Durante el siglo XVIII las crónicas de viajeros europeos a Egipto se multiplican contribuyendo al conocimiento de su cultura y preparando el nacimiento de la Egiptología que culminará con la expedición napoleónica en 1798. Varios son los nombres cuyos trabajos, a través de sus libros, permanecen vivos en la Biblioteca Histórica y, entre ellos, hoy queremos recordar a Benoit de Maillet, el jesuita Claude Sicard, Claude Etienne Savary, el conde Volney o James Bruce. [Seguir leyendo]
Benoit de Maillet fue cónsul general de Francia en Egipto durante el reinado de Luis XIV y envió numerosas antigüedades a Europa, tanto al propio rey como a otros interesados como el conde de Caylus. En 1735 Jean Baptista Le Mascrier publicó una obra, basándose en la memorias de Maillet, que forma parte de la bibliográfica esencial de los estudios egiptológicos y que incluye información sobre la geografía de Egipto, religión, monumentos, pirámides, momias, costumbres, flora y fauna titulada Description de l'Egypte (Paris, Chez Louis Genneau, à S. Pierre aux Liens : et Jacques Rollin, fils, à Saint Athanase, 1735, BH FG 2864). El ejemplar de la BH se puede consultar a texto completo.
Paralelamente, y trabajando directamente en Egipto encontramos a un jesuita, el padre Claude Sicard (1675-1726). Con una sólida formación en estudios clásicos, en 1707 es enviado por la Compañía a Levante instalándose primero en Trípoli (Líbano) y luego en Alepo, dedicándose además de a las labores propias de su misión, al estudio de la zona y de la lengua árabe. En 1713 fue enviado como superior a El Cairo donde permaneció hasta su muerte. Allí inicia sus actividades como egiptólogo inaugurando, con sus exploraciones, el estudio verdaderamente científico de Egipto. Hizo descripciones exactas de los sitios, monumentos e inscripciones y recorrió extensamente el país, sistematizando mapas y ubicando ciudades. Sus estudios fueron muy pronto valorados en Europa e, incluso, recibió para sus actividades subsidios de la corte de Francia. La mayoría de sus escritos fueron publicados por la Compañía de Jesús en diferentes obras, destacando la serie de Nouveaux memoires des missions de la Compagnie de Jesus, dans le Levant, en varios de cuyos tomos aparecen sus investigaciones. En el tomo II (BH FLL 18630), por ejemplo, publicado en el año 1717 se incluye, entre otros grabados con motivos egipcios, el "Essay d'une carte d'Egypte faite au Cayre en 1715", famoso mapa que fue de gran utilidad durante muchos años y en el que situa no solo Menfis o Tebas sino los otros grandes templos del antiguo Egipto como Elefantina, Edfu, Kom Ombo, Esna. La traducción al español de una parte de las cartas de Sicard y algunas de las ilustraciones dibujadas por él fueron publicadas en la Cartas edificantes y curiosas (Texto completo digital del Tomo 2: Madrid, viuda de Manuel Fernández, 1753, BH DER 12301; y del Tomo 6: Madrid, viuda de Manuel Fernández, 1754, BH DER 12305).
El siguiente hito en este recorrido nos lleva a interesarnos por la vida y la obra de Claude Etienne Savary (1750-1788), viajero y orientalista francés, que recorrió Egipto durante tres años visitando sus ciudades más notables y estudiando sus costumbres y monumentos. Residió, fundamentalmente, en El Cairo pero visitó Alexandría, Rosetta, Damietta y otros lugares del delta del Nilo dedicándose también al estudio de la lengua árabe y a la traducción del Corán, obra que consiguió publicar en 1783. El relato de su estancia en tierras egipcias, Lettres sur L'Egypte, publicado en 1785-86, se inspiró sobre todo en los ya conocidos de Maillet y de Sicard, aunque por el encanto de su estilo su famosa obra sedujo a la sociedad francesa de la época que podía acceder, a través de sus descripciones al interior de las propias pirámides. La BHI posee un ejemplar de la segunda edición francesa impresa en París, por Onfroi en 1786 (BH DER 16540-16542) que incorpora mapas de Egipto y un plano interior de la gran pirámide copiado, prácticamente, del aportado por Maillet.
