Hace 25 años, los científicos empezaron a extraer los primeros fósiles en el paraje de Las Hoyas, en Cuenca. Era difícil sospechar entonces que aquel lugar se convertiría en uno de los yacimientos más importantes a nivel mundial para estudiar el periodo Cretácico, es decir, la telegénica época de los dinosaurios.
Pero así ha sido, porque en este tiempo el yacimiento paleontológico de Las Hoyas ha ganado fama internacional por hacer aportado extraordinarios fósiles de todo tipo de organismos de hace 125 millones.
Es también el lugar donde fueron encontrados restos clave para determinar la relación entre los dinosaurios y las aves modernas, y el mismo donde apareció el fósil de 'Concavenator corcovatus', el dinosaurio jorobado recientemente descrito por los paleontólogos españoles Francisco Ortega, Fernando Escaso y José Luis Sanz en un sonado artículo en Nature.
Pero además de los siempre llamativos dinosaurios, en Las Hoyas se han sacado a la luz evidencias fósiles de todo tipo de organismos: reptiles, peces, insectos, pájaros, algas, microorganismos y plantas de hace 125 millones de años. Todos ellos forman parte de un rompecabezas que los científicos han conseguido reproducir. Porque el yacimiento conquense no es una colección de ejemplares sueltos, rarezas del pasado sacados de contexto, sino que en conjunto forman un todo, los componentes de un hábitat de hace 125 millones de años al que ya resulta posible lanzar una mirada global. Y lo que ha aflorado es el ecosistema completo que ocupaba esa zona en el Cretácico, cuando el clima tenía unas condiciones tropicales y el área tenía agua en abundancia y temperaturas suaves.
"Todavía más sorprendente y valioso que los ejemplares hallados en el yacimiento es la posibilidad de reconstruir, con un nivel de detalle sin precedentes, el puzle completo de un ecosistema de la Era Mesozoica", afirma Ángela D. Buscalioni, profesora de la Unidad de Paleontología de la Universidad Autónoma de Madrid, e investigadora principal de Las Hoyas.
En un comunicado distribuido por la UAM, los científicos aseguran que la imagen que dibuja la compleja trama de organismos encontrados al cabo de 25 años de investigación es, desde un punto de vista ecológico, la del primer humedal moderno en la historia del planeta. "Si definiésemos Las Hoyas incorporando todas los taxones [especies] descubiertos así como su rango filogenético [de grado de parentesco], el promedio de la composición evolutiva de este ecosistema de humedal tropical se acercaría al de los actuales humedales tropicales", explica la investigadora.
Dicho de otro modo, en Las Hoyas se puede ver el ecosistema completo de un humedal del Cretácico, y ese humedal corresponde justo al momento en el que las formas de la vida empezaban a cambiar y a parecerse a las que han llegado hasta nuestros días. Jesús Marugán, miembro del mismo equipo investigador, destaca el valor del yacimiento señalando que su datación corresponde, exactamente, al periodo mesozoico que se conoce como Cretácico Inferior: "Este es el periodo en el que se diversifican las primeras aves, los mamíferos, muchos reptiles como los cocodrilos modernos o los lagartos, los peces teleósteos, las plantas con flor; es decir: el momento en el que eclosiona el esplendor de la vida en el planeta tal como la conocemos hoy", asegura el experto en una nota de prensa.
En aquellos humedales, como ocurre en nuestros días, los grandes animales sólo estaban de paso. Así, los dinosaurios Concavenator corcovatus entrarían puntualmente a las charcas, pero no vivirían en ellas, aclaran los científicos.
Relevancia internacional
Actualmente Las Hoyas sólo puede compararse con la famosa biota de Jehol, en China, donde se han hallado fósiles similares correspondientes a la misma época. Sin embargo, "las investigaciones en el yacimiento chino no han alcanzado aún una etapa que permita comprenderlo en su complejidad ecológica. En este sentido Las Hoyas es un yacimiento único en el mundo", añade Marugán.
Entre los restos fósiles que aportó la última campaña de excavación en Las Hoyas se encuentra un nuevo ejemplar de ave mesozoica, cuyo estudio quizás evidencie por primera vez la morfología del cráneo; cientos de algas carófitas, útiles para los trabajos de datación; y una gran variedad de gusanos que han desvelado a los investigadores los fondos vivos más profundos del ancestral humedal.
Con la finalización de esta campaña se da por concluida la segunda etapa de estudio en el yacimiento; que fue iniciada hace una década bajo la coordinación de la doctora Buscalioni y la doctora Marian Fregenal (de la Universidad Complutense de Madrid), tras un ciclo inicial en el que se clasificaron registros fósiles y se identificaron sus relaciones de parentesco con las especies modernas.
La segunda etapa de estudio tuvo como propósito elaborar una reconstrucción paleoecológica del complejo ecosistema de lagos, charcas y suelos anegados que alguna vez existió en lo que hoy es un secarral. Gracias a esta tarea los especialistas pueden ahora constatar que el yacimiento de Las Hoyas es un exclusivo ejemplar de los primeros humedales modernos que surgieron en el Cretácico Inferior. Y, además, comprender las complejas relaciones bióticas que albergó, así como las razones que explican su diversidad y preservación.
Francisco José Poyato, miembro del equipo que ha trabajado en Las Hoyas, explica a elmundo.es la importancia de poder reconstruir cómo era un ecosistema del pasado, es decir, llevar a cabo estudios de paleoecología: "Los seres vivos no desarrollamos nuestra actividad aisladamente, sino en relación con nuestro medio, incluyendo factores geológicos, físicos, químicos y los demás seres vivos. Los ecosistemas son un nivel de organización formado por multitud de organismos, cuyo conjunto y funcionamiento tiene características propias que emanan de las interacciones entre ellos y con el medio, no de la simple suma de los componentes".
Según Poyatos, "una verdadera reconstrucción paleoecológica no es un paisaje con unos cuantos animales y plantas, sino el conocimiento de los mecanismos que relacionaban esos seres vivos entre sí y con su medio". Por ello, añade: "Es muy importante pensar que cuando la actividad humana afecta a un organismo, está afectando a todos los seres vivos del mismo ecosistema, y, además, de manera irreversible. Para poder minimizar el impacto de la actividad humana en el presente es imprescindible conocer el funcionamiento de los ecosistemas del pasado, por ejemplo, cómo respondían al estrés ambiental, que es algo muy evidente en el humedal de Las Hoyas".
"El trabajo que tenemos ahora por delante consiste en extrapolar todo este conocimiento local a una escala global", asegura Buscalioni en el comunicado de la UAM. Para la científica, el objetivo de la nueva etapa de estudio que comienza consistirá en aunar esfuerzos internacionales para intentar conocer, con el mismo nivel de detalle que hoy conocemos Las Hoyas, qué fue lo que ocurrió hace 125 millones de años en el planeta, "cuando detonó esa exuberante diversidad biológica que hoy conocemos", concluye la investigadora.
Pedro Cáceres | Madrid
Fuente: www.elmundo.es