Vocación bibliotecaria y formación histórica son los responsables de este estudio en el campo del libro y las bibliotecas públicas en nuestro país y, por ello, va dirigido especialmente a los profesionales de las bibliotecas y, en general, a todo aquel que tenga interés por la historia de nuestra cultura.
Publicado por las Prensas de la Universidad de Zaragoza, este obra corresponde, mejorada y enriquecida, a la tesis doctoral dirigida por el profesor Jesús A. Martínez Martín y quiere ser una prolongación en el tiempo histórico de la investigación que realizó Ana Martínez Rus para los años de la Segunda República. Cronológicamente, se ha acotado entre 1939 y 1951, en primer lugar, por recaer durante este período la responsabilidad de la política bibliotecaria y del libro en la figura de Ibáñez Martín como ministro de Educación Nacional y, en segundo lugar, porque corresponde totalmente con la vida administrativa de la restablecida Junta de Intercambio y Adquisiciones de Libros y Revistas para Bibliotecas Públicas hasta que es absorbida por el Servicio Nacional de la Lectura en 1952.
Metodológicamente se han seguido los presupuestos de la historia cultural, la sociología, la biblioteconomía, la historia política, la historia económica y la historia comparada. Gran parte del trabajo se ha elaborado a partir de fuentes archivísticas y hemerográficas inéditas, salvo los capítulos dedicados a la política del libro, que constituyen una síntesis de lo ya conocido y estudiado.
Se ha desarrollado en dos partes. La primera comprende un breve recorrido histórico por la política del libro en España desde comienzos del siglo xx hasta la llegada del franquismo, para luego abarcar la que desarrolló el Régimen, entre 1939 y 1952, a través de la censura editorial y la propaganda, el libro escolar y la política cultural exterior. De entre todas las instituciones implicadas en la gestión y ejecución de la política del libro, destacó el Instituto Nacional del Libro Español (INLE); por ello se le dedica todo un capítulo para conocer su organización y sus actuaciones, especialmente sus mayores logros, como fueron la convocatoria de la Asamblea Nacional del Libro de 1944, la Ley de Protección del Libro de diciembre de 1946 y la reanudación de la Feria del Libro a partir de 1944.
Junto a la política oficial del libro que desarrolló el franquismo, se examina también la menos conocida política del libro que practicaron, por un lado, la Falange y sus diferentes organizaciones (la Organización Juvenil, la Sección Femenina y la Obra Sindical de Educación y Descanso) y, por otro, la Acción Católica de España.
A continuación se analiza cómo afectó la política económica autárquica e intervencionista al libro en su dimensión económica a través de medidas como el racionamiento del papel y su sistema de cupos, el control de los cambios, la concesión de licencias para exportar o la reforma tributaria que gravó los factores productivos para, después, pasar revista a los distintos sectores económicos que tercian en la producción del libro: la industria del papel, las industrias gráficas, la industria editorial y las librerías, todo ello con el objeto de conocer la problemática específica de cada sector, sus reivindicaciones ante el Estado y sus conflictos de intereses.
Toda la segunda parte de la investigación se centra en conocer la realidad de las bibliotecas públicas en España entre 1939 y 1951, aunque previamente se ha incluido una panorámica de los regímenes totalitarios europeos contemporáneos -Italia, Alemania y Portugal- para conocer tanto los aspectos comunes como no tan comunes de aquellos respecto a la política bibliotecaria. A continuación se aborda el marco jurídico, el concepto y atribuciones que se asignaron a las bibliotecas públicas durante el franquismo, su tipología y origen y, en la medida que lo han permitido las fuentes consultadas, saber qué documentos albergaron y qué criterios de selección se utilizaron en su adquisición, qué servicios ofrecieron, en qué edificios se instalaron, qué personal las gestionaron, con qué financiación contaron, qué técnicas bibliotecarias se utilizaron y qué índice de uso tuvieron, además de saber quiénes leían y qué leyeron. Al final, se plantea qué hubo de continuidad y ruptura con la anterior política bibliotecaria y si la biblioteca pública fue realmente un medio de adoctrinamiento del Régimen. Especialmente, en esta segunda parte, se ha querido dar visibilidad a la encomiable labor de bibliotecarias/os como Aurora Díaz Plaja en Barcelona, María Brey en Huelva, Lidia Sarthou en Xátiva, Juan Soca en la localidad cordobesa de Cabra, J. A. Pérez Rioja en el Centro Coordinador de Soria o Antonio Palma Chaguaceda en el de Huelva.
Entre las fuentes documentales utilizadas se incluye el Fondo Lasso de la Vega que alberga la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid