De la riquísima mina que es el fondo de la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla no deja de manar maravillosa plata libresca. En esta ocasión nos hemos encontrado ante un excepcional ejemplar de La estrella de Lima convertida en Sol sobre sus tres coronas, obra publicada en Amberes en 1688 por Francisco Echave y Assu, corregidor del Cercado de Lima, y que hace relación de las fastuosas fiestas que en honor a la beatificación del padre Toribio de Mogrovejo -segundo arzobispo que tuvo la ciudad- se llevaron a cabo en la capital del virreinato peruano.
A pocos años de la canonización de Rosa de Lima, que se había convertido en la patrona del Nuevo Mundo y en la representante de la santidad del clero regular americano -y en especial de la orden de los dominicos, a la que perteneció y que era la de mayor presencia en el Perú junto con la de los jesuitas-, el nuevo beato se incorporó al panteón de santidad del virreinato como el símbolo del clero secular. Ambos fueron objeto de multitud de obras diversas, muchas de ellas con claros fines conmemorativos de lo que se consideraba un logro de las reivindicaciones de la Iglesia americana por equipararse al resto de la ecúmene católica, y con ello, a sus gentes con las de la vieja Europa.
Fue por lo tanto necesario, para demostrar esa igualdad sacra de los dos mundos, defender a los naturales americanos y sus logros de los mitos discriminatorios que los señalaban como vagos, maleducados y relajados en la fe. Y pocos argumentos eran más efectivos en los tiempos del Barroco como demostración de la grandeza y validez de un pueblo que la fisionomía de sus ciudades. El burgo, desde al menos la Baja Edad Media, se había ido convirtiendo en el símbolo de la civilización, la civitas. Cuando se quería promocionar a un Estado, se parangonaba sus logros arquitectónicos, entre otros, la monumentalidad de sus edificios, la belleza de sus jardínes o la riqueza de sus ornamentos, razón por la que en el siglo XVII se popularizaron las guías para viajeros y las relaciones, en las que el autor iba describiendo todo lo anteriormente mencionado.
Sabiendo esto, no resulta extraño que en una obra como la que hoy les presentamos, en la que en apariencia se habla de las fiestas en honor a un beato, de repente nos encontremos -como muestra de la magnificencia de la ciudad que las acogió- con un capítulo dedicado a exaltar las grandezas de Lima. Pero no bastó a Francisco Echave y Assu con describirla con la palabra, sino que además incorporó el espectacular grabado de la ciudad que puede apreciarse en la imagen, firmado por Joseph Mulder. Acompañándolo, un aparato iconográfico exquisito de símbolos regios y sacros representativos de Lima, todo un despliegue de efectismo barroco en un intento por engrandecer a una ciudad que ya por entonces, en las postrimerías del siglo XVII, comenzaba a perder su relevancia en favor de Buenos Aires.
Bibliografía
- Adrien, K. J., Crisis y decadencia. El virreinato del Perú en el siglo XVII, Lima, IEP, 2011.
- Benito Rodríguez, J. A., "La Catedral de Lima y Santo Toribio", en Campos F. J., El mundo de las Catedrales (España e Hispanoamérica), San Lorenzo del Escorial, Instituto Escurialense, 2019, pp. 695-722.
- López Salas, J. L., "La utopía y la ciudad", Magister, núm. 13 (1995), pp. 55-93.