Alberto Durero, considerado un genio universal en vida, nos sigue fascinando. A través de sus grabados, contribuyó a dar forma al Renacimiento europeo situándose en el centro de los intercambios artísticos. Este inmenso artista, demasiado poco expuesto en Francia, recibe un homenaje excepcional en Chantilly, ¡con más de 200 obras! Por primera vez, dos grandes colecciones de obras de Durero en Francia, la del Museo Condé de Chantilly y la de la Biblioteca Nacional de Francia, se unen para poner de relieve el deslumbrante arte gráfico del maestro alemán, situado en el centro de su propia práctica artística y de las convulsiones de su época.

El Renacimiento europeo de Alberto Durero

Alberto Durero (1471-1528) nació en el vibrante centro artístico de Núremberg y fue hijo de una Europa en plena efervescencia. Sus inicios con Michael Wolgemut, sus viajes de formación tras las huellas de Schongauer, sus encuentros con príncipes y humanistas, sus repetidas estancias en Italia y los Países Bajos: cada etapa de su carrera fue una oportunidad para descubrir y asimilar la obra de sus contemporáneos, para integrar y superar las innovaciones técnicas y formales, y para dejar una huella duradera en su tiempo.

En el corazón de la creación de Alberto Durero: la revolución del grabado

Durero fue uno de los primeros artistas en poner el grabado al nivel de las demás artes. Se presenta un panorama casi completo de su obra: se comparan muchas de sus series (El Apocalipsis, La vida de la Virgen y La Gran Pasión sobre madera), mientras que junto a las obras maestras universales (Melancolía o San Jerónimo en su celda) aparecen composiciones menos conocidas y, sobre todo, las creaciones de grabadores alemanes, italianos y flamencos contemporáneos que influyeron en el arte de Durero, se inspiraron en él o trataron de emularlo. La exposición de Chantilly nos permite considerar bajo una nueva luz el lugar central del inmenso dibujante y grabador que fue Alberto Durero.

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