En el siglo XVII, el útero se consideraba un órgano problemático e impredecible. Se creía que las mujeres padecían dolencias que incluían "asfixia" o "estrangulamiento", cuando el útero supuestamente se alejaba de su lugar natural. El útero podría comprimir los órganos vecinos o liberar vapores nocivos que podrían causar dificultad para respirar y muchas otras complicaciones. Para apaciguar el útero salvaje, generalmente se prescribía el matrimonio, pero un remedio preferido a corto plazo era la fumigación.

Como una segunda nariz, se consideraba que el útero se sentía atraído por los perfumes agradables y rechazado por el hedor. Por lo tanto, se podría convencer a un útero para que regrese a su "lugar legítimo" al colocar ingredientes fragantes debajo de él. A las mujeres se les recomendó oler simultáneamente sustancias rancias para perseguir el útero hacia abajo.

El interés en la fumigación puede haber aumentado en popularidad a medida que los comerciantes europeos que regresaban de tierras lejanas importaban mayores cantidades de ingredientes fragantes para almacenar boticarios. Estas sustancias deleitaban la nariz y, a su vez, aumentaban el deseo de fumigación, ya que su exotismo generaba un gran potencial terapéutico.

Aunque la fumigación del útero se ha practicado desde al menos el año 2000 a. C., las ilustraciones impresas que se muestran aquí evidencian algunos de los primeros casos en que el remedio se representó visualmente para un amplio público.

Esta exposición fue comisariada por Lizzie Marx, estudiante de doctorado y ganadora del premio Curatorial de Historia del Arte / Biblioteca Universitaria de Cambriidge 2018. 

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Remedio maloliente: fumigación del útero ilustrada en una impresión del siglo XVII