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La risa de la aceituna en el martini

Susana Corullón 20 de Febrero de 2015 a las 13:12 h

Con motivo de la V Semana de las letras, invitamos a todos a participar en un taller de poesía con sentido del humor. Os pedimos vuestra ayuda para buscar poemas humorísticos clásicos y modernos, escritos en español o traducidos y también de creación propia, para animar nuestro taller.

Los bibliotecarios de Somosaguas no queremos emular a nuestro colega Jorge de Burgos.
El personaje de Umberto Eco aborrecía la risa, porque libera del miedo, y el miedo es necesario para imponer la ley de Dios.
Jorge custodiaba con celo el único ejemplar del segundo libro de la Poética de Aristóteles, el dedicado a la comedia. Temía que la influencia del filósofo sobre la cristiandad, pusiera patas arriba el mecanismo represor de la defensa del dogma
¿Fue eso realmente lo que ocultó este libro a la posteridad? En todo caso, la tesis de Umberto Eco se apoya en algo que no ha dejado indiferente al hombre a lo largo de los siglos: la risa descoloca, tiene sus propias reglas y lo que es mejor, nos hace disfrutar.
Nos dice Freud, que la magia del humor es capaz de convertir energía dolorosa en puro placer, porque traslada al ánimo a la infancia, cuando no necesitábamos de ningún mecanismo inconsciente para ser felices.
Para añadir más peligros, la risa, decía Bergson, necesita un eco, tiene significado social y por eso se usa como martillo de las excentricidades. Lo cómico surge cuando nos tomamos a nosotros y a los demás como espectáculo, lejos de la emoción y la empatía. Nos reímos al sorprender el armazón que hay detrás de la vida, lo mecánico repetitivo, el sucedáneo. Por eso el temor al ridículo es un eficaz instrumento de control. Baja a los ídolos de sus púlpitos y los deja en paños menores.

Pocas cosas duelen tanto como las burlas y por eso los cómicos se han visto tantas veces sometidos a castigos desproporcionados.
Invitamos a todos a comprobar lo saludable que es aparcar las tensiones, anestesiar el corazón y vernos como objeto de risa. Podéis hacernos llegar los poemas que encontréis a cualquiera de las bibliotecas del campus de Somosaguas.

Sirva este botón para abrir boca:

¿Por qué no hay ya más viajes a la luna?
Mario Benedetti

Cuando el bueno de armstrong dio aquellos pasos
todos registramos cómo se movía
tosco / pesado / en un suelo blancuzco
¿o era de piedra pómez? ¿quién se acuerda?

durante un rato estuvo cavilando
y la escafandra o como se llamase
impedía que viéramos sus ojos
pero juraría que su mirada era
de pereza o abulia

algo debió explicar a su regreso
algo diferente al discurso de gloria
que le ordenaron pronunciar eufórico
entre medallas flores vítores y guirnaldas

algo debió decir en privado a sus jefes
algo importante inesperado

verbigracia / cuando estaba allá arriba
caminando como un zoombie en la luna
mi general mi coronel pensé en ustedes
y se me ocurrió no sé por qué
que debía matarlos con urgencia
uno a uno / dos a dos / etcétera

o verbigracia dos / cuando andaba allá / heroico
pisando las feísimas arrugas del satélite
imaginé que así debía ser la muerte
es decir el paisaje de la muerte

o verbigracia tres / cuando estaba en selene
paseando por la nada como un imbécil
setí el asco infinito de la ausencia del hombre
y me dije qué mierda estoy haciendo aquí

algo así debe haber confesado a sus jefes
con su estrenada voz de robot disidente
y quizá por eso los dueños del poder
postergaron sine die los viajes a la luna.

 

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