Rebelión
de los alumnos de Económicas en Francia
contra la enseñanza "despegada de la realidad"
Un millar de estudiantes critica en un manifiesto
el "uso incontrolado de las matemáticas"
OCTAVI MARTÍ , París (27-11-00) El País
Más de 1.000 estudiantes de la carrera de Ciencias Económicas
de diversos centros de París, como la Sorbona, han hecho público
un manifiesto contra "la enseñanza de una economía
imaginaria, demasiado despegada de la realidad". Estos alumnos han
recibido el apoyo de los de otras universidades galas -Orleans, Grenoble,
Rennes, Marsella y Clermont-Ferrand- y europeas -Barcelona, Hamburgo,
Londres y Florencia-. Los firmantes del texto, respalado por 150 profesores,
presentarán en diciembre varias propuestas alternativas. El ministro
de Educación, Jack Lang, se ha mostrado "favorable al debate".
Los estudiantes no aceptan que sea indiscutible que la existencia de un
salario mínimo cree paro, que la reducción de la jornada
laboral no sea un tema a considerar y que la mundialización tenga
que ser dirigida por el universo financiero y no por la democracia política.
El manifiesto de los futuros economistas se articula en torno a tres puntos
en los que se critica el enfoque de los estudios de Económicas:
1. Relación con la realidad. El texto arremete contra "los
mundos imaginarios", es decir, una enseñanza "que, por
tener una dimensión teórica, se separa de las contingencias
de la realidad, lo que es muy legítimo y necesario en un primer
momento, pero ya no vuelve a confrontarse casi nunca con los hechos, de
manera que la parte empírica es prácticamente inexistente".
En resumen, los profesores adictos al llamado "modelo econométrico"
no dejan que la realidad pueda estropearles una buena teoría.
2. Uso de las matemáticas. El documento critica el "uso incontrolado
de las matemáticas" y pone de relieve que "la formalización
matemática, cuando no es un instrumento y se convierte en un fin
en sí misma conduce a una verdadera esquizofrenia respecto al mundo
real". En el fondo se lucha contra el control que ejercen los economistas
de la escuela neoclásica sobre el conjunto de una enseñanza
universitaria en crisis.
3. Enfoques pluralistas. Los estudiantes señalan que son necesarios
"enfoques pluralistas en los análisis económicos".
En su opinión, "sólo se expone a los alumnos un punto
de vista y se tiende a explicarlo a partir de un razonamiento axiomático,
como si se tratase de La verdad económica". Los alumnos piden
a los profesores que "se unan a ellos antes de que sea demasiado
tarde".
Lo cierto es que de los cuatro bachilleratos franceses -científico,
económico, de letras y de artes- sólo el primero es tomado
en consideración por unas facultades en las que lo único
importante es saber manejar bien los "modelos" para encontrar
el "buen resultado, acorde con la hipótesis de partida".
Para obtener el título de bahilelra, los alumnos que eligen el
bachillerato económico, tienen que responder a exámenes
en los que se les pregunta sobre "los efectos de la organización
del trabajo sobre el crecimiento económico", "la relación
entre progreso técnico y crecimiento a partir del análisis
de Schumpeter" y "el desarrollo de la sociedad democrática
y la igualdad de oportunidades a partir del análisis de Tocqueville".
Una vez en la facultad, si consiguen ser admitidos -lo son uno de cada
20 de los que proceden del bachillerato científico-, este tipo
de preguntas desaparece y cede el paso a retahílas de ecuaciones.
"Hace más fácil el calificar y da a las clases apariencia
de rigor científico aunque nunca responden a los grandes interrogantes
económicos contemporáneos", dice el documento estudiantil.
Las fórmulas empleadas por los estudiantes no remiten siempre al
psicoanálisis sino que también utilizan otro tipo de comparaciones
para describir "los mundos imaginarios de misteriosa conexión
con la realidad económica" que crean sus profesores. La más
literaria habla de "la economía de Robinson Crusoe",
pues la modelización sistemática evita el intercambio con
cualquier factor no previsto por los libros. La más política
reclama que "la universidad fomente el espíritu crítico
entre investigadores y ciudadanos".
Cada año las facultades de Económicas pierden en Francia
alrededor de 3.000 estudiantes. Eso aún podría justificarse,
desde una óptica meramente instrumental, si la disminución
de titulados diera mayor valor al diploma. Pero tampoco es así:
el 18% de los licenciados en Ciencias Económicas estaban en paro
en 1998 frente a sólo un 8% de entre quienes salían de escuelas
de dirección de empresas. El porcentaje de paro de Económicas
se situaba además por encima de la media conjunta de todas las
carreras, que era de un 12%.
Los profesores hablan
de "economía muerta"
O. M. , París
Algunos profesores han acogido el movimiento de rebelión de los
estudiantes como la confirmación de sus tesis. Es el caso de Bernard
Maris, autor de la polémica Carta a los gurús de la economía
que nos toman por imbéciles. Él propone una idea "muy
sencilla: cortar la economía en dos. A un lado quedará la
economía científica, con sus matemáticas y estadísticas;
en el otro estará la economía política". Maris
se pone nervioso cuando oye glosar la competitividad a políticos
de derecha y de izquierda: "La noción de competitividad no
es muy buena hablando en términos económicos. La noción
de cooperación es generalmente mejor. Keynes y Schumpeter ya lo
había presentido y la teoría de los juegos lo ha demostrado".
Otro profesor de Económicas, el matemático Bernard Guerrien,
también celebra que los universitarios hayan recuperado su rebeldía.
"Para llegar a profesor o a catedrático, normalmente hay que
haber sido buen alumno y hoy sólo se consideran buenos aquellos
que no critican. De ahí el nivel de mis colegas". Guerrien
no quiere discutir en abstracto, enfrentar o confrontar teorías.
"Los unos y los otros, los neoclásicos y los heterodoxos,
defienden la noción de ciencia económica y yo soy partidario
de volver a la vieja noción de economía política",
señala. Quiere saber qué visión del mundo hay detrás
de cada modelo, a dónde se quiere llegar "a base de ecuaciones
intimidatorias" o de hablar de "un nivel de paro natural".
Nicolas Vanecloo, profesor en la Universidad de Lille, ha dado su testimonio
al semanario Politis, en el que hace hincapié en que durante su
curso, centrado en cuestiones laborales, había descubierto que
"la mitad de los alumnos no sabía cuál era el montante
del salario mínimo, no tenía la menor idea del salario medio
y desconocía totalmente la evolución de las cargas sociales
sobre esos salarios durante los últimos 20 años".
Responsabilidad moral
Para Bernard Paulré, director de los cursos de doctorado de París
I, no cabe la menor duda de que "la responsabilidad moral de los
economistas debiera ser puesta de relieve cuando se habla de la explosión
del paro en el transcurso de los últimos 25 años".
La irritación de los estudiantes también ha sido respaldada
por los 27.000 afiliados con que cuenta hoy una asociación como
Attac, nacida para defender un gravamen sobre las transacciones financieras
de carácter especulativo y hoy aglutinante de una izquierda que
cuestiona las formas de la mundialización.
La protesta de quienes cursan Económicas refuerza las razones de
Attac para seguir existiendo. Como Bernard Maris, tampoco aceptan "una
economía que no quiere saber nada de los problemas sociales, que
lo trata todo como problemas sectoriales, particulares. Por ejemplo, si
hay un problema con la polución, basta con crear un mercado de
derechos de polución o se monta un sistema de incitación
para suscribir seguros privados cuando se hace evidente que hay dificultades
para financiar la Seguridad Social o las pensiones de jubilación",
señalan.