No es fácil trazar los perfiles personales de una persona, su carácter, su talante, sin haberla conocido personalmente. Todas las señales son indirectas, son deducciones obtenidas a partir de la interpretación de hechos o de opiniones de otras personas, que tal vez tampoco la conocieron. Algunos aspectos biográficos de Émilie du Châtelet se pueden encontrar en muchos libros que tratan sobre historia de mujeres científicas y sobre historia de mujeres en general. En todos ellos se coincide en señalarla como amante de Voltaire, autora de las "Institutions de Physique" y traductora de los "Philosophiae Naturalis Principia Mathematica" de Newton. Científica, traductora y filósofa, fue una mujer excepcional en el Siglo de las Luces. Está considerada en la historia de Francia como la primera mujer científica. [Seguir leyendo]
El nombre completo de Émilie du Châtelet fue Gabrielle Émilie Le Tonnelier de Breteuil, Marquise du Châtelet. El apellido Châtelet, con el que ha pasado a la historia, lo adquirió al casarse en 1725 con Florent-Claude, marqués de Châtelet y conde de Lomont. De su matrimonio nacieron tres hijos entre 1726 y 1733, pero las relaciones entre la pareja se hicieron con el tiempo más distantes y formales y Émilie no encontró demasiados obstáculos para unirse sentimentalmente a otros hombres.
En la biografía de Émilie du Châtelet, que Adela Salvador y María Molero escribieron en castellano, lo primero que encontramos es que contrariamente a las costumbres de la época, Émilie pasó su juventud bajo el techo paterno, sin apenas estar internada en un convento (sólo algunos meses en Lorrena), teniendo el inmenso privilegio de ser educada por los suyos y además de una forma notable, digna de una princesa. Se puede pensar que esa educación y ese cariño paterno le hicieron tener una buena imagen de ella misma, lo que le dio esa energía y seguridad de las que gozó toda su vida. A sus ojos nada era imposible. Fue una mujer que nunca sintió los límites que la época imponía a su sexo. Desde su infancia, Émilie tuvo el deseo de saber, la sed de conocimientos, e hizo todos los esfuerzos para conseguirlo.
¿Cómo era Émilie físicamente? No respondía al prototipo de belleza de su época. Ya de niña era muy alta, con las manos y los pies grandes. Fue una mujer aborrecida, vituperada y calumniada, sobre todo por algunas mujeres como Madame Du Deffand que la describía como "fea, soberbia y lasciva". Esta descripción y otras semejantes no eran en absoluto veraces. Era atractiva y en su correspondencia se nos muestra como cálida y cariñosa con sus amistades. Quizás su padre, pensando que no iba a casarse, se preocupó de que recibiese una excelente educación, exactamente igual a la de sus hermanos varones. Sus padres tenían un "salón" donde recibían a las personas más ilustres de la época: escritores como Fontenelle o Jean Baptiste Rousseau, a quien el padre de Émilie asignó una pensión, o también al mismo Voltaire. A Émilie siempre le encantó la vida en la fastuosa corte de Versalles, gozando con las fiestas, la ópera, las representaciones teatrales y con las salas de juego que entonces abundaban.
El amor, la amistad y el estudio fueron sus grandes pasiones. Del amor se le conoce principalmente por haber sido amiga de Voltaire y su enamorada amante. Tuvieron una relación sentimental que duró quince años. Escribió, mientras convivía con él en el castillo de Cirey, un "Discours sur le bonheur" (Discurso sobre la felicidad), donde expone su propia filosofía: el fin de la vida es la felicidad y ésta se alcanza por medio de la ilusión y la pasión. Según el estudio introductorio de Isabel Morant Deusa en la edición en castellano del "Discurso sobre la felicidad y Correspondencia": La felicidad fue un tema querido para nuestra autora y sus filosóficos amigos: "¿Cuál es el objetivo de ceder a la inclinación que se tiene por alguna persona? ¿Acaso no es ser feliz por el placer de amar y el de ser amado? [...] Algún día tendremos que renunciar al amor, a medida que vayamos envejeciendo, y en ese día dejará de hacernos felices. En fin, pensemos en cultivar la inclinación hacia el estudio, una inclinación que hace que nuestra felicidad dependa únicamente de nosotros mismos". Émilie no entiende el estudio como un refugio, un tiempo de intimidad, sino como una salida al mundo y a las cosas importantes que cuentan en la vida humana. Entiende el estudio como una actividad que debe ser posible a las mujeres, porque mediante el mismo las mujeres pueden satisfacerse y encontrar placeres y felicidad. Émilie nos dice que si una mujer tiene ambiciones de gloria, si desea los beneficios de la gloria como un hombre y si tiene condiciones para ello, tiene una posibilidad en el estudio, porque por medio del saber y del estudio puede alcanzar el reconocimiento y ser feliz.
