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En su ADN

30 de Mayo de 2017 a las 12:13 h

El gen, como un código cualquiera puede leerse de diversas maneras dando lugar a expresiones diferentes, como lo hemos venido contando. Pero hoy hablamos de lo que ocurre no ya a nivel del gen sino de lo que podemos llamar el otro lado del espejo, muchos genes para una sola característica.
Un ejemplo a mano y visible, la estatura, tiene por detrás la acción de más de 400 regiones genéticas, ninguna de ellas con un gran efecto individual.

Los estados de desorden son siempre mucho más numerosos que los estados de orden. De la Segunda Ley de la Termodinámica

Si consideramos la participación de numerosos genes para generar una característica, el juego específico que recibe un individuo variará mucho. Ocurre con la presión sanguínea, los niveles de colesterol o de triglicéridos. Cada uno de los cientos de variantes que hay por detrás de esas características tendrá un peso menor y su probabilidad de contribuir es más inestable. De ahí que las falsas promesas de ofrecer perfiles genéticos de una persona, de trazar su "destino" se quedan solo en eso, en falsas promesas.
La contribución de muchos genes para una sola característica, que es lo corriente en los individuos, podría pensarse como la existencia de una cooperación, una armonía en los juegos de selección pues de lo contrario reinaría el caos y ni siquiera se podrían dar los primeros pasos para generar un embrión. Esa puede ser la razón por la que la mitad de las concepciones en humanos no llegan a cuajar y sin que se perciba se eliminen en la sangre menstrual.
Esa armonía entre genes con genes, organelos con organelos, células con células, tejidos con tejidos y de ahí en adelante, estará permitiendo la construcción de redes de cooperación dentro de cada uno de nosotros. De ahí que, salvo los casos excepcionales en los que el daño en un único gen lleve a la enfermedad, la totalidad de nuestra información reside en cientos, miles de permutaciones que al final nos están protegiendo en casos de algún daño para que se mantenga el funcionamiento normal.
Además la evolución nos ha regalado una herramienta más: la redundancia. Si el gen no es en sí mismo una causa determinista para una característica sino que a ella contribuyen otros, cuando uno no funciona bien, puede ser eliminado en el proceso selectivo, que otros vendrán a cumplir sus funciones.
Si logramos situar la acción de los genes como el resultado de una cantidad enorme de permutaciones, cambios, mezclas, nos será más fácil entender cómo la vida y la evolución trabajan como una colección ordenada de incertezas, incertidumbres, que se resuelven en una complejidad organizada.
Pero si esa complejidad contiene la esencia de un individuo y los comportamientos de ese individuo tienen una base material, se podrían predecir, estudiar, analizar si se tiene acceso a su información genética, que al fin y al cabo ha sido heredada y se ha construido con base en esa información. Aquí el gran tropiezo, no se busca la aguja en el pajar, sino el pajar en el pajar. Causa efecto están diluidos por cientos de permutaciones que pueden no siempre ser identificables. ¿Y si fuera tan solo un asunto de no tener las herramientas para hacerlo y en el futuro se pudieran identificar todas las variables de un gen, digamos para un rasgo, y con sofisticados programas de computador identificar sus permutaciones y establecer con certeza la probabilidad de que la variante N es 100% la causa única de ese rasgo, estaríamos eliminando el azar? O existe un asunto de mayor profundidad en todo esto. Claro, que esa red de cooperación de la que hablábamos antes incluye un factor determinante y decisivo, el ambiente, el medio ambiente celular, el de tejidos, el de órganos, el del individuo y tal vez el definitivo, el cultural, el social.
Y ese medio ambiente no se puede calibrar, es impredecible y cambiante y por lo mismo su efecto sobre los genes lo es de igual manera.
Seguimos en las mismas. Enfrentados a un mar de incertidumbre y a los seres humanos no les gustan las cosas que no se pueden explicar. Les es necesario el confort y el sentido de seguridad que se alberga en la posibilidad de poder predecir. Como organismo biológicos evolucionados, la incertidumbre los mata. Y más ahora que con todo ese conocimiento científico a mano la posibilidad de entender las causas materiales debería ser cosa fácil. El que eso no suceda da paso a lo que es uno de los grandes problemas de la biología, de la genética, de la ciencia: el determinismo. Las causas deben ser simples, comprensibles y con efectos visibles simples, comprensibles.
Si Darwin estableció su idea del cambio de los organismos a lo largo del tiempo, de un origen único para todos ellos y Mendel apuntaló la idea de cómo se logran mantener los cambios mediante la herencia, lo más evidente sería que fuera sencillo entender los procesos de la evolución y la herencia. Y lo es. Ellos presentaron al mundo de la ciencia las dos ideas capitales sobre las que se sostiene.  Solo que el efecto de la complejidad y de la incertidumbre inherentes a los organismos y supuesto por ellos no tuvo el desarrollo adecuado.
Y los efectos de la complejidad y la incertidumbre se vuelven más notorios a medida que se mueve en el árbol de la vida. Una bacteria es un organismo simple, que se divide sin más y que evade de forma alegre la influencia del ambiente. Ella y sus genes. Uno a uno. Y los seres humanos en el otro extremo, con su información genética sujeta a los avatares del ambiente que la modula.
Los seres humanos en el otro extremo necesitan respuestas claras. Necesitan explicaciones. Si no las consiguen, las fabrican. Si en esa familia son todos altos debe existir un gen de la estatura. Si el padre es un talentosísimo músico sus hijos lo deben ser, pues debe estar en su ADN. Y de ese "debe estar" se pasa sin mediar explicación o comprensión al, "está en su ADN". Lo dicen a diario en las noticias, lo escriben en los periódicos y revistas y no solo los de la farándula. Existen muchas compañías que están trazándole el perfil genético a las familias, para que se informen de su futuro y el de sus hijos. Les están vendiendo humo. (Claro que si se busca un gen alterado, en los poquísimos casos de efecto directo en la producción de una enfermedad es válido el análisis).
Ahora en los bancos de semen, además de los exámenes pertinentes, se pregunta al donante si es amante de escalar montañas, si le gustan las mascotas, si le gusta la comida saludable. Claro, como "está en el ADN", la futura receptora escogerá a quien le ofrezca unos niños escaladores, amantes de los animales y puede usted hacer la lista.

Fuente: Josefina Cano. A ciencia cierta.

 

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