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CRISPR. Editando nuestros genes.

25 de Enero de 2016 a las 14:41 h

Por su interés, reproducimos el artículo de la genetista Josefina Cano publicado en su blog Ciencia Cierta. Te invitamos a disfrutar de su lectura.

Los científicos iniciaron su camino para controlar nuestros genes al comienzo de 1970 cuando aprendieron a cortar las hebras del ADN usando las enzimas adecuadas. De pronto, genes de organismos que de otra manera no habrían podido juntarse en la naturaleza se podían combinar en el laboratorio. Pero esas herramientas iniciales eran más bien burdas y parecidas más al cuchillo de un carnicero que al escalpelo de un cirujano y como sólo se podían reconocer pequeñas secuencias en la inmensidad del genoma humano, algo así como encontrar "el ser..." del soliloquio suicida de Hamlet en toda la obra de Shakespeare, la edición rara vez podía ser precisa.
Siguieron luego otras técnicas de edición de genes pero sólo hasta hace poco se ha dado con la que promete ser una con una precisión tal que abriría las puertas a identificación y el tratamiento de dolencias en todos los seres vivos, desde plantas hasta los humanos, procedimientos que hasta ahora parecían imposibles. Se llama Crispr, por sus siglas en inglés y llevó años para hacerse posible. Los protagonistas son Jennifer Doudna, bioquímica en Berkeley y Feng Zhang en el MIT, ambos respaldados por cientos de investigadores.
Cuando Doudna inició sus investigaciones, se pensaba que las bacterias tenían un sistema inmunológico bastante precario, que lo único que hacía era atacar cualquier cosa que no les fuera familiar. Pero fue cuando se descubrió en ellas un sistema que podía guardar fragmentos de ADN de los virus que las habían infectado, similar al sistema inmunológico de los humanos, se había dado con Crispr.
Después de meses de experimentos, se pudo determinar que Crispr estaba compuesto de dos clases  de ARN: uno que es idéntico  al ADN del invasor, así lo puede encontrar y, ayudado por el otro ARN, libera una proteína que corta y elimina ese ADN extraño. Sin embargo no era claro si el sistema Crispr no era más que una curiosidad. A diferencia de la mayoría de los seres vivos -plantas, animales, humanos- las células de las bacterias no tienen núcleo, y sus ADN y ARN interactúan con libertad y resulta difícil imaginar que tal sistema funcione en otros seres diferentes a las bacterias. Para volverlo útil en otros organismos, Doudna y sus colegas combinaron los dos ARN en una sola herramienta.
Usado así, el sistema les permitió capturar y cortar cualquier gen que desearan, o incluso, un único par de bases dentro de un gen. Y cuando querían añadir un gen, lo podían hacer usando Crispr para que lo pegara en la mitad de dos extremos cortados. Algunos investigadores han comparado Crispr a un procesador de palabras, capaz de editar sin mayor esfuerzo un gen a un nivel de precisión de una sola letra.
Aún más sorprendente fue descubrir lo fácil que era usar el sistema. Para editar un gen, un investigador tiene que tomar una hebra de ARN e incluirle una "dirección", una sucesión corta de letras (ACCG) correspondientes a una localización particular en un gen. El proceso es tan preciso y certero, que un estudiante puede manejarlo en una hora y lograr la edición de un gen en cosa de dos días. "En el pasado, el lograr cambiar un gen era la tesis de doctorado completa para un aspirante" dice el genetista Bruce Conklin. Si pensamos en lo que es el ADN, la biblioteca que contiene todos nuestros genes, el ARN es como una flotilla dinámica de bibliotecarios que están catalogando y llenando y vaciando las estanterías.
En 2012, tan solo unos meses después del debut de Crispr, Doudna organizó un congreso en Napa, para discutir las implicaciones éticas que la nueva tecnología despertaba. Su preocupación era si alguien podría usar Crispr para alterar el ADN de embriones humanos antes de que la tecnología estuviera de verdad lista.
En Abril, investigadores de la Universidad Sun Yat-sen en China, publicaron los resultados de un experimento donde usaban Crispr en embriones humanos para reparar un gen que ocasionaba un desorden sanguíneo peligroso, aunque los embriones usados eran inviables y nunca hubieran llegado a término. Ocasionaron múltiples mutaciones. Esto llevó a una moratoria en Estados Unidos y a una estrecha vigilancia en Europa. Ahora, investigadores en el Instituto Británico Francis Crick han hecho una petición para poder continuar con los estudios, argumentando que estos experimentos podrían "revelar procesos importantes del desarrollo embrionario humano".
Existe una enorme diferencia entre usar Crispr para estudiar el desarrollo embrionario humano en el laboratorio y el usarlo para crear bebés modificados. Que a su vez es diferente a usar Crispr en células tomadas de un individuo y arreglar una mutación para luego devolverlas a su cuerpo. En la práctica, Doudna ha dicho, se necesitarán muchos años para poder editar con seguridad el ADN de un embrión. Pero también es claro para ella que la perspectiva de editar embriones para limpiarlos de genes que causan enfermedades está en el corazón de la tecnología. Cuenta que ha recibido mensajes de mujeres jóvenes con el gen BRCA mutado, preguntando si Crispr podría liberarlas de pasar el gen y su carga de cáncer mamario a sus hijos, no haciendo selección de embriones in vitro sino eliminando de una vez del código genético de sus hijos la mutación. "Aquí  uno se pregunta, qué tal si podemos quitar de la línea germinal de una persona una mutación nociva, y así para siempre eliminar un riesgo?" "¿Cuándo un riesgo pesa más que otro?".
La decisión difícil, según piensan algunos, será balancear entre los posibles beneficios de esas modificaciones -un niño que ya no podrá ser infectado por el virus del sida o que su probabilidad de tener Alzheimer sea menor- y lo que se podría pensar es dejar que la naturaleza siga su curso.
Aunque si se lo piensa mejor, qué bueno poder contar con una tecnología que abre un camino tan esperanzador. Si se tiene claro que correr el riesgo de alterar un proceso evolutivo que nos ha dejado como legado una enfermedad tan horrorosa como el cáncer*, no es para nada desatinado pensar en dar un gran paso para combatir mejor esta enfermedad y dar otros para eliminar de una vez y para siempre otras dolencias que tantísimo daño producen en las vidas humanas, así en el camino se altere el curso de la evolución. ¿Desafiando a la naturaleza? ¿Jugando a ser dioses? Pues sí, si la naturaleza se ha equivocado tanto y es tan malvada, qué mejor que poder domesticarla. Y como los dioses nos los hemos inventado nosotros, miraremos para otro lado mientras la ciencia avanza y nos ofrece soluciones maravillosas.


Fuente: Ciencia Cierta. Blog de Josefina Cano.

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