Émilie fue una persona apasionada, firme en la consecución de sus deseos: vivir el amor y vivir la amistad como condición de su felicidad. Esto hace que aparezca en su correspondencia como vital, intensa y excesiva en sus deseos de amor y amistad. Ella y Voltaire se inscriben en la tradición francesa de la defensa del placer, retomada en el siglo XVIII por los autores que escriben entonces sobre la naturaleza, la moral y la felicidad de los hombres. Son posiciones que tienen sus tradiciones en el pensamiento de los libertinos franceses, en su espíritu mundano y en su epicureísmo aristocrático. El suyo no es un pensamiento democrático. Es un pensamiento contra la exclusión que practica su propia clase. Émilie da por sentada la igualdad de los sexos en materia de razón y de inteligencia, y también está convencida de que la condición femenina, no afectando al entendimiento, no debe ser impedimento para la educación de las mujeres.
Como sostiene Elisabeth Badinter en su hermoso libro sobre la ambición de las mujeres en el siglo XVIII, en donde emplea a Émilie du Châtelet como ejemplo, su ambición era la de ellos y evidencia su deseo de ser como los hombres, de ser uno más. Sin embargo, es la ambición la que la desespera, junto a la conciencia de sus límites. Ella culpa a las cosas domésticas de las que no se ocupan los hombres. Entiende que la libertad en el uso del tiempo de que disfrutan los hombres es una situación que les potencia, como a ella le ha potenciado la relación con Voltaire y con los hombres de ciencia. Las condiciones no son para ella como para los hombres, porque es una mujer y ello significa obligaciones y deberes hacia su casa, su familia e incluso hacia Voltaire. En su vida, Émilie tuvo que hacer difíciles equilibrios para preservar su tiempo de estudio.
Émilie du Châtelet y Voltaire se encontraron en un palco de la Opera de París en 1733. Entre ellos surgió rápidamente una pasión amorosa que duraría largos años, pero junto a la atracción sentimental, la marquesa se sintió fascinada por aquella física newtoniana que tanto defendía Voltaire y vio en él el estímulo para estudiar y profundizar en las cuestiones científicas más polémicas de la época. Su agitada vida mundana se fue limitando para dejar cada vez más espacio al estudio de las matemáticas y la física. Pierre Louis Moreau de Maupertuis, que había estado en Inglaterra y se había convertido en otro de los defensores franceses de la filosofía natural de Newton y amigo de Voltaire, entró en el círculo de amistades de Émilie, quien no dudó en elegirle como confidente intelectual, tutor de álgebra y amante. Las relaciones del trío formado por la marquesa, Voltaire y Maupertuis se convirtieron en una mezcla de relatos amorosos y disquisiciones científicas. Tan en serio se tomó ella sus estudios científicos que en poco tiempo aventajó a Voltaire, que había sido su estímulo, en los conocimientos de física y matemáticas.
Émilie quedó fascinada por la geometría y por la lógica matemática y sus demostraciones, aplicándose en el estudio de las leyes matemáticas de los fenómenos naturales. Tuvo que procurarse un aprendizaje autodidacta, ya que en esa época las universidades no admitían mujeres. Su afición por el estudio, y en mayor medida por la ciencia, le llevó a contratar ilustres profesores con los cuáles mantuvo una estrecha relación amistosa. Comenzó con Maupertuis, con el que aprendió las bases que completaría con el joven matemático Alexis Claude Clairault. Posteriormente conoció la física y la metafísica de Leibniz en el breve tiempo en que tuvo a Samuel Koenig de profesor, (filósofo y matemático alemán, discípulo de Christian Wolff y conocido seguidor de Leibniz). En ese tiempo, ella ya tenía una sólida formación en matemáticas y en la nueva física de Newton, demostrada en su colaboración con Voltaire en el libro titulado "Éléments de la philosophie de Newton", como lo atestiguan los manuscritos recientemente investigados en la biblioteca de Leningrado. Participó con una memoria sobre la naturaleza del fuego para un premio convocado por la Academia de Ciencias de París al que Voltaire también se había presentado. Fue por entonces cuando escribió su obra titulada "Institutions de Physique", presentada como un tratado de física dedicado a su hijo, en donde exponía con claridad el pensamiento de Leibniz y de Newton, sin olvidarse de Descartes, Copernico, Kepler, Gassendi, Aristóteles o Galileo. Publicada en 1740, suscitó muchas polémicas y fuertes críticas, sobre todo por los primeros capítulos que siguen la línea de trabajo de Leibniz.
