Se acaba de publicar, en la sección de Documentos de Trabajo de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense, el proyecto de exposición titulado "Los desastres naturales a lo largo de la Edad Moderna", realizado por Jaime Peregrín Pizarro como memoria de prácticas en el Máster Universitario en Historia de la Monarquía Hispánica del Departamento de Historia Moderna de la Facultad de Geografía e Historia.
Desde el origen de los tiempos, el ser humano se ha visto tanto sorprendido como a la vez abrumado por los fenómenos que sucedían a su alrededor. La curiosidad, la investigación y, finalmente, la razón, han movido al hombre desde que éste es hombre.
Las fuerzas de la naturaleza han acompañado al sapiens sapiens desde que este bajó del árbol y se dispuso bípedo a conquistar los confines de su universo. Una tormenta eléctrica hizo que el hombre comenzase a comprender lo que era el fuego, y lo supo aplicar a su vida cotidiana. Milenios más tarde, las primeras civilizaciones se asentaron en las orillas de caudalosos ríos de Oriente Medio y del Nilo, gozando éste último de la dispensa natural de sus crecidas estacionales.
Podemos observar cómo la naturaleza y los desastres naturales han marcado el ritmo de todas y cada una de las civilizaciones a lo largo de los tiempos. Para bien o para mal. Ejemplo claro será la desaparición de los asentamientos micénicos en Akrotiri, tras la explosión de su gran volcán, o la extinción de la vida en Pompeya, petrificada en el siglo I d. C bajo litros y litros de ceniza volcánica tras la erupción del Vesubio. Dicha erupción será uno de los primeros desastres naturales que sacudieron las mentes de sus contemporáneos, tratando de indagar en su origen y sus causas. También trataron de comprender por qué, al tiempo que un monte escupe ingentes cantidades de material viscoso e incandescente, los suelos de sus alrededores se resquebrajan y colapsa cualquier edificación de su entorno.
Uno de los eventos geológicos que más interés ha suscitado ha sido el terremoto del 1 de noviembre de 1755, el conocido como terremoto de Lisboa. El que posiblemente haya sido uno de los mayores terremotos de la historia jamás registrados -con una intensidad aproximada entre los 8.5 y 9 y una duración de unos 8 minutos- sacudió los cimientos de la ciudad de Lisboa en el día de Todos los Santos. La destrucción, prácticamente total de la capital del Tajo, así como el fallecimiento de más de la mitad de su población y la repercusión que tuvo más allá de las fronteras de Portugal, produjo un sismo moral de iguales magnitudes. La destrucción de Lisboa en un día tan señalado para la fe cristiana suscitó que científicos y personas de a pie se cuestionasen cómo era posible que Dios, el supuesto responsable de todo lo acontecido en la Tierra, fuese capaz de permitir tal desastre en el preciso momento de la misa de Todos los Santos.
Sin duda alguna, el terremoto de Lisboa supuso un cambio de mentalidad. Dios dejó paso a una progresiva explicación científica de los temblores de tierra y de otros muchos otros desastres naturales, a pesar de que, aun muchos, se resistan a creer en una fuerza distinta a la divina.
En este proyecto de exposición se pretende crear un recorrido a lo largo de toda la Edad Moderna y el siglo XIX a través de los documentos de la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla. En ellos podremos observar cómo se recogían estas catástrofes naturales en los libros, atlas o relatos de viaje de la época. La referencia de estudio será este gran terremoto de 1755, aunque repasaremos otros temblores, erupciones volcánicas y riadas en el ámbito de la Monarquía Hispánica durante la Edad Moderna.