Se acaba de publicar la Memoria de la Biblioteca Histórica 2019, en la que se reflejan los datos estadísticos y cualitativos del trabajo desarrollado durante el año pasado. Destacan las casi 23.000 visitas presenciales (2.901 investigadores, 53 alumnos en prácticas, 7 exposiciones con 14.145 visitantes, 76 actos culturales con 4.234 asistente, 79 visitas guiadas con 1.554 visitantes), 132.000 accesos en la web, 4.000 amigos en Facebook, millones de descargas de páginas de libros digitalizados, 350.000 libros y documentos en los catálogos (186.702 en el catálogo Cisne, de ellos 3.556 nuevos registros de ejemplar en 2019; y 162.946 documentos de archivos personales y colecciones especiales en inventarios terminados o en proceso), miles de acciones de conservación y restauración (50 intervenciones, 585 protecciones individuales, 14.150 documentos reinstalados), etc.

Pero detrás de cada uno de esos datos numéricos hay una historia, y es esa historia la que invitamos a adivinar a los amigos de la Biblioteca Histórica. Como la emoción del Instituto de Cultura Polaca y el profesor Grzegorz Bak cuando entregaron el archivo personal de la querida Gabriela Makowiecka para su ordenación y custodia; los nervios de algunos de los alumnos en su primer día de prácticas, y la satisfacción del último día, cuando salían con trabajos que nunca pensaron que harían, a veces publicados como documentos científicos; la alegría de los equipos que montaron las exposiciones en los días de inauguración al recibir la enhorabuena de los invitados; el asombro y admiración de algunos visitantes al conocer el Paraninfo o los Tesoros de la Biblioteca Histórica; las largas horas, día tras día, mes tras mes, de muchos investigadores en silencio en la sala de lectura mientras preparan tesis, TFG, TFM, catálogos, artículos o ponencias que presentarán a congresos; el orgullo colectivo que sintieron todos los colaboradores en el Catálogo de manuscritos medievales la tarde que se presentó a la comunidad científica.

Detrás de cada número estadístico hay un logro alcanzado en la batalla de "la lucha contra las fuerzas del olvido" que, en palabras de Umberto Eco, es la verdadera misión de las bibliotecas y los bibliotecarios encargados de conservar y difundir los libros antiguos. Así fue el camino en el año 2019.