Esta Addenda viene a completar el Catálogo de manuscritos medievales de la Biblioteca Histórica «Marqués de Valdecilla» (Universidad Complutense de Madrid) editado en 2019. Se describen ahora de manera sistemática los manuscritos medievales de la Biblioteca Histórica (posteriores al BH MSS 161), es decir, los datados desde el siglo XIII al XVI de diferentes procedencias que no se incluyeron en el mencionado catálogo por no proceder de la colección fundacional ildefonsina recogida por José de Villaamil y Castro.
Desde el punto de vista de su contenido son piezas que preservan importantes repertorios o documentos jurídicos y canónicos que constituyen fuentes de primer nivel para la historia cultural. Aunque es menor el aporte de los textos clásicos (Salustio y Esopo), su presencia en la Biblioteca Histórica nos informa de su recepción en la Península en fechas bastante tempranas. El corpus no ha sido adecuadamente estudiado y catalogado hasta la fecha y, por su antigüedad y variedad temática, merece ser puesto a disposición del público y los investigadores, como parte importante del rico patrimonio bibliográfico español.
Aquel Catálogo de manuscritos medievales de la Biblioteca Histórica «Marqués de Valdecilla» estaba consagrado en exclusiva al conjunto de 150 volúmenes de los siglos ix al xvi considerado el núcleo fundacional de la Universidad y conocido como fondo cisneriano, por ser el Cardenal Cisneros el responsable de su adquisición para el primitivo Colegio Mayor de San Ildefonso de la antigua Universidad de Alcalá en la transición de los siglos xv al xvi. Hay que señalar que, aunque nos referimos a ellos como manuscritos medievales, algunos fueron copiados en el xvi con características renacentistas. A lo largo de los casi cinco siglos de historia de la Biblioteca Complutense dicho conjunto se ha tratado siempre como un único fondo librario y es por ello que en el Catálogo del 2019 se tomó la decisión de excluir los manuscritos de otras procedencias y consignar solo aquellos manuscritos con los que la Universidad comenzó su andadura académica e investigadora.
En la introducción a dicho Catálogo se señalaba la existencia de más manuscritos de estas características, medievales y renacentistas, que por tener otras procedencias serían catalogados más adelante. Y, afortunadamente, gracias a la iniciativa, dirección y magnífico trabajo de las profesoras Helena Carvajal y Arantxa Domingo, y con la colaboración de los especialistas Nuria Torres Santo Domingo y Javier del Barco, hoy tenemos la satisfacción de ofrecer a los investigadores la Addenda al Catálogo de manuscritos medievales de la Biblioteca Histórica «Marqués de Valdecilla», con las mismas características metodológicas.
Este nuevo catálogo está dedicado a la descripción codicológica de diecisiete manuscritos: uno hebreo, dos árabes, diez latinos y cuatro castellanos, fechados en su mayoría en el siglo xv, aunque tres son anteriores, dos pertenecen al siglo xiii y uno, probablemente, al xiv. Conforman un variado conjunto -aunque muy representativo-, tanto de los diferentes orígenes y procedencias de las colecciones complutenses, como de la enorme variedad material que puede presentar el códice tanto en lo que se refiere a su lengua o tamaño como a su riqueza y conservación, por citar algunos de los aspectos. Así elaborados y voluminosos códices conviven con otros de menor entidad, manuscritos ricamente decorados alternan con otros mucho más austeros, ejemplares mutilados y dañados en la Guerra Civil coexisten con otros con mejor fortuna y estado de conservación.
Pero más allá de esta riqueza material, propia de cualquier conjunto reunido de una manera tan prolongada en el tiempo, hay que destacar, sus variadas procedencias, que, como no podía ser de otro modo, nos devuelven algunos retazos de la historia de nuestras colecciones. Las grandes instituciones antecesoras que contribuyeron con importantes colecciones al actual acervo bibliográfico complutense están bien representadas en los tres códices del siglo xv que tienen procedencia jesuítica: la Biblia Hebrea [BH MSS 617] y los dos códices litúrgicos latinos: Officia Sanctorum [BH MSS 512] y Officium Horae Canonicae. Officium defunctorum [BH MSS 513]. Dado que la mayor parte de los manuscritos de las bibliotecas jesuíticas, reunidas en los Reales Estudios de San Isidro tras la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767, fueron a parar a la actual Real Academia de la Historia, tras su paso por la efímera y fallida Biblioteca de Cortes creada por el empeño de Bartolomé José Gallardo, no deja de ser extraordinario que estos tres valiosos manuscritos (junto a otros posteriores) permanecieran junto al resto de las colecciones de impresos que reunieron los jesuitas en los diferentes establecimientos que tuvieron en Madrid desde finales del siglo xvi y que terminaron formando parte de las colecciones complutenses. Entre ellos destacan, por su riqueza, los reunidos en la Casa Profesa, que albergaba la Biblia Hebrea y, sobre todo, los custodiados en el Colegio Imperial, de donde proceden los dos textos litúrgicos. Estos valiosos códices compartieron destino durante la Guerra Civil con sus compañeros cisnerianos y la Biblia Hebrea también sufrió graves pérdidas y mutilaciones. Hasta en este desgraciado aspecto esta colección de códices refleja también la historia y avatares de la Biblioteca Complutense.
Tenemos que esperar casi a finales del siglo xix para la incorporación de nuevos códices a las colecciones bibliográficas complutenses. En algunos casos estos nuevos aportes estuvieron favorecidos por el florecimiento que vivieron los estudios bibliográficos, campo de actividad en el que descolló Rafael de Ureña y Smenjaud (1852-1930), que ocupó la primera cátedra dedicada en España a esta disciplina, la cátedra de Historia de la Literatura Jurídica. Su labor docente e investigadora le llevó a promover importantes colecciones bibliográficas, tanto de carácter institucional como personal. Entre las primeras destaca el Museo-Laboratorio de la Facultad de Derecho de la Universidad Central, en la que aparatos y colecciones fotográficas convivieron con una riquísima biblioteca jurídica. Dos códices con el sello del Museo-Laboratorio, uno del siglo xiii y otro del siglo xv, avalan el genuino interés bibliográfico de Rafael Ureña. Se trata, respectivamente, de un ordenamiento real redactado en la lengua de Castilla, Libro del fuero que dio el Rey don Alfonso a la uilla de Sant fagunt [BH MSS 345], y un tratado de procedimiento notarial, Liber totius artis notariae qui vulgariter dicitur dademecum [sic] [BH MSS 262].
En otros códices las procedencias institucionales dejan paso a las personales y, en estas últimas, los bibliófilos adquieren un papel protagonista, algo que no debe extrañarnos ya que su coleccionismo en el siglo xix y xx estaba al alcance de una minoría culta y erudita, en la que los bibliófilos destacan por derecho propio. El primero en esta nómina es Juan EugenioHartzenbusch (1806-1880) célebre poeta y erudito que ocupó importantes cargos relacionados con las letras y la cultura. Su amor por los libros le llevó a promover, junto con otros, la Sociedad de Bibliófilos Españoles, de la que llegó a ser su presidente. Su viuda donó en 1898 una parte de su biblioteca personal a la Facultad de Filosofía y Letras, un conjunto compuesto por 200 volúmenes y 135 folletos, identificados con la anotación manuscrita «J.E. Hartzenbusch» y en los que consta la dedicatoria de su hijo, Eugenio Hartzenbusch e Hiriart, bibliotecario en la Biblioteca Nacional de España. Con este legado ingresó un manuscrito litúrgico del siglo xv con notación musical, Rituale Benedictinum, [BH MSS 518] que fue un regalo del pintor Genaro Villaamil al ilustre erudito.
El segundo bibliófilo que ha contribuido con nuevos códices a nuestro acervo es Francisco Guerra, uno de los mejores representantes del coleccionismo librario español de la segunda mitad del siglo xx. En este fondo descuella una preciosa Biblia latina con prólogo e interpretaciones de nombres hebreos, de mediados del siglo xiii y de probable origen boloñés [BH FG 3799]. Ricamente decorada, es una de las obras más notables de su colección. También en esta centuria ingresó, junto con otros manuscritos árabes, un fragmento de un Corán [BH MSS 1098] de principios del siglo xiv. La procedencia del resto de manuscritos es difícil de determinar, ya que no presentan marcas de propiedad anteriores a su incorporación, algo que ocurre con muchos ejemplares de nuestro fondo.
Es un orgullo subrayar que esta Addenda al Catálogo de manuscritos medievales de la Biblioteca Histórica «Marqués de Valdecilla», al igual que la obra que le precedió, se han constituido, por derecho propio, en verdaderos hitos que formarán parte de la historia de las colecciones complutenses. Ambos marcan el camino a seguir en la descripción de otros conjuntos de manuscritos, que están esperando a salir a la luz a través de rigurosos estudios que faciliten la difusión y puesta a disposición de toda la comunidad investigadora, dando cumplimiento así a uno de nuestros principales cometidos en la protección del patrimonio bibliográfico complutense.