Frontispicio de la obra de la obra de Voltaire Élemens de la philosophie de Neuton (1738) en el que aparece Émilie deChâtelet representada como musa de Voltaire iluminándole el manuscrito con un espejo que refleja la luz procedente de Isaac Newton |
Este libro provocó también un famoso debate iniciado por un físico cartesiano de renombre: Jean Jacques Dortous de Mairan. Era un miembro relevante y secretario de la Academia de Ciencias de París y autor de la "Dissertation sur l'estimation des forces motrices des corps", aparecida en 1732. Las tesis defendidas en el libro "Institutions de physique" chocan con las opiniones del cartesiano Mairan. La disputa pública ocurrió en 1741 y fue sobre las fuerzas vivas, hoy llamadas energía cinética, que en la formulación de Leibniz, Émilie du Châtelet defendía contra las opiniones de Mairan. Los documentos de esta disputa consisten en la carta del señor de Mairan en París y la respuesta de Mme du Chatelet desde Bruselas, donde estaba por entonces. El debate será público y reafirmará a la marquesa, que bien lo necesitaba porque el libro había sido cuestionado por Koenig, que se dijo autor de gran parte de los capítulos de la obra. Adujo que ella había utilizado las redacciones que él preparaba para sus lecciones.
Hoy no se discute el saber de la marquesa y los historiadores de la ciencia han avalado el contenido de las "Institutions de physique". Igualmente han respaldado la elección de Leibniz teniendo en cuenta el estado del saber en la época. Las Instituciones fueron publicadas y reeditadas en Holanda, Alemania, Italia, etc. en un corto espacio de tiempo. La traducción al italiano es de 1743 y Émilie será nombrada miembro del Istituto delle Scienze de Bolonia en 1745. Por entonces comenzó a traducir los "Philosophiae Naturalis Principia Mathematica" de Newton, del latín al francés, con extensos y válidos comentarios y suplementos que facilitaban mucho la comprensión. Durante 1747 estuvo corrigiendo las pruebas de la traducción y redactando los comentarios. Hacia el 1 de septiembre de 1749, la marquesa de Chatelet envía unos manuscritos a Claude Sallier, bibliotecario de la Biblioteca Real de París, entre los que se encontraban los "Principes Mathématiques de la Philosophie Naturelle" de Newton, traducidos y comentados por ella. Murió en ese mismo mes de septiembre de 1749, unos días después de dar a luz a un hijo tardío, fruto de su relación con su último amante llamado Saint-Lambert, y posiblemente a causa de las habituales fiebres postparto. Después de su muerte, Clairault corregiría el manuscrito y Voltaire escribiría una larga presentación, un sentido homenaje póstumo a Émilie du Châtelet.
Estos interesantes documentos para la historia de la ciencia se encuentran en nuestra biblioteca. El ejemplar de las "Institutions de Physique" tiene la signatura topográfica BH FLL 21283, corresponde al volumen primero de la primera edición de París de 1740 y está digitalizado por Google Libros. El ejemplar BH FLL 25151 contiene en volumen facticio tres obras de 1741: la carta abierta del secretario Mairan dirigida a la marquesa sobre la cuestión de las fuerzas vivas, la respuesta de la marquesa al escrito de este y una nueva edición de la obra de Mairan titulada: "Dissertation sur l'estimation et la mesure des forces motrices des corps". También tenemos el artículo escrito por ella y publicado en el Journal des Savants de Septiembre de 1738, con la reseña y el comentario sobre el libro de Voltaire "Éléments de la philosophie de Newton". Tiene la signatura BH MED Rev. 3-61.
Bibliografía
- Discurso sobre la felicidad y Correspondencia / Madame du Châtelet ; edición de Isabel Morant Deusa.-- Madrid: Ediciones Cátedra, Instituto de la Mujer, 1996. [Ver registro bibliográfico en Cisne]
- Gabrielle Émilie de Breteuil, Marquesa de Châtelet (1706-1749) / Adela Salvador y María Molero. - Madrid : Ediciones del Orto, 2003. - Biblioteca de Mujeres, 34. [Ver registro bibliográfico en Cisne]
- Las pasiones de Émilie : la marquesa de Châtelet, una mujer excepcional / Elisabeth Badinter ; traducido por Violeta Fernández Villalba. - Madrid : Nivola, 2008. [Ver registro bibliográfico en Cisne]
- Madame du Châtelet. La femme des Lumières. 2006. Bibliothèque Nationale de France, Paris. [Ver registro bibliográfico en Cisne de la obra publicada en ocasión de la exposición, presentando su fascinante vida y obra.]
- Madame du Châtelet: introducción al Newtonismo en Francia / Susana Gómez. - En: Revista Española de Física, 13 (5), 1999. [Ver registro bibliográfico en Cisne]
- Mataix Loma, Carmen. Madame du Châtelet: un fuego encendido, Arbor, CXLIV (144), nº 565 (Enero 1993), Número monográfico con el título: Mujer y ciencia. En este artículo se analiza su "Disertación sobre la naturaleza y propagación del fuego", obra escrita para acceder al premio convocado por la Academia de Ciencias de París en 1737-38, y que, aunque no ganó el premio al que optaba, (el premio fue ganado por Euler), fue merecedora de ser publicada por la propia Academia
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