Coincidiendo con el centenario de la muerte de Rubén Darío, la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense ha inaugurado recientemente la exposición "Rubén Darío, una historia en fragmentos de papel".Entre otras piezas, se pueden admirar una serie de dibujos inéditos del pintor, artista y humanista, Enrique Ochoa (1891-1978), cedidas temporalmente por la Fundación Pintor Enrique Ochoa.
La muestra incluye una selección de 12 dibujos originales de la serie Imágenes internas, reflejo de su mundo onírico, realizados en plumilla a tinta sobre papel entre los años 1914 y 1917 por Ochoa. Se trata de dibujos inéditos que se exponen por primera vez al público en Madrid, junto a un autorretrato, óleo sobre lienzo, de Ochoa de 1930.
En opinión de José Estévez, presidente de la Fundación Pintor Enrique Ochoa, "el estilo de estos dibujos, dotados de una gran sensualidad, corresponde al modernismo en que militó en esos años desde su primera exposición individual en la capital en 1915. Y su simbolismo alegórico y poético entronca con las ilustraciones que el pintor hizo para Rubén Darío en sus obras completas de veintidós volúmenes, en títulos como "Azul" (1888), Prosas profanas (1896) o "Cantos de vida y esperanza" (1905).Todas ellas, ilustradas por Ochoa, portadas, poemas y ornamentación interior de los libros que se exponen".
Los dibujos están seleccionados de una colección más amplia de 40 piezas propiedad de la Fundación, denominada por el propio autor Imágenes internas, y dividen su temática en dos apartados: una alegoría simbolista de la eternidad y teosofía cósmica propia de la cosmovisión modernista y el relato de la vida bohemia del pintor en su buhardilla de París en esos años.
Rubén Darío encargó a Enrique Ochoa la ilustración de sus obras completas. Retratista excepcional de la burguesía de su época, magnífico dibujante en sus ilustraciones para libros y revistas, ha sido también comparado con los prerrafaelistas, identificado con el surrealismo y relacionado con el arte abstracto o el gestualismo americano. El pintor frecuentaba en Madrid el círculo de José Francés, el gran dramaturgo y crítico modernista, que le introdujo en la capital en el entorno poético de Gómez de la Serna, Emilio Carrere, Lasso de la Vega, Hoyos y Vinent y Correa Calderón. Éste era su círculo íntimo en el Madrid de 1915-1917 como pintor afamado y reconocido por la prensa (La Esfera y Blanco y Negro), abanderado del modernismo y art decó junto con sus amigos, el escultor Juan Cristóbal y el dibujante del diario El Sol Luis Bagaría.