Fig. 2. Jean Baptista Le Mascrier, Description de l'Egypte, 1735
Para terminar con el apartado de los eruditos viajeros, no podemos olvidar a Constantin François de Chassebeuf, que más adelante cambió su nombre por el de Volney, nacido en Croan en 1757. Tras realizar estudios clásicos en Angers se instala en París donde perfecciona sus conocimientos de lingüística y de historia y se relaciona con los enciclopedistas. En 1781 heredó una fuerte suma de dinero que decidió emplear en viajar. Decidió ir a Oriente, Siria y Egipto, tanto por razones filosóficas como para realizar observaciones políticas y morales. Se preparó concienzudamente con fuertes ejercicios físicos como el manejo de lanza y montura de caballo y, sobre todo, estudió árabe para lo cual se encerró ocho meses en el monasterio de Mar Hanna en el Líbano. Durante tres años (1783-1785) recorrió estas tierras que describe desde un punto de vista objetivo y sin resaltar sus impresiones personales pues para él los libros de viajes tienen más afinidad con la historia que con la novela. Su obra, Voyage en Syrie et en Egypt pendant les années 1783, 1784 & 1785, se publicó en 1787 consiguiendo ser muy estimada por los intelectuales franceses de la nueva escuela positiva por la amplitud de miras, la audacia de sus observaciones, la osadía de su crítica y la elegante precisión de su estilo. En ella percibimos como "estos monumentos sepultados en la arena siguen allí, en depósito, para la generación venidera". La edición que posee la BHI, publicada dos años después que la primera edición (Paris, Volland, 1789, BH FLL 34948-34949), incluye dos mapas de Siria y Egipto así como dos bellos grabaditos de las ruinas de Baalbeck, en el valle de la Bekaa (actualmente Líbano) y Palmira (Siria). Como anécdota, se dice que fue el único libro que Bonaparte llevó a Egipto en su campaña. Tras este viaje Volney regresó a Francia y a sus labores intelectuales y políticas, hizo un viaje a América y participó activamente en los tiempos revolucionarios que le tocó vivir. Muy famosa es también su obra Las ruinas de Palmira, meditación filosófico-política sobre la evolución y caída de los imperios que tuvo mucho éxito y fue traducida a diversos idiomas.
Otro concepto del viaje, menos erudito pero más aventurero y explorador tuvo James Bruce (1730-1794) uno de los viajeros británicos más conocidos del siglo XVIII. Se hizo famoso en todo el mundo por sus exploraciones africanas en Egipto, Nubia y Etiopía. Fue objeto de una gran polémica por presentarse como el primer europeo que vio las fuentes del Nilo y muchos estudiosos defendieron la figura del jesuita español Pedro Páez como primer europeo de los tiempos modernos en descubrir el origen del Nilo Azul.
Fig. 3. James Bruce, Travels to discover the source of the Nile, 1790
No obstante, este debate no empaña la figura de James Bruce, uno de los exploradores más importantes y difundidos del siglo XVIII. En un viaje que hizo a España entre los años 1757 y 1758, con el fin de curarse de la melancolía en la que se había sumido tras la muerte de su joven esposa, se comienza a interesar por la cultura árabe y el norte de Africa, interés que creció de forma imparable cuando fue nombrado cónsul en Argel de la corona británica. Poco después, se le encomienda la aventura de recorrer y explorar el Nilo. El periplo africano le llevó casi seis años de su vida, desde 1768 a 1773, y no fue hasta 1790 cuando dio a la imprenta sus relatos. Sus cualidades literarias, el interés de las tierras visitadas, el ritmo y exotismo de sus aventuras, y su perfil de arabista, científico y esforzado viajero convirtieron su vida en una leyenda y su obra en una auténtico bestseller. La primera edición de su obra, Travels to discover the source of the Nile, in the years 1768, 1769, 1770, 1771, 1772 and 1773 fue publicada en Edinburgh por J. Ruthven, en 1790 (BH FG 2858-2860) y (BH FG 2862, disponible la digitalización a texto completo) Es una magnífica edición en cuarto mayor, en cinco volúmenes y con más de cincuenta grabados de plantas, animales, jeroglíficos, dialectos etíopes y objetos diversos, basados en dibujos del propio Bruce y del artista italiano Luigi Balugani (1737-1771) quien le acompañó en su expedición hasta las fuentes del Nilo, muriendo poco después, en Gondar, de disentería. La obra tuvo tan excelente acogida que pronto aparecieron multitud de ediciones en diversos países e idiomas. La BHI posee, además, una edición francesa, impresa en Londres en 1790-92 (BH FLL 35063 y ss.), consultable a texto completo.