Un bosque caducifolio en otoño es uno de los mayores espectáculos visuales de la naturaleza. Usando el símil torero, los castaños, hayas, robles o avellanos de la mitad norte peninsular se visten de grana y oro antes de aletargarse para sobrevivir al invierno.
Tenemos bosques caducifolios famosísimos, como el de Muniellos (Asturias), el hayedo de Tejera Negra (Guadalajara), el castañar de El Tiemblo (Ávila) o la selva de Irati (Navarra). Y otros mucho menos conocidos pero no por eso menos recomendables para visitar en estos días y gozar del efímero espectáculo de la otoñada.
Por su interés, reproducimos el artículo de Paco Nadal, publicado en El País.
1. Fraga de Catasós (Pontevedra)
Un increíble tapiz de castaños y robles centenarios de hasta 30 metros de altura rodea el antiguo pazo de los Quiroga, en Lalín, donde Emilia Pardo Bazán escribió buena parte de Los pazos de Ulla. Pese a su pequeña superficie la fraga está declarada monumento natural por el valor de los ejemplares que alberga.
Cómo llegar: Lalín está a 53 km de Santiago de Compostela y a 55 de Ourense por la autopista AP-53. La fraga está señalizada desde el centro del pueblo.
2. Fraga do Eume (Coruña)
Casi a las puertas de Pontedeume se halla una de las fragas atlánticas mejor conservadas de Galicia, que cubre las riberas del río Eume. Fresnos, castaños, abedules, sauces, arces, avellanos, laureles y, por supuesto, carballos (robles) forman una pantalla densa de verdor y misterio, acrecentada por los helechos relictos del Terciario que crecen en las zonas más húmedas.
Cómo llegar. Desde A Coruña por la AP-9 hasta salida 21F a Pontedeume (42 km). Desde allí, por la carretera AC-114 para tomar el desvío de Ombre hasta Caaveiro.
3. Fageda de la Grevolosa (Barcelona)
Bosques de hayas quedan muchos en Cataluña, pero uno de los más espectaculares es éste de la comarca de Osona (Barcelona). Es un bosque en forma de herradura con hayas centenarias de gran porte. La más grande de ellas cuenta con un tronco de 5,80 metros de perímetro en su base, una altura de 42 metros y una copa de casi 20 metros de diámetro. Su edad puede rondar los 300 años.
Cómo llegar: por el eje C37 Vic-Olot hasta Sant Andreu de la Vola (Osona). Desde allí seguir por la BV-5224 hasta la collada de Bracons en busca del indicador de El Molí de Bracons, donde empieza una senda que se interna en el hayedo.
4. Selva de Oza (Huesca)
Una gran masa forestal de hayas y coníferas se extiende entre los macizos de Peñaforca y Bisaurín, en el Pirineo aragonés. Es la selva de Oza, una verdadera joya de bosque autóctono pirenaico. El clima atlántico montañoso permite la existencia de este bosque mixto entre el haya, la especie dominante, y el abeto blanco, que aguanta estoico las temperaturas.
Cómo llegar: desde Huesca por la N-240 hasta Puente la Reina de Jaca; de allí por la A-210, que recorre el Valle de Hecho, hasta Siresa.
5. Sierra de Cameros (Rioja)
Un bosque caducifolio de hayas, robles, abedules, castaños y avellanos incendia de ocres, oros y amarillos la cara norte de la sierra de Cameros, en la Rioja Alta, en las cuencas de los ríos Leza e Iregua. Bosques de hayas centenarias cubren el fondo de los valles. Castaños de gran porte trepan hacia las cimas de la sierra, por los pasos de Sancho Leza y La Rasa, transformándose cada otoñada en llamativas antorchas de hojas incendiadas.
Cómo llegar: por la N-111, que une Logroño con Soria a través del valle del Iregua.
6. Señorío de Bértiz (Navarra)
Justo a la entrada del valle de Baztán, en Oronoz, se encuentra una de las reservas naturales más apreciadas de Navarra, el señorío de Bértiz: dos mil hectáreas de bosque autóctono de un altísimo grado de conservación que pertenecieron desde finales del siglo XIV a la familia de los Bértiz. El último propietario lo donó a la Iglesia y más tarde el Gobierno navarro asumió su gestión para habilitarlo como un gran espacio verde, representativo de la mejor flora y fauna pirenaica navarra. El grueso del parque lo compone el bosque atlántico, con magníficos hayedos.
