Se acaba de publicar, en la sección de Documentos de Trabajo de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense, el proyecto de exposición titulado La educación femenina durante el siglo XVIII, realizado por Cristina Hernández Casado como memoria de pácticas en el Máster Universitario en Historia de la Monarquía Hispánica del Departamento de Historia Moderna de la Facultad de Geografía e Historia. Como movimiento con una fuerte dimensión social, si la Ilustración pretendía una adaptación de la sociedad de acuerdo a los nuevos ideales, debía empezar a plantearse modificar la raíz de la misma: la identidad de los modelos masculinos y femeninos vigentes, la conducta de ambos y las relaciones entre ellos. Se consideró necesario definir de nuevo estos modelos de masculinidad y feminidad, de manera paralela a los cambios que se iban produciendo a lo largo del siglo [Seguir leyendo].
A lo largo del siglo XVIII, ilustrados e ilustradas elevaron la educación a la categoría de herramienta indispensable a la hora de llevar a cabo las modificaciones deseadas. La instrucción se convirtió el medio definitivo mediante el cual cada individuo pasaba a conocer el lugar que le correspondía dentro de la sociedad, dependiendo de su estatus social, económico y de su sexo. En el caso de la educación que se brindó a las mujeres, si bien reproducía modelos y papeles ya estipulados desde antaño, comienzó a permitir que un sector de ellas pasase a tener más representación en los espacios públicos, propició la creación de mas escuelas para niñas, impulsó la producción de un mayor número de manuales centrados en tratar la instrucción de las mujeres y fue relevante dentro de los planes económicos del Estado. Una educación femenina que, en definitiva, se convirtió en un tema de debate en la época. Debate que englobaba no solo cuestiones meramentes referentes al ámbito educativo, como qué materias eran necesarias enseñar a las niñas, sino también la igualdad de entendimientos entre ambos sexos, el papel que las mujeres debían representar en la sociedad o qué espacios debían ocupar.
La educación de la mujer supone el reflejo de las ideas ilustradas de modernidad, renovación y utilidad y, a su vez, de orden y del deseo de mantener toda una serie de ideas procedentes de siglos anteriores. El concepto ilustrado de modificar pero no romper con lo ya establecido, queda perfectamente demostrado en sus planes para la instrucción de las mujeres en los que, como meta final, se busca crear "ciudadanas virtuosas y aplicadas".
El proyecto de explosición que se plantea utiliza una selección de los fondos de la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla para plasmar esta idea de la educación femenina en el XVIII, comenzando con un recorrido previo durante los siglos XVI y XVII y finalizando con las reminiscencias, así como con los posteriores cambios que se comenzaron a realizar durante la primera mitad del siglo XIX y que se consolidarían a lo largo de esta centuria. Se busca mostrar, a partir de una serie de impresos, cuestiones como la finalidad de esta instrucción de las mujeres en la Ilustración, las materias que se impartían, el tipo de espacios en los que se las enseñaba o las instituciones que participaron en esta educación.