Ricoeur estudia estas estructuras, particularmente la división entre tiempo narrativo y tiempo narrado (Ibid.18).
   El punto de partida de Ricoeur es el "mythos" aristotélico, la construcción del argumento que para Ricoeur es la clave para la distinción entre ambos tipos de tiempo (Ricoeur,1987 I:119). En el primer volumen de Tiempo y Narrativa, Ricoeur traza el movimiento de lo que él llama mimesis del yo o tiempo prefigurado en San Agustín, a través de mimesis II o tiempo configurado en Aristóteles, hasta mimesis III o tiempo refigurado (Ibid.). Los conceptos Aristotélicos de "dynamis" y "enérgeia" pueden explicar la tensión entre momentos cambiantes de la historia; las etapas posteriores llevan consigo de una manera potencial las etapas iniciales. Hegel ya los había empleado para introducir su idea de la necesidad histórica. A pesar del carácter circular de su tesis, Ricoeur niega que lleve una tautología implícita, por lo que se distancia del enfoque reflexivo de la deconstrucción, según él mismo indica.
   Ricoeur explica como el concepto de argumento, el "mythos" Aristotélico, sufre varias expansiones a causa del desarrollo social, educativo y de la evolución del pensamiento, y señala que el énfasis sobre la parte mimética de la narrativa, su verosimilitud, reforzada por la filosofía empírica de Locke, terminó por redescubrir su consciencia de artificio, la propia ficcionalidad del género, según indicaba Henry James en El arte de la ficción.
   Ricoeur separa el tiempo de configuración (mimesis II) del tiempo de re figuración (mimesis III). El primero es el tiempo narrativo cerrado, mientras que el segundo, que concierne al lector, puede presuponer una narrativa abierta, según indicaba Eco (1979) (1989). Para Ricoeur la disolución argumental de la narrativa moderna es una señal para que el lector coopere (Ibid.51), una tentativa para vencer, de algún modo, el tiempo cronológico del argumento. Esta asimetría temporal de la ficción narrativa parece tener su origen en la supresión de la distancia épica (Ricoeur realiza un comentario detallado de las ideas de Northrop Frye a este respecto, pp. 33-47) y en el hecho de que la novela tuvo su origen como un género popular, un argumento muy cercano al de Bakhtin en La Imaginación de Dialogica (Ricoeur II, 273).