Cómo llegar: desde Pamplona por la N-121A hasta Oronoz-Mugaire.
7. Parque natural de los Collados del Asón (Cantabria)
Fue creado en 1999 para proteger un macizo montañoso en el que la acción de los glaciares creó una morfología muy singular. La carretera que va de La Gándara a Arredondo sube hasta los collados del Asón, con excelentes vistas del conjunto. Allí empieza una de las rutas más recomendables en esta época: la del glaciar de Bustalveinte - Hondojón (PR-66), que pasa por el bosque de Llusías, el hayedo del monte Busturejo y el abedular que crece en la ladera de la sierra Helguera.
Cómo llegar: hay que llegar a Arredondo, bien por la CA-261 desde La Cavada o por la CA-266 desde Solórzano. Una vez en Arredondo seguir la CA-265 hacia Asón y La Gándara.
8. Bosque de Miera (Asturias)
Espinaréu, en el concejo de Piloña, tiene a gala ser el pueblo con más hórreos de Asturias. Pero no es su único atractivo: siete kilómetros carretera arriba se llega al área recreativa de La Pesanca, una vega arbolada en torno al río del Infierno con un fascinante bosque de robles y castaños que delata cómo tuvo que ser la cubierta vegetal original del Principado. La zona más impactante y oscura del bosque es el arboreto de Miera, con robles y castaños centenarios.
Cómo llegar: por la N-634 hasta Infiesto. Allí se toma la carretera de Espinareu; al llegar seguir el camino del área recreativa de La Pesanca.
9. Vega de Brañagallones (Asturias)
Esta bellísima braña (pastos de altura que se usan en verano) a 1.230 metros de altitud en el valle del río Monasterio es parte de la Reserva de Redes. Hasta los 800 metros de altura se transita por un maravilloso castañar. Luego, al llegar al mirador, el desnivel se suaviza. Allí empieza el bosque de hayas centenarias, salpicado de grandes acebos y helechos. En las zonas más soleadas crece el abedul.
Cómo llegar: se accede desde el pueblo de Bezanes, en la carretera AS-17, que va de Pola de Laviana al puerto de Tarna.
10. Montaña Palentina (Palencia)
La montaña Palentina ocupa la ladera sur de la Cordillera Cantábrica, donde nacen el río Pisuerga y el Carrión. Un territorio de transición con densos bosques de roble, haya, pino albar, acebo, castaño y tejo en los que disfrutar de una espectacular otoñada. Pueden verse en torno a la localidad de Brañosera, el puerto de Piedras Luengas o la carretera que va de Cervera de Pisuerga a Velilla del río Carrión.
Cómo llegar: Brañosera está a 20 km al norte de de Aguilar de Campoo por la P-220.
11. La Pardina del Señor (Huesca)
A las afueras de Fanlo crece uno de los bosques más bellos y desconocidos de esta parte del Pirineo oscense: la Pardina del Señor, un hayedo en el que se mezclan otras especies caducifolias y perennes, como abetos y acebos. Es muy desconocido porque no había pista ni senda que lo cruzara hasta que hace poco se abrió por allí un tramo del sendero de gran recorrido, el GR15, que va del valle de Vio a Broto por la margen derecha del barranco Chate.
Cómo llegar: Fanlo está en la carretera HU-631, que va de Sarvisé (Broto) a Laspuña (valle del Cinca). Desde Fanlo seguir las marcas rojas y blancas del GR15.
12. Parque Natural Saja Besaya (Cantabria)
La cuenca alta del río Saja conserva algunos de los mejores bosques caducifolios atlánticos de la Cordillera. Densas masas de robles, hayas, abedules, serbales y acebos que por su importancia fueron protegidos bajo la figura del Parque Natural Saja Besaya. Su alto valor ecológico se percibe nada más dejar atrás la localidad de Saja, donde está el Centro de Interpretación del parque, y empezar a subir las cuestas del puerto de Palombera.
Cómo llegar. Por la autopista del Cantábrico A-8 hasta Cabezón de la Sal, donde nace la carretera CA-180 (más tarde, CA-280) que remonta el río Saja hacia el puerto de Palombera.
Fuente: www.elpais.es
El blog de Paco Nadal