Madame d'Aulnoy (165?-1705), hoy olvidada por el gran público, fue una narradora de cuentos que fueron muy apreciados en su época y que alcanzaron más éxito, incluso, que los de Charles Perrault. De entrada, sus cuentos se reimprimieron más veces que los del afamado escritor. Entre las colecciones patrimoniales de la Biblioteca Histórica hemos encontrado algunos ejemplares de esta baronesa, con una vida digna de una heroína de novela.

Madame d'Aulnoy nació en Barneville-la-Bertran en 1650 o 1651 y murió en Paris el 14 de enero de 1704. Procedente de la pequeña nobleza normanda, su madre la obliga a casarse a la edad de 15 o 16 años con François de La Motte, Barón d'Aulnoy en Brie, que le triplicaba la edad. Tras sufrir reiterativos maltratos de su esposo libertino y violento, incluso durante sus embarazos, decide acusarlo de propósito de subversión. Pero el barón d'Aulnoy fue exculpado y su esposa encarcelada, recluida primero en la Conciergerie (Prisión del Estado) y más tarde en un convento, antes de ser finalmente liberada gracias a la intervención de un miembro de su familia materna.

Tras su separación, se aventura a recorrer diferentes países de Europa (Flandes, Inglaterra y España). De este último viaje surgió un libro titulado La cour et la ville de Madrid vers la fin du XVIIe siècle : Relation du Voyage d'Espagne [FA 13220], del que la Biblioteca Histórica conserva un ejemplar de una edición revisada, publicada en 1874.

Siguiendo los pasos de su tía abuela, Marie Bruneau des Loges (1585-1641), abrió un salón literario en París alrededor de 1690. Su salón era frecuentado por otras narradoras de la época, como Henriette-Julie de Castelnau, Condesa de Murat (1672-1716) y Marie-Jeanne L'Héritier de Villandon (1664-1734) sobrina de Charles Perrault. Madame d'Aulnoy pertenece al mundo de "Las preciosas ridículas" del que Molière se burló.

Madame d'Aulnoy creó el primer cuento de hadas francés, que tituló, a posteriori, "La isla de la felicidad", lugar donde vivió la princesa de la que se enamoró el héroe Adolfo. Este cuento está insertado en una novela Historia de Hipólito, Conde de Duglas [BH FLL 36753].

En 1697 Madame d'Aulnoy alcanzó un gran éxito con Les Contes des fées, seguidos de Contes nouveaux ou Les Fées à la mode, aparecidos entre 1697 y 1698, un lapsus de tiempo muy corto con el fin de aprovechar el éxito y no ser superada por sus competidores. Esto significa que posiblemente tenía una gran facilidad para la escritura. E igualmente es probable que presentara sus cuentos en su salón literario, antes de publicarlos.

Madame d'Aulnoy publicó sus cuentos de forma anónima. Ellos estaban firmados: "Madame d'****". Publicar anónimamente era muy corriente, pues no hubiera sido conveniente para una mujer de mundo noble y erudita hacerlo con su nombre. Por otra parte, el oficio de escritor estaba considerado como una profesión de hombre. Sin embargo, nadie dudaba del anonimato de Madame d'Aulnoy; además, los cuentos de hadas eran un nuevo género moderno y por lo tanto sujeto a polémicas. Sus cuentos se anunciaban en el Mercure galant, revista francesa fundada en 1672, donde aparecían tanto noticias como poemas e historietas. Se convierton además en objeto de bibliofilia.

Los cuentos de nuestra autora fueron escritos con el fin de satisfacer a un público adulto y femenino; gran parte de ellos proceden del folklore y fueron transformados con el fin de adaptarlos a la sociedad galante del s. XVIII. Los cuentos de hadas, divertimento mundano, permitían encontrar una escapatoria al ambiente austero que imperaba en los últimos años del reinado de Luis XIV. Pero sin embargo, no todo era divertimento ya que los cuentos de hadas tenían matices subversivos: divierten porque era un juego destinada a un público erudito y a la vez dejan entrever lo que se esconde detrás de las apariencias; referencias desde la mitología al simbolismo, pero también ataques contra un monarca absoluto.

Bibliografía:

Kabac, Nelly. Les contes de fées de Madame d'Aulnoy : la recette d'un succès littéraire et éditorial. Interfaces,  Bibliothêque Diderot de Lyon, 2018.